🌸 Capítulo 4

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—Levi cariño, he ido por-

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—Levi cariño, he ido por-...

El azabache miró fijo a la mujer, interrumpiendola. —No es un buen momento, madre. Hablaremos después.

La fémina sonrió triste y asintió con la cabeza, acomodando la correa de su bolso negro en su hombro.

—Como quieras. — suspiró. — Perdón por no haberme presentado he sido descortés.

Los grandes ojos grises de ella ahora observaban a Eren con una expresión cansada. El castaño podía notar sus facciones algo envejecidas y fatigadas, unas pronunciadas ojeras oscuras marcaban su piel pálida.

—Soy Kuchel Ackerman.

La mujer se acercó a él extendiendo su mano hacia Eren y él rápidamente la tomó.

—Eren Jaeger, señora Ackerman, un gusto en conocerla.

Kuchel sonrió apenas y se acomodó el cabello negro por detrás de su oreja.

—Me retiraré a descansar un poco. Buenas noches Eren. — comunicó descolgandose el bolso de su hombro. — Buenas noches Levi.

—Buenas noches madre. — Rivaille contestó tosco.

La mujer se retiró minutos después, desapareciendo por uno de los pasillos ubicado a la izquierda de la habitación. El ruido de sus tacones de aguja era lo único que se podía escuchar en medio del incómodo silencio que se había formado. Rivaille tenía los ojos fijos en sus cuadernos y no emitía sonido alguno.

Eren carraspeó un poco incómodo.

—Bueno, empezaremos con lo básico. — comentó removiendose en el sillón. — Nuestro preceptor me informó que ya te dieron algunos de los temas de principio de año.

—Si. — afirmó sin mirarlo.

—¿Puedes prestarme tu cuaderno?.

El azabache agarró el cuaderno de tapa azul y se lo pasó al castaño.

Eren, al abrir la carpeta, notó la prolija letra en minúscula de Rivaille. Tenía cuatro temas de los diez que llevaban en el año.

—¿Pudiste entender y repasar algo? — preguntó sin dejar de ojear el cuaderno.

—Si. — se limitó a responder seco, sobándose el costado derecho de su cuello pálido.

—Está bien. Entonces te pasaré los tres temas siguientes y los repasaremos así seguimos con los que faltan.

Eren le devolvió el cuaderno al azabache y, al momento en que Rivaille acercó su mano izquierda, notó una severa cicatriz en su brazo asomarse por debajo de su suéter. La herida tenía tonalidades rosadas y se difuminaba con el color de su piel, dando a entender que era una cicatriz vieja y ya curada en su totalidad, pero aún así, era muy visible si se observaba con atención.

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⏰ Última actualización: Jan 12, 2020 ⏰

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pluie d'étoiles. ☹ rirenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora