El Camino a la Libertad

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Así es como la vida de la familia real y el destino de la monarquía francesa cambio para siempre. 

Con tal de no perder en su totalidad el poder, en 1791 viviendo en la época del terror, el rey accedió a formar una monarquía constitucional donde su autoridad real quedó supeditada a la ley  y el poder se dividiría entre él y la Asamblea Constituyente. 

Habiéndose despedidó en 1789  de los lujos del aislado palacio de Versalles, la familia trasladó su residencia al palacio de Tullerías, en el corazón de Paris.  Viviendo bajo la constante vigilancia, poco a poco su hogar fue convirtiéndose en la prisión dorada de la familia. 

Con la conciencia y el orgullo del gran monarca herido por los tratos de la asamblea, comenzaron sus planes de huir del país

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Con la conciencia y el orgullo del gran monarca herido por los tratos de la asamblea, comenzaron sus planes de huir del país. Sin embargo contaban con un gran problema, la Guardia Nacional se negaba a permitirles la salida del palacio, aunque se les trataba bien y se les defendía de los disturbios del pueblo, ni siquiera cuando el rey se dirigía a Saint-Cloud para encontrarse con un sacerdote se le permitió la salida.

La idea era llegar a Montmédy junto a la frontera, con la ayuda del conde sueco Hans Axel de  Fersen, fueron puliendo los detalles para su huida. El obstáculo principal era pasar de ser percibidos. Siendo una familia numerosa y con Louis negándose a viajar en un carruaje de segunda, no sería ninguna tarea fácil. Pero mucho menos sería una misión segura. Viviendo en la época mas oscura del país, cualquier clase de carruaje era candidato a un asalto, eso significaba un alto riesgo de ser descubiertos. Si eso pasaba, regresar a Tullerías seria el menor de sus problemas, podía acusárseles de alta traición y acabar en la guillotina, destino ya de muchos aristócratas, intelectuales, periodistas. Por eso se harían pasar por una familia de aristócratas rusos, no los reyes de Francia.   

Una calurosa noche de junio, cuando el sol ya se había puesto en las deterioradas calles de París y el silencio sepulcral ponía los nervios de punta a cualquiera lo suficientemente valiente para salir a esas horas, el plan de la familia se puso en acción.  Uno a uno los integrantes fueron saliendo por las entradas del palacio, vestidos con capas para ocultar sus rostros, siendo Maria Antonieta la primera, seguida por Louis  y Maria Teresa.

-Es vuestro tvrngo - proclamó el conde, con su pesado acento sueco ademas de su mal francés.   

 Viviane salió aferrada al brazo de su padre, caminando a paso solemne pero con la respiración agitada, su padre dulcemente le acariciaba la mano con su dedo pulgar con el afán de calmarla

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 Viviane salió aferrada al brazo de su padre, caminando a paso solemne pero con la respiración agitada, su padre dulcemente le acariciaba la mano con su dedo pulgar con el afán de calmarla. Iban caminando por uno de los largos pasillos del palacio cuando en una vuelta alcanzaron a distinguir una silueta. Disminuyeron el paso para hacer el mismo ruido que se hubiera hecho al caminar sobre una nube, entrecerrando los ojos, Louis trataba de analizar la situación. Se trataba del marqués de Lafayette, alguien totalmente capaz de arruinar sus planes y alertar a la Guardia Nacional. Para su suerte se encontraba dormido, pasaron como dos fantasmas a su lado logrando cruzar sin ser percibidos  y en cuanto dieron vuelta en el siguiente pasillo se echaron a correr al encuentro de los otros en el carruaje. Instantes después llego el conde de Fersen listo para arrancar hacia la libertad.  

Era muy temprano en la madrugada y los pasajeros no tardaron en entrar en un sueño profundo, recargados los unos entre los otros. Todos menos Louis y el conde quienes tardaron mas en lograr dormir.  A medida pasaba el tiempo al rey lo acababan sus propios pensamientos, sobre el funcionamiento del plan, qué iban a hacer al llegar a Montmédy, si algún día podrían volver a su hogar en Versalles en completa normalidad... Todo dando vueltas en su cabeza, hasta que esta quedó recargada en la ventana al caer dormido.

Conforme amanecía, el bullicio del pueblo comenzaba a penetrar las finas paredes del carruaje y a despertar a aquellos que se encontraban en su interior. Cuidadosa y curiosamente, el conde abrió un poco la ventana para ver el paisaje, se volvió hacia ellos -Noss encontramos in Meaux-. Todo corría de acuerdo a lo planeado, antes del anochecer llegarían a Reims.  

Como estaba previsto, llegaron a Reims a tiempo para ver el atardecer pincelar el cielo de naranja

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Como estaba previsto, llegaron a Reims a tiempo para ver el atardecer pincelar el cielo de naranja. El  carruaje se detuvo frente a la catedral, y bajo el portón los esperaba el arzobispo, quien había coronado a Louis Rey de Francia hacia ya 6 años, además de no haber jurado lealtad a la constitución.  Él les tendió la mano, permitiéndoles quedarse por la noche para descansar, consumir alimentos con tranquilidad y planificar su siguiente paso para llegar a su destino. 

Esa noche fue como si la realeza volviera a su gloria. Con una gran cena en la que el arzobispo les sirvió su mejor vino mientras sus hijos bailaban y cantaban al lado del fuego. Por un instante, fue como si la llama de la esperanza se encontraba en esa chimenea.  

-Si continuamos asa, arrivaremos a vuestro destnoi in dos dags. -dijo el conde mientras observaba un mapa de Francia.  


La hija del reyWhere stories live. Discover now