Capítulo Unico

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Capítulo Único.

— Duele, ¿verdad?

Las palabras serias llegaron a la mujer que lo observaba. Su expresión en el rostro era serena y tenía sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Sentía su corazón un tanto extraño, como si lo estuvieran apretando con toneladas de algo tan pesado como para sentir eso recorrer por todo su vientre.

— ¿A qué te refieres?

Hacerse la desentendida y la dura iba a ser su cuartada en ese momento. No podía permitirse desmoronarse ante él, ni ante a nadie. Lo vio sonreír amargamente, ¿cómo era posible que se viera tan guapo con cualquier sonrisa, cosa o situación? Esa era una cualidad de Steve Rogers. Es tan perfecto que ni siquiera una mancha en el rostro por más grande que fuera lo haría verse mal.

— ¿Hablas en serio? — desvío la mirada, riendo levemente de manera irónica. — No puedo creerlo.

— En verdad no te entiendo. Ha pasado tiempo, todo esto es una casualidad.

Comenzaba a sentirse molesta. Molesta por querer golpearlo, pero a la vez querer abalanzarse a sus brazos y sabía perfectamente que él la recibiría gustoso, pero sabía que en esos momentos no sería tan fácil.

Los acontecimientos pasados le dejaron heridas que apenas estaban queriendo cerrar. Odiaba que en aquel tiempo su relación no hubiera dado frutos como lo había deseado, que la situación entre ellos no estuviera tan delicada y que el estúpido de Bruce no hubiera mal interpretado las cosas.

— Por supuesto, porque Natasha Romanoff es de hielo. — escupió, apretaba su mandíbula y en sus ojos azules miraba enojo. — Es fría y sin sentimientos.

— No recordaba que fueras tan rencoroso.

El azul de sus ojos se encontró con los verdes de ella. Él negó y se quedó sin decir nada. Por otro lado, Natasha quería salir corriendo de ahí, subirse a su coche y llorar. El motivo que le dio fin a su relación fue tan estúpido que obviamente se sentía un tanto idiota ante aquel hombre que tenía enfrente.

— No soy rencoroso, solo por un momento, por un mínimo instante quise que sintieras lo que yo sentí.

— ¿A eso como se le llama entonces? Tengo curiosidad.

Tenerlo ahí enfrente hacía que sus sentidos se fueran por momento, ¿cómo podría enfrentarlo si en verdad quería hacer todo lo contrario? ¡Por el amor a la santa madre! Tenía un año o un poco más sin ver a quien fue su novio por casi cuatro años. Era tan obvio que volverlo a ver en un lapso corto de tiempo haría que su piel se erizara y su corazón se estrujara.

Y por supuesto que el enojo y los celos iban a aparecer cuando lo vio con esa mujer. Porque estaba más que claro que aún no lo olvidaba por completo, eran muchos momentos vividos y recuerdos que no se borraran de su mente de la noche a la mañana.

Estaba de acuerdo que cada quien tenía que rehacer su vida. Aun lo amaba y algo le decía que él también a ella.

— Tú me dejaste.

— ¿Qué? — frunció su ceño, bufo y se señaló así mismo. — ¿Ahora yo soy el culpable?

— En realidad no. — dijo firme, aunque le tembló la voz al hablar. — Ambos tenemos la culpa.

— Fuiste tú la que me mintió a mi, Natasha.

Silencio.

Aún seguía deseando salir corriendo de ahí. Intentaba mantener su cabeza fría, nunca se imaginó encontrarse a Steve en ese restaurante y mucho menos que al verla la siguiera hasta afuera del local. Tampoco imagino que se quedaría por lo menos dos minutos en algún estado de shock viéndolo a los ojos a lo lejos.

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