III

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Quizás las líneas más tristes
nunca pueden ser realmente escritas,
y los pensamientos más tristes nunca
pueden ser pronunciados.
Y quizás
'te extraño'
es lo más cercano que podemos obtener.

🌸

Shiori está a su lado pero no está realmente ahí, sabe que se ha ido lejos desde que su mirada se ha perdido en el camino que hacen las flores de cerezo desde las copas de los árboles en el jardín hasta la pequeña fuente en una esquina. Y sabe que en su mente se escribe un poema sobre cómo danzan, danzan, danzan; y su corta vida acaba ahogada en el riachuelo que tiene su cauce desde la fuente hasta algún sitio más allá de los muros.

El agua se pierde de vista y es libre, libre, libre, brilla, baila, es cristalina y refleja la belleza de la vida. Shiori suspira y desea ser así de libre, así de brillante y cristalina. Tiene un cuaderno de hojas viejas entre sus manos que no deja de rayar; Shōto se dio cuenta hace tiempo que dibuja flores cuando piensa que nadie la está viendo. Dibuja claveles y crisantemos, tulipanes y girasoles.

La mira disimuladamente. Todo rojo y blanco y gris y turquesa, y ella es todo vacío y miel que parece no combinar en absoluto. Tiene una belleza clásica. Antigua. Como si la hubieran traído desde una época lejana y olvidada. Su kimono es blanco y rojo sangre (rojo, rojo, rojo); la blancura de su piel resalta todavía más.

Bajo la sombra, emite un brillo peculiar. Shōto la mira, se da cuenta, y no puede evitar sentirse atraído, como una mosca a la luz.

—Fukuyomi-san. —Llama suavemente, su voz es una canción de cuna que se mece y se mece como una de las sakuras que caen, caen, caen.

Llega a Shiori como la más íntima de las caricias, le embota los sentidos, le endulza el pensamiento. Quiere aferrarse a esa voz y escucharla, escucharla, escucharla por siempre, quiere bailar al compás de sus gentiles notas musicales.

Quizá si me aferro a ti, a tu voz, a la salvación que me ofreces al alcance de mis manos...

Roza el éxtasis con la yema de los dedos, se voltea y ahí está Shōto, paciente, sereno; todo un héroe, sonriendo ligeramente (sin darse cuenta) y cautivándola tanto con esa simple imagen que ahora le duele el corazón.

—Todoroki-san —responde, levantándose grácil como la muñeca que era, deshaciendo los dos pasos que los separan. Alza sus brazos (es pequeña, perfecta para refugiarse en su fuerte pecho), lo abraza por los hombros y le acaricia la nuca con su tacto de terciopelo—, bienvenido de vuelta.

… quizás si me aferro a ti, a tu voz, a la salvación que me ofreces al alcance de mis manos; pueda salvarme y salvarte, y nuestros pedazos rotos se reconstruyan lentamente, como un rompecabezas multicolor.

Shōto se deja acunar tan dulcemente, se inclina y esconde la nariz en el hueco entre el cuello y el hombro de Shiori. Huele a libros viejos, a flores de sakura y a té.

Huele a casa.

Huele a su hogar.

—Estoy de vuelta.

Está cansado, los colores del atardecer iluminan el jardín y el agua de la pequeña fuente que Shiori ya no está mirando; está mirando a Shōto que recién llega de la agencia. Se separa de su abrazo y lo escanea con la mirada, busca alguna herida o moretón, que encuentra fácilmente en su pecho, medio escondido por el traje azul de héroe.

Shōto siente la ausencia de los brazos de ella a su alrededor y ya la extraña, quiere sentirse protegido otra vez. Un escalofrío le recorre el cuerpo cuando empieza a desabrochar los botones de su traje, abre uno, dos, tres, y tras el cuarto botón aparta un poco la tela azul rey, acariciando suavemente la piel que queda al descubierto. Ahí en el pectoral izquierdo hay un corte que sangra ligeramente, le mancha la piel blanca de rojo, rojo, rojo; se derrama y mancha su traje y las manos de Shiori que le acaricia, como si intentara quitarle el dolor.

Es una herida insignificante, está del lado de su corazón y Shiori no puede evitar hacer una mueca. Le toma la mano y se encamina hasta la habitación donde busca el kit de primeros auxilios para curarle.

Shōto no se mueve y sólo la observa tan diligente, delicada y cariñosa. Recuerda el día que se reencontraron (el primer día de primavera, llovían flores de cerezo; ambos lloraban, lloraban, lloraban y se rompían) hace un año: aún están un poco rotos, Shiori sigue un poco arrepentida, pero Shōto no puede hacer más que agradecer.

Su vida juntos es tranquila, apacible, llena de un silencioso amor que se les desborda por los ojos y por cada pequeña acción que hacen. Es fácil como respirar. Shōto no puede evitar compararlo con la vida de sus padres (desea que su madre hubiera tenido una vida de pareja tan bonita, lo desea, lo desea, lo desea); y en su interior un gran alivio lo recorre: no es Endeavor, y Shiori jamás tendrá que vivir con el miedo que vivió su madre, y sus hijos no tendrán que vivir con el miedo que vivió él de niño.

—Fukuyomi-san —susurra, el silencio se rompe como una burbuja de jabón. Shiori está concentrada en curarlo, y cuando termina vuelve a acariciarle el pecho y sus ojos de miel lo miran: gris, turquesa; y una sonrisa endulzada de medio lado—. Gracias.

Shiori le sonríe de vuelta. Shōto está sentado en el borde de la cama y ella se inclina y le besa la frente.

Es mucho más que un simple 'gracias', lo sabe sin necesidad de explicación. Le está agradeciendo por ser su única amiga cuando tenía 10 años. Le está agradeciendo por intentar protegerlo, por esperarlo sin saberlo y por volver a su vida años después. Por haberlo intentado, y por tratar de reparar sus pedazos rotos.

Shiori recuerda cuando pedía deseos a los dientes de león en el jardín de su casa y en ellos se iban las ganas de reencontrarse con el vacío en su mente y en su corazón, de rellenar el espacio que parecía imposible de llenar. Ahora mira a Shōto y sabe que él era el vacío, que él lo había llenado y ahora el rompecabezas de su vida estaba completo.

Le acaricia el cabello bicolor y le agradece de vuelta internamente, Shōto envuelve sus fuertes brazos alrededor de la pequeña cintura de Shiori, la acerca a su cuerpo y ella finalmente se inclina más para juntar sus labios en un beso suave, endulzado de amor y paz.

Gracias.

🌸

Por las personas que soplan un diente de león y desean.
Por los dientes de león que vuelan al infinito, y los deseos respondidos.

🌸🌸🌸

En la galería he dejado un dibujo de Todoroki adulto. No me pertenece, su autor es Sakimichan.
Muchas gracias por leer y comentar.

[BnHA] A dandelion kind of wish Donde viven las historias. Descúbrelo ahora