Desconectados

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Una familia de clase media que vivía en el bosque había estado en un trance durante muchos años seguidos. Cada vez que se reunían, la información del mundo llegaba a su hogar con una rapidez nunca antes vista por el hombre. Eran unos misántropos de su propio contacto humano, pero tenían el poder de la información. Una noche, luego de que la familia regresara de la ciudad, se reunieron en la sala para otra sesión más de ignorarse. Pero esa velada fue interrumpida cuando la electricidad se fue y la información les dejó de llegar. No sabían qué había pasado, más por primera vez en mucho tiempo, se veían los rostros. Esa noche, ante el único brillo de las estrellas y unas cuantas velas, la hija supuso que tal vez ese era el momento perfecto para hablar de ciertos temas que no había tratado con sus papas desde que fue una niña y le impusieron un dios y una orientación sexual de golpe. La jovencita lo había mantenido en secreto muchos años, pero ahora que sus padres volvían a hablar, creyó pertinente contarles sobre su homosexualidad y ateísmo. Los labios le temblaban, supuso que sus padres tal vez la verían como una destartalada llena de deshonras. No obstante, debía actuar rápido, pues si esperaba más, la información y el trance podría regresar a su vida y arrebatarle, hasta quien sabe cuándo, a sus padres. Entonces, cuando por fin estaba decida a hablar, el internet los desconectó.

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