( o m e g a v e r s e ); ❝-Te amaré hasta el fin de mis días, lo prometo-masculló entre dientes, apretando con sus dedos la mano pálida de él. -. No te dejaré ir. Aún tenemos miles de lluvias de estrellas por ver. Solo... no me dejes.❞
❀ p u b l i...
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La llegada a casa de Armin había tardado menos de lo esperado. El pequeño chico de cabellos dorados lo recibió con una sonrisa, aún se podía notar la rojez en su nariz y mejillas a causa del resfriado que había pescado hacía unas semanas, Eren en cuanto notó el malestar de su amigo se ofreció rápidamente a prestarle las carpetas y apuntes de la universidad hasta que se repusiera.
A pesar de que Armin era un omega y él un alfa podían llevar su amistad sin ningún tipo de problema, extrañamente Eren no reaccionaba ante las feromonas de algún omega o ante el celo de los mismos, hasta pensó que era un beta, pero el firme nudo que fue creciendo desde su niñez aseguraba que era un alfa.
Después de despedirse de Armin fue hasta la casa de Jean, el cual vivía a unas seis cuadras de la casa de su rubio amigo. Jean lo había invitado a jugar algunos vídeo juegos, comer pizzas y quizás tomar algunas cervezas, al principio le había parecido una idea espectacular pues no tenía nada que hacer, pero luego recordó los trabajos prácticos que tenía que entregar para esa semana, aunque de todos modos tampoco quería cancelarle a Jean pues quería distraerse un rato.
Al llegar a la casa del chico, tocó el timbre a lo que unos minutos después lo recibió el hermano de su amigo; Christopher. Él era un alfa, al igual que Jean, la diferencia era que Chris era aterrador pues poseía un semblante bastante serio, con el pelo en un tono gris opaco y los ojos negros.
—H-Hola... — tartamudeó, a lo que maldeció por eso — ¿Está Jean?
El chico lo observó de pies a cabeza, sonriendo amargamente de lado.
—Pasa.
Su voz ronca y fuerte, prepotente como todo un alfa, le caló los huesos causándole escalofríos. Chris cerró la puerta y se dio media vuelta. —¡Jean! — gritó antes de dirigirse hacia la cocina.
Pronto unos pasos se escucharon por las escaleras y su amigo apareció en la sala. Traía un buzo azul oscuro, junto con un jogging gris y sin calzado.
El joven lo saludó con un choque de puños y un corto abrazo, pronto lo invitó a pasar hacía su cuarto mientras él iba a la cocina por las latas de soda, cerveza y algunas bolsas de frituras mientras esperaban la llegada del repartidor de pizza.
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