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Los chicos estaban comiendo en silencio mientras los padres de Jimin seguían conversando sobre trabajo en la mesa.

El mayor deseaba que la cena terminara de una vez para poder llevar a Jungkook a su cama. Había esperado mucho para eso, ya no podía más. Sin embargo, nada le impedía aprovechar el momento y seguir jugando otro poco.

Jungkook estaba a su lado, concentrado en los alimentos en su plato. Se veía tranquilo y Jimin no entendía por qué.

Estiró su mano y tocó su pierna, justo como aquella noche en la que lo besó por primera vez.

El menor se sobresaltó un poco y miró hacia abajo para observar lo que Jimin le estaba haciendo.

Era vergonzoso estar haciendo eso frente a los padres del más grande, aunque ellos no pudiesen verlos. Pero aún así, Jungkook no hizo nada. Le echó un vistazo a su amigo quien le sonrió y luego siguió comiendo con su mano libre como si nada.

Jimin deslizó su mano con firmeza más cerca de su entrepierna. Podía sentir a Jungkook tensándose ante el toque. Realmente pensó que le quitaría la mano pero estaba dejándolo avanzar tanto como quería. El menor de verdad podía ser tan pervertido y atrevido como él cuando quería y Jimin amaba eso.

Los adultos estaban en su propio mundo e ignoraban por completo el incendio que se estaba llevando a cabo en ese momento en los pantalones de Jungkook.

Solo Jimin era consciente de ello pues estaba masajeándolo lo más disimulado posible.

Por su parte el menor no aguantaba las ganas de gemir. Tenía que llevarse la mano a la boca para ahogar los sonidos que amenazaban con salir de allí. Jimin estaba disfrutando torturarlo así pero su cuerpo también estaba reaccionando al calor que el más chico emitía. Seguramente no podría aguantar mucho más antes de que le empezara a faltar el aire a él también.

En un momento Jungkook posicionó su mano sobre la de él y lo hizo hacer más presión donde estaba tocando. Eso fue inesperado y sorprendió al mayor.

De acuerdo, era suficiente, pensó Jimin, tenía que llevarlo a su cama de inmediato.

Se acercó al chico y le susurró en el oído.

- ¿Te gusta lo que te estoy haciendo, eh?

Jungkook no respondió, solo temió que los Park hubiesen escuchado, pero ellos seguían sin tener idea de lo que pasaba del otro lado de la mesa.

Jimin sonrió con malicia. Adoraba tanto esos juegos prohibidos.

- Jungkook. - la voz de su madre tomó a ambos por sorpresa y rápidamente retiró su mano del regazo del menor.

- ¿Sí? - respondió el chico tragando saliva con dificultad. Casi que se me había ahogado por el susto.

- Puedo armarte una cama improvisada en el sofá de la sala para que duermas. Dormir con Jimin debe ser muy incómodo.

- Sí, ya no son niños chiquitos. Ya no entran en esa cama. - agregó el señor Park.

Oh, podemos entrar perfectamente, pensó Jimin pero se aguantó las ganas de comentarlo.

- No hace falta. No se molesten. - les dijo Jungkook.

- Entramos bien en mi cama. A Jungkook no le molesta ¿verdad? - Jimin miró al chico a su lado y éste negó con la cabeza.

- Bueno, igual a mí se me hace incómodo. - siguió diciendo la mujer - Pero ya qué. No se queden hasta muy tarde despiertos. Mañana ambos tienen clases.

Los chicos asintieron como niños obedientes simplemente para darle el gusto.

Las clases era lo de menos en ese momento. Ninguno de los dos pensaba en ello ni mucho menos en dormir esa noche.

Deseo Prohibido - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora