Cap I: primer día en "La cárcel"

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 -  ¡Isa!, hija despierta, es tu primer día. – grito del otro lado de la puerta mi hermosa y a veces irritante madre-

 -  ¡Ya voy! – grite con fuerza antes de sentarme en la orilla de mi cama, hoy es mi primer día en la segundaría, (solté un suspiro) solo espero que este día sea mejor que los anteriores.

 -Tienes diez minutos para bajar a desayunar Isabella – me saco de mis pensamientos mi mamá, fue entonces cuando vi el reloj que estaba en la mesita de noche que está al lado de mi cama, ¡eran las siete y quince de la mañana, solo tengo quince minutos para arreglarme o mi mamá me dejara! – Dije en voz alta mientras corría de un lado a otro tratando de vestirme lo más rápido que podía.

 -Maldición… - Dije mientras caía al suelo golpeándome el brazo. ¡Ok! Esto no puede ir peor.

  Ya vestida, me metí al baño a arreglarme el cabello o bueno a intentarlo, ya que no soy nada buena con eso de arreglarme ni verme bonita. Peine un poco mi cabello y me hice mi usual peinado, el cual consistía de una coleta alta no muy arreglada, Salí del baño, mire mi cama y me di cuenta que había algo debajo de ella, así que me asome por debajo de ella y saque un paquete de color rojo con un moño dorado, era una caja no muy grande, lo agite de un lado a otro, para tratar de adivinar que era pero, una voz me saco de mis pensamientos.

- Hija, baja ahora a desayunar que llegaras tarde- entonces me levante del suelo coloque la pequeña caja en mi escritorio, agarre mi bolso negro de púas plateadas con todos los libros ya adentro, abrí la puerta y salí de mi habitación.

- Buenos días- grite mientras bajaba las escaleras.

-Buenos días mi cielo- respondió mi mamá con una voz muy dulce – hoy es tu primer día, recuerda lo que siempre te digo, sonríe y se tu misma.

-Mamá, sabes como soy no me voy a relacionar con nadie, solo con rose, ella es la única que me entiende.

-Hija, pero tienes que hablar, la segundaría es para hacer amigos después de ahí iras a la preparatoria Isabella, tienes que entender que no podrás pasar toda tu vida tratando de ser invisible – dijo mi madre casi que a gritos.

- ! Mamá ¡- grite- es mi vida, no la tuya y entiende que no soy como tú y tampoco lograras que sea como tú quieres que sea- mi madre con los ojos llorosos, bajo la cabeza y se dirigió a la cocina, sabía que no debía tratarla tan mal, pero a veces mi mama me sacaba de quicio, así que corrí tras  ella para disculparme por lo que había dicho, que logro herirla.

   Después de unos minutos, ya con mi madre con su habitual sonrisa de oreja a oreja nos sentamos las dos a comer, unte un poco de mantequilla a mi tostada y le di un gran mordisco y luego tome un sorbo de mi zumo de naranja, ya al terminar de comer, mi madre y yo nos levantamos, agarre mi plato y mi vaso lo coloque en el fregadero, lo lave y luego me dirigí a la puerta, ya abierta, salí y vi que mi madre ya me estaba esperando en el auto lista para llevarme, así que me di media vuelta saque mis llaves del bolso y cerré la puerta y me dirigí al auto una vez sentada ahí mi madre empezó a andar.

   En el camino a la segundaria no  nos dirigimos la palabra.

-Llegamos- dijo mi madre, con voz emocionada, muy emocionada debería decir.

-Solté un largo suspiro y dije -es hora-  con voz más para mí que para ella y Salí del carro y empecé a caminar hacia el alto edificio gris de unos 6 pisos con muchas ventanas y una gran puerta de entrada.

  En mi mente no paraba de pensar en cosas que pasaría este día, entra por las dos grandes puertas cruzando el pasillo y seguí hasta buscar mi casillero todos los estudiantes estaban emocionados habían chicas y chicos cruzando de un lado a otro saltando y corriendo felices, mientras yo solo me preocupaba de encontrar mi casillero, mientras revisaba el pequeño mapa donde decía dónde estaba cada cosa dentro del instituto, me tropecé con alguien y caí al suelo.

un amor del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora