Hace días no sonrío de verdad, con el alma libre y la seguridad de que todo en mi vida está bien. Todo se siente como si yo estuviera colgando de un precipicio y vos estuvieras ahí, siendo el único que puede darme la mano para impedir que caiga. Pero tu mano y la mía se alejan y se vuelven a acercar, aunque nunca se toman del todo.
Tal vez tengo que aceptar el hecho de que no vas a salvarme, de que vas a dejarme caer.
Ha llegado la primavera y sin embargo nunca hizo tanto frío dentro de mí. Las calles están vacías tanto como mi alma, el cielo se ha vuelto gris y todas las canciones me recuerdan a vos. Me olvidé cuál es la fórmula para ser feliz y ahora todo me parece irreal.
Has venido y te has ido tantas veces que perdí la cuenta.
Te he esperado y he intentado olvidarte tantas madrugadas que el insomnio se transformó en mi hobby preferido. Te pedí que no me dejes sola y rota, y es exactamente lo que estás haciendo. Te pedí que no te vayas y vos nunca te supiste quedar.
Y ahora, sola con mi pena y tu recuerdo, no entiendo cómo pasó todo. Me pregunto cuál fue el punto justo en el que tuve que frenar y no lo hice, y me entristece pensar que todo esto algún día tenga que terminar. Y te veo a lo lejos, cada vez más distante de mí, desapareciendo de mi camino, llevándote mi vida, mi sonrisa y mi felicidad. Quiero correr detrás de vos pero ya no tengo fuerzas ni para quererte.
No quiero rendirme ahora, pero no encuentro ningún motivo para seguir.
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Cartas a mi ex amor
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