Epilogo

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Después de muchas investigaciones, se demostró que yo no tenía nada que ver con el narcotráfico, por otro lado mi amiga le dio pruebas a la policía se convirtió en testigo protegido y solo tendría arresto domiciliario, volvimos al barrio y empacamos nuestras cosas. Nos fuimos pero después de todo aún seguía teniendo amigos al otro lado del puente, con nuestros ahorros buscamos otro apartamento, nos cambiaríamos de ciudad.

Han pasado dos meses desde que salí del hospital, me entristece un poco no saber de, Ian, extraño ver sus ojos azules aunque a veces los veo un poco verdosos. Después de tantos años me permito llorar en la oscuridad de la noche fría, el viento mueve mi cabello como aquel día, me siento un poco vacía ahora que él se ha ido. Paso mis dedos por mis labios recordándolo apasionado que es.

Solo ahora que no está a mi lado me doy cuenta que lo quiero. El llanto que guarde por tanto sale como si fuera una llave abierta, por tanto tiempo escondí mis lágrimas pero después de que ya no sé nada de él es como si los sentimientos guardado salieran.

Escondí mis lágrimas cuando mi propio padre me dejo a mi suerte, cuando me vi en una cárcel a los diez años, cuando tuve que hacer que la niña que vivía en mí se fuera, me perdí de tantas cosas deje que mi propia voz en un baúl junto con esos recuerdos felices para dar comienzo a otra manera de actuar para protegerme.

Las gotas de lluvia comienzan a caer, permanezco sentada en una banca alejada mientras me dejo empapar, un grito sale de mi garganta mientras mis lágrimas se mezclan con la lluvia.

Extraño demasiado a ese hombre trajeado, ese hombre del pañuelo blanco, extraño el calor que desprendía de su cuerpo y qu contagiaba el mío en un segundo.

Creí ver el arco iris al final de la lluvia pero solo vi sus ojos despertando sentimientos que no había experimentado antes, suena estúpido pero así es, tengo veinte años y no tuve novio o algo parecido, solo besaba algunos sapos cuando estaba muy borracha pero nada más.

Me forje un carácter, una reptación de mujer dura, aprendí a defenderme para no ser aplastada por los más grandes, apoyo mis codos en mis piernas y mi cabeza en mis manos. Después de tanto tiempo me siento tan vulnerable, lo extraño.

¡Coño! Lo extraño mucho, aunque mucho seria poco. De pronto veo unos zapatos elegantes frente a mí, poco a poco levanto la vista y miro un traje, ahí está con un paraguas cubriéndolo de la lluvia, froto mis ojos y sigo viéndolo d pie frente a mí.

—Hola — saluda y su voz hace que los bellos del cuerpo se me ericen como si fuera un gato.

—Hola — musito en voz baja, estoy sorprendida de verlo aquí.

—Mi vida no es la misma desde que te conocí — mi respiración es más agitada al escucharlo decir aquello.

—¿Qué dijiste? — debo estar loca.

Él sonríe, pasa su mano por su cabello, sigue igual de guapo, solo me concentro en sus hermosos ojos, esos que me gustan mucho además de su forma tan salvaje de someterme unos meses atrás.

—Qué mi vida no es la misma sin ti chica arco iris — su voz es tan pacífica. Su mirada es intensa.

—¿Chica arco iris? — Sonrió ante eso, sé muy bien que lo dice por mi cabello - ¿Qué haces por aquí hombre del pañuelo? Supongo que tienes otro operativo que hacer.

Sueno serena pero no lo estoy, no quiero que me ve mal, no estoy en mi mejor momento. Sonríe y después su risa es tan fuerte que me contagia solo un poco eso, limpio mis lágrimas aprovechando que tiene la cabeza hacia atrás y me levanto de la banca.

Me quedo parada frente a él, yo veo mucho espacio entre nosotros pero la verdad es que estamos a buena distancia.

—Pasaba por aquí y de pronto te vi, solo quise saludar — levanta y baja los hombros para parecer despreocupado.

—Y yo que creí que querías taclearme de nuevo cuando me fuera de aquí — sueno tan sincera.

—También quiero taclearte pero de otra manera — da un paso hacia atrás y yo uno hacia adelante porque no quiero tenerlo lejos — la verdad es que pase por el que sigue siendo tu apartamento y tu amiga me dijo que de seguro estabas aquí.

Lo miro un poco asombrada por que haya venido hasta acá a buscarme, pongo un mechón de mi cabello tras de mi oreja derecha. Los truenos aparecen dejándome ver esa mirada profunda que tiene.

—Desde que estuve fuera no he hecho otra cosa que recordarte — pone su mano izquierda en su bolsillo — de milagro no jodí el operativo que dirigía, extraño tanto ese carácter agresivo y fuerte que tienes, esa sonrisa traviesa que me vuelve loco.

No sé cómo describir su tono de voz, pero me gusta lo que escucho. Mis ojos parecen que saldrán de su lugar por la impresión que me causan sus palabras. Hace mucho que deje de creer en los cuentos, en los finales felices pero creo que al final todo puede suceder.

—Admito que yo también te he extrañado — no desvío mi mirada de esos ojos preciosos — he extrañado muchas cosas para ser sincera.

—Acepte el cargo del operativo porque no dejaba de pensarte y creí que el trabajo sería una distracción pero fue un rotundo fracaso — suspira.

—Te llevaste mi tranquilidad — digo seriamente — pero también me llenaste de calor con tus besos salvajes, furiosos y llenos de adrenalina — decirlo en voz alta estando frente de él es algo raro.

El huracán Ian dejo muchos sentimientos, sensaciones que me gustan, me hacen sentir más viva. Es algo mágico estar aquí, bajo la lluvia, siendo testigo de algo tan desconocido para los dos. Ambos nos encerramos en nosotros mismos, el por perder a su hermano y yo por ya no tener un familia.

Me jala hacia su cuerpo rápidamente, su corazón late tan o más rápido que el mío, pos mis manos en ambos lados de su rostro, la lluvia se vuelve más intensa mis ganas por besarlo, me armo de valor, me estiro un poco y lo beso.

Lo beso tan apasionadamente, sus labios me siguen el ritmo como si también hubieran querido hacer lo mismo, me pega más a su cuerpo y me sujeta de la cintura con fuerza. Su beso es tan salvaje, apasionado, tan furioso que me vuelve todo él es intenso y me gusta.

—Intentémoslo — digo con la respiración acelerada y mordiéndole un labio.

—Pensé que nunca lo diarias.

Hace el paraguas aun lado sin importarle que ahora estará mojado como yo. Estoy feliz que ni me di cuenta en que momento deje de llorar, solo sé que el la lluvia se las ha llevado y que ahora, el viento nos llevara lejos y eso.

El hombre del pañueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora