Me creía dormida, pero al parecer solo imaginaba con los ojos cerrados cuando entró. No dijo nada, solo se acostó en la cama, me tomó del pelo, llevó mi oreja a sus labios y susurró –una rapidita- abrí mi boca mostrando los dientes y lentamente fui sacando la punta de mi lengua para morderla, me produce placer, mientras me mordía con fuerza el pezón. Quería gritar, de placer, pero también de miedo, no sabía quién era este hombre que de alguna forma entraba a mi casa a tener sexo conmigo.
Desperté a la mañana siguiente con algunos rasguños, moretones y heridas no graves. Estuve todo el día caliente pensando en lo de anoche, daría lo que fuera porque volviera todas las noches.
Amaneció y no dormí en toda la noche esperándolo, tal vez no lo deseé lo suficiente, no sabía muy bien cómo funcionaba esto, solo sabía que era adictivo. No podía hacer nada en el día, no tenía hambre, no me concentraba, me costaba hablar y no sabía muy bien si podía pensar en otra cosa que no fuera sexo con él, a veces escapaba de clases y me iba al baño de discapacitados para apretarme las tetas con fuerza, que me doliera, me gustaba herirme el clítoris con las uñas, pero nada era tan rico como cuando lo hacía él.
Después de un par de noches sin haber venido, ya estaba desesperada, me había arrancado las uñas para no hacerme más heridas, y cuando ya estaba pensando en sacarme los dientes para no morderme más, llegó. -¿qué estás dispuesta a dar para que venga una semana entera?- dijo con un susurro al oído.
Al despertar estaba ciega.
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Creepypastas Poco Conocidos
Horreur"El miedo nos gobierna. Esa es una de las herramientas de las que se valen los poderosos, la otra es la ignorancia". Y con esta famosa frase de Stephen King, te doy la bienvenida a este libro, la recopilación de Creepypastas que están ocultos en lo...