Después del sexo

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Sabanas, almohadas, caricias próximas al olvido; todo por aquí y por allá. Los dos amantes habían finiquitado sus juegos sexuales, de esos donde la frialdad sobra cuando se le hace el amor a quien no se ama.

Apenas despierta en la habitación de hotel, los sigilosos pasos que la abandonaron, finalizaban su ruta luego de cerrar la puerta que dirigía al pasillo. Un tanto cansada, sentó su desnudo y sudado cuerpo en el colchón. Vagó la mirada sobre un espejo donde antes se había visto haciendo el amor con otro y ahora solo reflejaba a ella junto a su trunca sombra. Fue en ese momento cuando una lánguida culpa de color amarillo golpeó el pecho de Erika, pero no lo contuvo mucho tiempo.¡Qué ella iba a saber sobre contener remordimientos! De esos que calan los pies en la noche y fastidian el dormir. Vomitándolo en forma de suspiro, su conciencia encontró otras formas y figuras por la cual preocuparse. Inmediatamente después, revisó Whatsapp y le escribió a Antonio, quien aparte de ser su novio, era el mayor idiota que conozco. Mas sabía darle algo que yo no y que francamente, tampoco me importaba entregarle: Atención después del sexo.

Regresé a la realidad, almorzaba dentro de un local de comida rápida cuando Ericka pasó, llevaba la misma blusa blanca con la cual se desvistió en mis eróticas invenciones. Cruzamos miradas y nos ignoramos. Atrás de ella se alzaba curiosamente un hotel... Todavía me pregunto si no seré su único amante.

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