Dolor.

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No sé quería levantar, la cabeza le dolía, los ojos le ardían y...y no podía parar de llorar.

Desaparecido en acción.

Esa fue la patética excusa que sus amigos le dieron. Algo había salido realmente mal y Zaphiri... Zaphiri...

Al final se levantó tras ver la cara de dolor y hambre que sus cachorros le mostraban. Incluso el ánimo de los canes había decaído, ya no corrían de un lado a otro ni brincaban para llamar su atención, ahora se quedaban quietos, a su lado, en ocaciones acompañándole en su llanto, gimoteando y ahullando tenuemente.

Desayuno en silencio, picando el par de huevos revueltos que había hecho para rápido.

Krest estaba hecho todo un caos, con el cabello revuelto, sus ojos sumidos y rojos, las mejillas decoradas con los restos de lágrimas secas, su nariz ya estaba roja de tanto sonarla e incluso tenía restos de moco seco, comenzaba a oler mal ya que no se había bañado en tres días, desde que recibió la horrible noticia.

Había desconectado su teléfono y el celular ya no tenía pila, cansado de las constantes llamadas que sus amigos hacían, preocupados por él.
El sonido del timbre en la mañana ya no le sorprendió, Hasgardo iba todos los días a ver cómo estaba, el toro se había vuelto su amigo y consiente de la desaparición del bicho...estaba angustiado por Krest.

Susurro un tenue estoy bien tras la puerta, pero no sé ánimo a abrir, no tenía deseos de hablar o estar con alguien que no fueran sus "niños".

Es gracioso como tú corazón puede destrozarse con unas simples palabras. Jamás creyó eso de corazón roto, para él era algo absurdo, el corazón solo es un músculo que se encarga de bombear sangre, los sentimientos y emociones son controladas por el cerebro por lo que para él eso era una falacia...que equivocado estaba.

Ahora entendía que su cuerpo era un holo, un todo, cada parte relacionada y entretejida.

Es verdad que su corazón se sentía quebrado, cada que recordaba a su bicho una fuerte punzada lo golpeaba, una horrible presión que le estrujaba hasta el grado de doblarlo, pero no era todo. Su estómago se contraía provocando una punzada, como si sus intestinos se devorarán unos a otros, los pulmones  paracian  asfixiarlo sacándole todo el aire, mientras sus piernas perdían fuerza y comenzaban a temblar, no podía controlar el tic en su labio ni el ardor de los ojos, su cerebro lo torturaba mandándole imágenes del moreno, momentos felices que sabía no se volverían a repetir.

Ya no lo soportaba, el dolor que sentía por la perdida del escorpión era descomunal, se sentía vacío, aún no entendía el porque, no tenían más de un año de conocerse , es imposible que en tan poco tiempo una persona se te pueda calar hasta el tuetano que se convierta en tu motor de vida, es algo fantasioso e irreal, como podrías amar a alguien al grado de quererlo más que a tí, Krest creía que eso era tonto pero...ahí estaba, le estaba pasando, para él, ahora que sabía que nunca más volvería a ver a Zaphiri, la vida se le había acabado, ya no le encontraba sentido, de que servía despertar todas las mañanas si lo iba a hacer solo, para que se esforzaba en sonreír si ya no tenía un buen motivo, para que seguir viviendo si la persona con la que lo deseaba ya no estaría ahí.

Ni siquiera se dió cuánta cuanto había avanzado el día, prácticamente se había desconectado de la realidad por horas y ahora la noche daba paso a la obscuridad. Le sirvió algo de comer a sus cachorros, dándoles un fuerte abrazo y un ligero lo siento, no podía más, quería que el dolor se fuera.

Camino despacio a la entrada, quitando el seguro y dejando la puerta entreabierta, de esa manera Hasgardo entraría y se encargaría de sus hijo, después fue  al baño directo al botiquín, sus manos no temblaron ni un segundo cuando abrió el frasco de pastillas  e ingreso una a una en su boca.

Jamás fue creyente pero en esos momentos solo le pedía a Dios que al abrir de nuevo los ojos se encontrará con Zaphiri, que le permitiera reencontrarse con él en la otra vida, se sentó en el piso del baño y comenzó a dormitaba, esperando que ese dolor terminará.

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