Acto Primero

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ESCENA I

Tarde tempestuosa


TRES BRUJAS

BRUJA 1.ª. - ¿Cuándo volvemos a juntarnos, cuando relampaguee, cuando truene o cuando llueva?

BRUJA 2.ª. - Cuando acabe el estruendo de la batalla, y unos la pierdan y otros la ganen.

BRUJA 3.ª. - Entonces será antes de ponerse el sol.

BRUJA 1.ª. - ¿Dónde hemos de encontrarnos?

BRUJA 2.ª. - En el yermo.

BRUJA 3.ª. - Allí toparemos con Macbeth.

BRUJA 1.ª. - Me llama Morrongo.

BRUJA 2.ª. - Y a mí el Sapo.

Las tres juntas. - El mal es bien, y el bien es mal: cortemos los aires y la niebla.

ESCENA II

Campamento

DUNCAN, MALCOLM, UN ESCUDERO, UN SARGENTO, LENNOX Y ROSS

DUNCAN. - ¿Quién es aquel herido? Quizá nos traiga nuevas del campamento.

MALCOLM. - Es el escudero que puso en peligro su vida por salvar la mía. ¡Buenas tardes, amigo! Cuenta tú al Rey el estado del combate.

ESCUDERO. - Sigue indeciso, semejante a una lucha entre dos nadadores que quieren mutuamente sofocarse. Con el traidor Macdonwald, en quien se juntan todas las infamias, van unidos muchos caballeros y gente plebeya de las islas de Occidente. La fortuna, como ramera, les otorga sus favores, pero en vano, porque el fuerte Macbeth, hijo predilecto de la victoria, penetra entre las filas hasta encontrarle, y le taja la cabeza, y la clava sobre nuestras empalizadas.

DUNCAN. - ¡Bravo caballero, ornamento de mi linaje!

ESCUDERO. - Así como el sol de la mañana produce a veces tempestad y torbellinos, así de esta victoria resultaron nuevos peligros. Óyeme, Rey. Cuando el valor, brazo de la justicia, había logrado ahuyentar a aquella muchedumbre allegadiza, he aquí que se rehace el de Noruega, y arroja nuevos campeones a la lid.

DUNCAN . - ¿Y entonces no se desalentaron Macbeth y Banquo?

SARGENTO. - ¡Desalentarse! ¡Bueno es eso! Como el águila viendo gorriones, o el león liebres. Son cañones de doble carga. Con tal ímpetu menudearon sus golpes sobre los contrarios, que pensé que querían reproducir el sacrificio del Calvario. Pero estoy perdiendo sangre, y necesito curar mis heridas.

DUNCAN. - Tan nobles son como tus palabras. Buscad un cirujano. ¿Pero quién viene?

MALCOLM. - El señor de Ross.

LENNOX. - Grande es la ansiedad que su rostro manifiesta. Debe ser portador de grandes nuevas.

(Entra Ross)

ROSS. - ¡Salud al Rey!

DUNCAN. - ¿De dónde vienes, noble señor?

ROSS. - Poderoso monarca, vengo de Fife, donde el aire agita en mengua nuestra los estandartes noruegos. Su Rey, con lucida hueste y con ayuda del traidor señor de Cawdor, renovó la lucha, pero el terrible esposo de Belona, cubierto de espesa malla, les resistió brazo a brazo, y hierro a hierro, y logró domeñar su altivez y postrarla por tierra. Al fin, logramos la victoria.

DUNCAN. - ¡Felicidad suprema!

ROSS. - El rey Swenon de Noruega quería capitular, pero no le permitimos ni aun enterrar sus muertos, sin que pagara antes en la isla de Colme la contribución de guerra.

Macbeth [Shakespeare]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora