III

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Mis manos se enredaron en sus cabellos rubios, la reacción de Yamada al comienzo fue de sorpresa. Me separó de sus labios, sus ojos se posaron en mi durante unos segundos. Ésta vez fue él quien me besó.
Sus manos rodeaban mi cintura y recorrían mi espalda. Las mías juguetaban con su cabellera mientras acariciaban su cuello, sus besos eran tiernos y suaves, cada vez nos hundíamos más en aquel interminable beso. Yamada se separó con gentileza, mi labial quedó impreso en su boca.

—Lo siento—dije mientras corría la mirada.

—¿Por qué te disculpas?, fue lo mejor que me pudo suceder en el día.—Encurvó las comisuras de sus labios dibujando una sonrisa.

—No debí haberlo hecho.—Guardé silencio durante unos minutos mordisqueando mi labio inferior. Trataba de buscar las palabras adecuadas—. Olvida esto, yo no debería estar pensando en este tipo de cosas

—¿Sucede algo Naoko? .—Acercó su mano hacia mi mentón girando mi rostro hacia él.

—Es algo de lo que no quiero hablar ahora, ¿de acuerdo?... el tren está llegando, nos vemos. Cuídate rubio.—Avancé unos cuantos pasos dejándolo atrás.

—Envíame un mensaje cuando llegues a casa—dijo apenas alzando la voz —. Para dormir tranquilo.

No dije nada, me limité a mirarlo durante unos segundos. A diferencia de lo que acostumbraba a ver, esta vez se veía tranquilo, callado. Subí al tren en silencio, durante todo el trayecto podía sentir aún los labios del rubio y sus manos firmes sujetándome con fuerza, en ese momento no lo quería admitir, pero, ansiaba volver a vivir ese momento.
Le envié un mensaje al llegar, no pasaron dos minutos para que me llamase, decidí no contestarle. Me dormí pensando en Yamada.
Era temprano por la mañana, asistí a una reunión de la editorial, querían discutir el rumbo de mi próximo libro, les preocupaba que no fuese del agrado de la sociedad japonesa.
«No tienen por qué preocuparse, han visto mis anteriores obras. Les aseguro que los haré ganar millones con mi libro» dije. Aunque trataba de sonar confiada y ganarme su tranquilidad en el fondo ni yo confiaba del todo en mí misma.
Con todo el éstres de la mañana había olvidado todo lo sucedido con el rubio, e incluso iba olvidando todo lo que viví antes de llegar a Japón,  de a poco sin darme cuenta estaba logrando lo que buscaba.

Recorrí las calles de Tokio hasta que cayó la tarde, volví a casa con la mente agotada. Tenía llamadas perdidas del rubio, no quise responderle, no tenía mente para pensar en él hoy, debía ponerme a trabajar en mi manuscrito. Me pasé toda la tarde en una de las habitaciones de la casa en la cual vivía, la había modificado para usarla como estudio. Era espaciosa y tenía pocos muebles, una estantería llena de libros y plantas, un escritorio en el que se desbordaban materiales de escritura y una silla de escritorio. No tenía muchas cosas en ella ya que así podía pasearme por la habitación, jugar o hacer ejercicio si tenía algún bloqueo mental.
Eran casi las siete de la tarde, el sol se estaba poniendo, estuve tan sumergida escribiendo que había olvidado por completo comer o si quiera ir al baño. El sonido del timbre interrumpió mis pensamientos, «¿Quién podría ser?, solo los de la editorial saben mi dirección—pensé para mis adentros—. Tal vez son ellos, ahora quieren molestarme incluso en mi casa.»
Abrí la puerta a malas ganas, para mi sorpresa era el rubio quien golpeaba la puerta. Estaba ahí parado, jugueteando con su cabello, mirando a todas partes, al verme sonrió.

—¡HEY NAOKO!

—¿Cómo supiste donde vivo?—pregunté sorprendida.

—Bueno, intenté contactarte todo el día, pero no respondías...¡así que fui a tu trabajo y pregunté por ti, y como vieron que soy un pro hero me dieron tu dirección!

Noisy Boy (PresentMic x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora