Primer día en Sphin

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A la mañana siguiente, lo único que veía a través de mi ventana era una densa niebla.
— Estupendo — balbuceé. Aquí nunca se podía ver el cielo.

El desayuno con mi madre se desarrolló en silencio, y luego se fue primero para trabajar en su libro.

Era imposible para mí estar "solo" en casa, no quería llegar pronto a clase, pero tampoco permanecer ahí más tiempo siendo ignorado por mi madre, por lo que me puse una tirita nueva en el dedo herido por el cuchillo, mi chaqueta, una gorra y encaminé hacia la llovizna que acababa de empezar.

Era mi primer día en el instituto Sphin. Al encontrarse en un pueblo pequeño, todos sabían de la llegada de un alumno nuevo, un chico de Texas.

Seguro que creerán que soy un vaquero rudo y con habilidad para pelear. Pero para su decepción, yo era más bien patoso, tenía la rudeza de una ardilla y mi espíritu animal era un koala.

Fue fácil encontrar el instituto pese a no haber estado nunca. Era un edificio junto a la carretera. No resultaba nada obvio que fuera una escuela, solo me detuve por el cartel que anunciaba la academia.
Estacioné mi auto, o mejor dicho, el auto de mi madre, en el parking.
Llegué 10 minutos antes para confirmar algunos papeles, horarios y planos de mi clase.

Salí del coche hacia la cabina casi corriendo ya que estaba cayendo una llovizna terrible,
típico de Boseong. En el interior había más Luz de lo que esperaba, se sentía muy cálida.
La oficina era pequeña: una salita de espera con sillas plegables acolchonadas y un reloj que hacia tic-tac de forma ostensible.
A mi lado izquierdo, se hallaba una pelinegra regordeta con gafas, sentada en uno de los cuatro escritorios que habían en la sala.

— Disculpe — me dirigí a ella.
— ¿Te puedo ayudar en algo? —
— Soy Park Ji Min — le informé, y de inmediato advertí en su mirada un atisbo de reconocimiento.
— Eres el hijo de la escritora Sun — añadió la pelinegra mientras rebuscaba entre unos documentos prácticamente apilados hasta agarrar lo que parecía que buscaba.
Precisamente aquí tengo el horario de tus clases y los planos de la escuela, por lo demás está todo perfecto - me entregó los papeles y luego se incorporó con los ojos vidriosos - He leído todos los libros de tu madre, es mi escritora número uno...
— Yo... Tengo que irme.
— Oh... Sí, perdona.

Le di las gracias y salí de allí rumbo a mi primera clase del día. Los demás estudiantes ya habían llegado
cuando me encontraba fuera. Me puse a la cola de alumnos para seguir su camino hacia el instituto.

Después de tantas vueltas finalmente conseguí llegar a mi clase. Paré frente a la puerta, respiré hondo — puedo hacerlo — entre sin mucha convicción. Dentro me topé con un hombre alto y calvo, a quien sabía que odiaría por el simple hecho de que impartía matemáticas.
— Tú debes de ser Jimin — añadió este al percatar mi presencia.
— Sí — afirme tímido.
— Bueno, puedes sentarte — me indicó el único sitio vacante que había al lado de un chico castaño, delgado pero con aspecto fuerte, ojos negro carbón, labios finos y rojos, piel muy pálida. Era un ser realmente bello.

Lo miré mientras me dirigía a sentar a su lado, traté de hacerlo con elegancia y seguridad, pero tropecé con mis piernas y me apoye en la mesa para no caerme al suelo. Lo que provocó que la herida de mi dedo se abriera y sangrara un poco.
~ Genial, has hecho de la tuyas Jimin ~ me reproché.

Él castaño me miró fijamente y luego apartó la vista con un aspecto de insatisfacción. Me senté avergonzado por la escena que acababa de regalar a mis nuevos compañeros de clase.

Me dirigía a mi Toyota con los cascos y la música a todo volumen, estaba claro que había hecho el ridículo el primer día de clase.
Todavía llovía un poco así que con la capucha puesta trataba de llegar lo antes posible a mi auto. Por fin estaba resguardado en el coche, encendí la calefacción, me apoyé en la silla y suspiré pensativo mirando mi dedo.
Mientras trataba de relajarme noté la mirada de alguien desde el otro lado del parking. Era él, mi compañero de asiento. Nuestras miradas se encontraron y la expresión de su cara era de lo más extraña, hostil y airada. pasmado, aparté la mirada sonrojado. Arranque el coche y quise dar marcha atrás tan rápido que por poco le doy a un Volvo azul.

Cuando volví a mirar el chico ya no estaba.
¿Cómo había desaparecido tan rápido?

DEPREDADOR [Koomin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora