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Corrí hasta mi habitación cerrando la puerta de la entrada. Me tumbé encima con el corazón acelerado.

Dios santo, han pasado ocho años y aquel chico sigue teniendo el mismo efecto en mí.

Me voy al baño y me miro en el espejo y en lugar de ver mi reflejo solo vi recuerdos. A una yo apresurada arreglándose para verse lo más guapa posible y creando pequeñas historias e ilusiones en su cabeza mientras maquillaba sus labios de un rojo carmesí fuerte.

A esa edad me convencía que Taehyung era el amor de mi vida, solamente pensaba en niñerías ridículas. La palabra y concepto "amor" ocupaba cada maldita neurona de mi cerebro, comienzo a creer que se han calcinado allí dentro.

Desde el baño aun mirando mi reflejo escuché el fuerte ruido del auto de Taehyung partir mientras este disminuía a medida que se alejaba.

Me tiré en la cama y me quedé profundamente dormida.

○ ○ ○

Cuando desperté corrí hacia la ventana para ver si el auto se encontraba allí, pero no lo hacía. Intenté no pensar en su regreso, tal vez no lo haría nunca.

Me pasé todo el día en casa limpiando y ordenando todo para que cuando me vaya, pueda ponerla en arriendos temporales y así ganarme un poco de dinero.

A eso de las seis salgo de casa para ir al mirador ubicado al final de nuestra calle, que prácticamente es un abismo al mar con unas pequeñas rejas que impiden la muerte. Quise que Hoseok me acompañase, pero este aún no se encontraba en casa.

Salí de la mía y me encaminé hacia allá. El aire era fresco y podía sentirlo escabullirse entre mis piernas por mi falda y bajo mi blusa, era un tanto agradable.

Caminé unos metros más y llegué a la banca, me senté y miré el mar. La nostalgia no ha dejado mi corazón desde que llegué aquí, al principio me parecía molesta, pero te acostumbras.

El sol comenzaba a ponerse y el cielo se tornaba de colores preciosos, me quedé viendo como descendía el astro brillante cuando sentí una presencia muy cerca de mí.

Cuando me giré todo lo que pude ver era él. Aquél chico y ahora hombre (de veintitrés años si mal no recuerdo, pero aun así hombre) que causaba tales estragos en mi ser.

Llevaba el cabello algo largo, como si no se lo hubiese cortado en meses, la piel bronceada y brillante, sus ojos seguían siendo los mismos, de mirada severa a la vez que infantil y pesada, vestía una polera blanca que se le ajustaba por los hombros y algo holgada del torso, unos pantalones de tela y unos tenis. Todo un hombre.

Luego estaba yo con una pequeña y ajustada falda, mis labios de un color rojo furioso y esa mirada de chica buena. De la cual por supuesto ya no quedaba casi nada.

—Hey, tanto tiempo— saluda y no sé qué decir. —¿Cómo estás?

—Bien gracias. ¿Tú?

—Bien.

—Ha pasado un tiempo desde que oí de ti.

Sentencio. Él se aproxima a mí y siento mis piernas como una gelatina.

—No has cambiado nada— dice con aquella voz tan grave, una de las tantas cosas que me gustaba de él.

—Tampoco tú— contraataco. En cierto punto Taehyung ha cambiado bastante en cuanto a lo físico, pero no sé lo que ocho años han hecho con él en el ámbito psicológico.

—Creí que jamás ibas a volver.

—No tenía planeado hacerlo la verdad. Pero unas ofertas de arrendar la casa me han dado un empujón. ¿Tú no habías escapado a la ciudad?

STYLE • KTH+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora