Capítulo 54

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Canción: The Beatles - Here Comes The Sun.

Anastasia.

Ya era viernes, las 6:00 de la mañana en punto y mi despertador comenzó a sonar. Aún con los ojos cerrados me metí a la ducha y abrí el agua fria para despertarme.
En Londres el clima era muy diferente del que había en Nueva York.
Los dias eran frios y las nubes grises eran un paisaje muy común, ya me estaba empezando a acostumbrar a los abrigos y a el chocolate caliente por las mañanas.
Me coloqué una blusa blanca de botones y una falda tubo color negro. Hice un milagro con mi rostro para verme un poco presentable.
Después bajé y desayuné un poco.

Tomé mi abrigo color mostaza y sali del departamento. mé subí a un taxi que me dejó justo en la entrada del hotel.

- Hola Ellie ¿Como te va? - saludé a la recepcionista. En mis primeros días aqui, ella había sido amable conmigo. Me caía muy bien.

- Hola Annie, llegas tarde, el señor ha estado preguntando por ti.

Mire el reloj que estaba colgando en la pared, y efectivamente ya era tarde.
Estampé mi mano en la frente, el tráfico estaba pesado en la mañana.

- Gracias Ellie, que tengas un buen dia. - me apresuré a llegar al ascensor.

Pulse el boton varias veses y tras unos minutos que me parecieron horas el elevador abrió.

- ¡Espera! - una mano se interpuso antes de que se cerrará la puerta. Exhalé desesperada y algo fastidiada por ver quien era.

- Hola belleza. - su voz melosa se hizo presente una vez que el elevador cerró las puertas.

- Hola Malcom. - saludé por cortesía.

Malcom Desser, era el gerente de este hotel, el tipico casado que negaba su estado civil y que pasaba más tiempo coqueteando a cualquier cosa que tuviera falda, que trabajando.

- Me preguntaba si tenias planes hoy, digo invitarte un trago, llevarte a tu casa en mi automóvil y vemos que pasa en los asientos de atras.

Enarqué la ceja. - ¿Es enserio Malcom? ¡Por Dios eres casado! - en eso la puertas del elevador abrieron y era su turno de bajar.

- ¿Eso quiere decir que lo vas a pensar?

- Eso quiere decir que, te metas tu propuesta por donde se te antoje y te quepa - le guiñe el ojo y le enseñe el dedo de enmedio.
Su cara era todo un poema, abrió la boca para decir algo pero se volvieron a cerrar las puertas.

Llego mi turno de salír y ya mi jefe me estaba esperando en el asiento de mi escritorio.

- Per...

- Nada de disculpas se hace tarde y mi madre nos espera en el aeropuerto. - me interrumpió, se dirigió hasta donde estaba y puso su mano en mi cintura para que avanzará. Su contacto me puso algo nerviosa pero lo dejé pasar.

Avanzamos de nuevo al elevador, pero en esta ocasión lo hicimos en el que solo el puede utilizar.
Una vez que pulso el boton en cuestión de segundos las puertas se abrieron.
<<Vaya suerte que tienen los ricos>>
pensé en mis adentros.

Cuando salimos ya estaba su coche estacionado en la entrada del hotel.
Era nada más y nada menos que un porshe negro del año.

- Adelante. - abrió la puerta del copiloto y me invito a subir.
Cuando subí el cerró la puerta, rodeó el auto y después subió el.

- Que tipo de música te gusta Anastasia.

- No lo se... - pensé un momento. - Beatles tal vez.

- Buena elección, muy londinense.- entonces here comes the sun, comenzó a sonar.

Esa canción siempre cambiaba mi estado de animo, cuando tenía un mal dia solo bastaba oirla y sonreía.
Comencé a tararearla en un susurro.
Me miró de soslayo y sonrió.

- ¿Porqué no le subes el volúmen a tu voz?

Sonreí e hice lo que me dijo.
Canté a todo pulmón la letra de la canción, el solo me miraba y sonreia.

- Vamos, no me deje hacer el ridículo sola. - el tambien comenzó a cantar y me di cuenta que no lo hacía mal, de hecho nada mal.
Guardé silencio unos segundos para escucharlo mejor, y sonreí.

- Canta muy bien eh. - enarqué una ceja.

- Mi madre era cantante en una banda cuando era joven, me heredó algo de su voz y no lo hago tan mal. Pero si escucharas a mi hermano Lex, te sorprenderías.

Escuchar aquel sobrenombre, me alertó, apenas iba preguntar acerca de el, cuando el auto paró derrepente.

- Llegamos. - dijo. bajó rápidamente del auto, abrochó el boton de su saco y abrió mi puerta.

- Gracias.

Nos adentramos en el aeropuerto, había una multitud de personas ahí adentro que dude un momento el entrar o no.

- Vamos. - me extendió la mano, dubitativa la tomé y nos metimos entre la gente.
Una vez que dejamos todas esas personas atrás respiré.

Miramos fijamente la puerta por donde saldría la mamá de William. La figura de una mujer se hizo presente, era algo mayor su cabello era platinado, y su presencia irradiaba elegancia, cuando nos vio sonrió dulcemente.

- Mi niño. - la mujer se acercó y abrazó fuertemente a William.

- Que gusto de tenerte aquí mamá. - sonrió con entusiasmo William.

- Y esta señorita ¿Es tu novia? - miró directo a nuestras manos, que extrañamente estaban aún tomadas y al instante nos soltamos.

- oh no... yo. - no podia articular palabra.

- Ella es mi asistente madre, Anastasia Campbell.

- Mucho gusto niña. - la sonrisa pícara no se quitaba de su rostro.

- El gusto es mio señora...

- Amelia, pero todos me dicen Meli.

Yo solo asenti y sonreí.

- Vamos a almorzar algo, que el viaje me dejo hambrienta.

Nos dirigimos de nuevo al auto y estacionamos en un lujoso restaurante.
Cuando bajamos del auto, acomodé mi falda y mi blusa, entrar en lugares así siempre me ponía nerviosa y para ser sincera yo prefería mil veces una hamburguesa o unos tacos en algún puesto por la calle, la comida era mas barata y sabia deliciosa.

Una vez que entramos nos asignaron una mesa y ordenamos lo que comeriamos.

- ¿Y tienes familia bonita? - ese apodo me estrujo el corazon. De esa forma me llamaba Alex y era difícil acostumbrarme a escuchar sus expresiones en otras personas y no recordarlo.

- Amm... la tenía, mis padres murieron hace algún tiempo y mi unica hermana también hace unas semanas.

- Lo siento mucho. - comentó la señora Amelia y tocó mi mano calidamente.

Yo solo asenti y sonreí con tristeza.

- Y yo. - puntualizó William.

La comida llegó y nos pusimos a comer.
Sentía la mirada constante de William sobre mi, y aunque lo veía para que dejara de hacerlo, solo me sonreía.
Presentía que era muy analítico.

- Me comentó el señor William, que sabé cantar. - dije para romper el hielo.

- Lo hacía muy a menudo cuándo era joven, pero ahora muy poco. Mi voz ya no es la misma, en ocasiones la tos no me deja. - soltó una carcajada.

- Me gustaría mucho escucharla alguna vez.

Ella sólo sonrió y asintió.

- Hijo te importaría si me robo un momento a la niña para ir de compras.

- Claro que no madre, no sé que diga Anastasia. - me miró por un momento. - por el trabajo no te preocupes, te doy el dia libre.

Los dos centraron su vista en mi.

- Me encantaría. - sonreí.

Déjate AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora