VI

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Kim seguía vociferando cosas sobre mi.
Yo no podía soltar ni una sola palabra, mi mirada estaba congelada, seguía sin poder creer lo que había sucedido, todo lo que Kim había dicho, todo lo que ellos habían escuchado.
Tal vez nunca podría escapar de mi pasado, «esto debe ser una especie de maldición, sí, eso debe ser—pensé —.»

Recuerdo haber visto como Aizawa tapaba a Kim con una manta y la sacaba del salón. Unas manos cálidas se posaron en mis hombros, era el rubio, preguntó si me encontraba bien, «sí—respondí por inercia» mientras me levantaba lentamente, observé durante un momento todo a mi al rededor antes de marcharme. Ya no tenía nada que hacer allí, la fiesta había acabado, no quería saber de Kim y no me sentía con el valor para seguir viendo al rubio y a Aizawa la cara.

Yamada trató de detenerme, insistí en querer irme.

—Al menos déjame acompañarte a casa, se nota que no estás bien—me sostuvo de los hombros y me miró con firmeza al decirme aquello. No me quedó remedio mas que aceptar.

Caminamos un buen trecho en total silencio, las palabras de Kim no dejaban de rondar en mi cabeza, mi respiración era pesada y el rubio solo se limitaba a caminar junto a mi.
«Después de todo es un héroe, debo causarte asco al saber que por mi culpa murieron dos personas. Tal vez me está acompañando solo por su deber, quizás no quiera volver a hablarme... es lo más seguro, yo tampoco lo haría después de todo—pensé mientras tomábamos un taxi, no podía creer que luego de querer escapar de todo, al final, todo volvió de golpe».

Habíamos llegado a mi casa, el rubio pagó el taxi y me ayudó a salir del coche, pensé en todo lo que quise agradecerle y nunca pude... y ahora tal vez nunca podría.
Su cara era seria, su mirada apagada y su voz al despedirse tajante. Le agradecí por traerme hasta la puerta de mi casa y me disculpé por los problemas causados... la mano del rubio rodeó con fuerza mi brazo cuando estaba a punto de voltear.

—No sé bien qué sucedió hace un momento, ni tampoco sé qué hiciste antes de venir a Tokio, pero hay algo que quiero que sepas... no pienso juzgarte por tu pasado, puedo ver que eres una buena persona, tal vez estés algo quebrada, pero puedo asegurar que eres alguien amable. Es decir ¡vamos!, esperas a que las palomas pasen para seguir tu camino, ¡ni siquiera puedes espantarlas jajaja!... —El chico hizo una pausa antes de continuar— escucha Naoko... no quiero alejarme de ti

—¿Lo dices en serio?— pregunté con voz temblorosa. El rubio solo se limitó a esbozar una sonrisa.
Las lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro. Intenté detenerlas, pero me fue imposible... lo único que podía hacer en ese momento era llorar.
Tapé mi rostro con ambas manos, supongo que quería evitar que Yamada viera lo feo que estaba mi rostro, mis piernas ya no podían sostenerme y mi voz no podía dejar de sollozar.
Nunca supe si lloraba de alegría ante las palabras del rubio, o solo era la tristeza que ya no podía ocultar. 

—Naoko...—La voz de Yamada era débil. No vi su expresión, no podía levantar la mirada. Solo sabía que estaba inmóvil parado frente a mi.

—Lo siento tanto—Fue lo único que pude decir entre sollozos. Quería dejar de llorar, pero no podía, por más que lo intentaba mi cuerpo no me obedecía, lamentaba que tuviera que verme en una condición tan vergonzosa.

El llanto no cesaba, necesitaba calmar mi mente, pero no podía dejar de recordar las palabras de Kim; aquel día en que asesiné a Nathan; la vergüenza que sentía... el arrepentimiento. Nunca he sabido de un sentimiento tan amargo y espeso como lo es el arrepentimiento. Es algo que te carcome por dentro. 
Cada vez me sentía peor, me dejé caer, ya no tenía fuerzas para soportar mi propio peso ni siquiera podía controlar mi respiración, todo estaba nublado y el aire se me iba acabando.

—Tranquila, estoy aquí—Yamada se acercó a mi extiendo sus brazos. Me rodeó con ellos para levantarme, lo hizo con tal facilidad como si fuese una niña pequeña.

Me tomó en sus brazos en silencio, abrió la puerta con las llaves que tenía en mi bolso. Era extraño, pero estar entre sus brazos me calmaba, mis brazos rodeaban con fuerza su cuello y mis piernas se aferraban a él. Fuimos a mi habitación.

Al abrir los ojos vi al rubio recostado junto a mi acariciando mi cabello.

—Por fin despiertas—dijo con voz suave.

—¿Cuánto tiempo estuve dormida?

—¿Hora y media quizás?, la verdad perdí la noción del tiempo

De pronto recordé la escena que hice, volví a recordar todo lo que dijo Kim y todo el llanto que tuvo que soportar Yamada. Mi rostro se puso colorado, no podía creer haber hecho semejante escena frente a él.

—Siento haber hecho que vieras todo eso

—Estaba muy preocupado, no sabía qué hacer—El rostro de Yamada tenía un aire frío, sus ojos estaban posados en mi, pero su mirada estaba perdida—. No sabía qué hacer... me sentí como un tonto—rió algo torpe a la vez que bajaba la mirada— yo solo estaba enfocado en ser alguien agradable para ti, en que me vieras como algo más y ni siquiera pude ver que tienes muchos problemas... creo que estoy perdiendo mi tiempo, ¿no?

—¿No te intereso por tener estos problemas entonces?—algo en mi pecho se apretó, como si quisiera decirme "te lo dije"—.

Claro que no, ¡me encantaría estar contigo!... pero supongo que no soy lo que buscas, ¿no?

Mi mente daba vueltas, no quería darle esa impresión a Yamada, pero era tan difícil demostrar lo contrario. Tenía razón, tengo mucho en mi cabeza como para pensar en el romance ahora mismo, pero no podía evitar querer tenerlo entre mis brazos. El recuerdo de él llevándome en sus brazos seguía vivo en mi cuerpo, todavía podía sentir sus largos y delgados brazos sosteniendo mi cuerpo como si fuese una pluma, el calor de su pecho apegado en mi rostro, su respiración agitada... lo quería devuelta, quería devuelta todo.
No sabía cómo demostrarle lo contrario sin sentir que me estaba equivocando.

—Tienes razón—murmuré— no me siento capaz de sostener un romance ahora mismo

—Lo entiendo—dijo Yamada entre suspiros. Al parecer iba a decir algo más, pero dejó de hablar al ver como me acercaba a él—.

—Pero aún así no te quiero lejos de mi

Tomé el rostro del rubio entre mis manos con brusquedad y lo acerqué hacia mi. Le di un beso, un beso profundo y húmedo.
Yamada sin pensarlo me tomó entre sus  brazos, recorriendo mi cuello y nuca con sus manos. Sus manos eran grandes y firmes, no me daban respiro y cada vez iba perdiendo más la respiración mientras me besaba.

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He vuelto a escribir luego de mucho tiempo, supongo que la cuarentena logró que mi motivación volviera jajaja lamento a quienes siguen la historia hacerlos esperar tanto :( y disculpen si mi escritura se lee algo raro, me siento oxidada luego de haberme alejado tanto tiempo.
Espero disfruten el capítulo 🖤

Noisy Boy (PresentMic x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora