Isla inexplorada, Sudamérica.
Todo empezó como un día normal y tranquilo, no hubiera imaginado que sería el peor día de mi vida. Como siempre, yo estaba recogiendo alimentos para llevarlos a casa, éramos una tribu pequeña que vivía en un poblado llamado Huiou, al sur de una isla sólo habitada por nosotros. Al acabar mis labores, fui a descansar a la orilla del mar acompañada de algunas personas más. Notaba como el agua mojaba mis pies y la brisa movía mi pelo. Cerré los ojos. Al cabo de unos minutos me quedé medio dormida en el suelo, pero la modorra se esfumó cuando empecé a escuchar los gritos despavoridos de mi gente. Al abrir los ojos alarmada, pude divisar un enorme barco, inmenso y muy diferente a las barcas que teníamos en el poblado para pescar. Me quedé paralizada. Al llegar el barco a la orilla, pudimos ver que unas personas de piel muy clara, blanquísima, y de ojos rasgados se bajaban del barco empuñando armas de metal y antorchas. Reaccioné y corrí aterrorizada junto a los demás hacia el poblado, mientras esas extrañas personas nos perseguían.
Nos alcanzaron justo cuando llegamos al poblado. El verdadero terror no hacía más que empezar. Vi como mataron a varios hombres de mi poblado. Afortunadamente, dejaron escapar a los niños con sus madres y a los ancianos. Lo último que recuerdo es que uno de ellos me atrapó, junto con otras dos mujeres más mayores que yo y a algunos hombres. Nos encadenaron a todos y nos llevaron hasta su barco a la fuerza. Noté como me empujaron dentro del barco y empezaron a gritarme en un idioma muy raro.
Estaba muy confusa. ¿Por qué no me mataron o me dejaron escapar? ¿A dónde nos llevaban? No podía moverme, mis brazos y piernas estaban encadenados a un poste. De repente, uno de los hombres blancos y de ojos rasgados se nos acercó, y empezó a hablarnos. Yo y los que capturaron junto a mi nos quedamos con los ojos como platos al saber que ese hombre hablaba nuestro idioma.
-Soy el comandante Choi SoonJun. Habéis sido capturados para ser llevados a nuestras tierras y servirnos como esclavos.
¿¡Qué!? ¿¿Esclavos?? Comencé a llorar. Mi poblado ha sido devastado, y ahora estaba siendo llevada a una tierra desconocida para ser una esclava. Me preparé para lo peor. Durante los dos meses que estuvimos dentro del barco navegando, ese hombre nos obligó a aprender su idioma bajo amenazas de matarnos de hambre si no lo hacíamos. Nos separó a los demás y a mí por diferentes lugares del barco con la intención de que no habláramos entre nosotros.El comandante se me acercó. Empezó a gritarme:
-¿¡cual es tu nombre!?- lo dijo en su idioma, yo entendí lo que me dijo, pero no le supe responder, ya que según la gente de mi tribu mis padres murieron cuando yo era un bebé y nunca me llegaron a poner un nombre. Yo respondí en ese extraño idioma, con la voz entrecortada:
-N-no lo se...- el comandante frunció el ceño. Afortunadamente, no me hizo nada malo, y dijo en mi idioma:
-Bueno, ya que no tienes un nombre, te lo pondré yo. Te llamaras Kim Yeon Rin a partir de ahora.
-Kim Yeon Rin....- bajé la cabeza. El comandante se fue, y yo me quedé dormida.Koguryo, Corea.
Al cabo de unas horas, oigo una campana. Uno de los hombres de ojos rasgados vino hacia mi y me quitó las cadenas que me ataban los pies al poste. Hizo una seña para que me levantara, y me colocó en una fila donde estaban todos los demás que vinieron conmigo. Estábamos cansados, vestidos con trapos harapientos, despeinados y hechos un desastre. Uno de los hombres se nos acercó y nos dijo:
-Este país se llama Corea, ahora mismo estáis en Koguryo.- miré a mis alrededores. Ese lugar tenía unas casas enormes y relucientes. Nos informaron de que el idioma que nos obligaron a aprender era el coreano. Toda la gente allí era blanquísima como la luna. Yo estaba muy sorprendida.
-bien. Ahora seréis llevados a nuestro emperador, él decidirá qué haréis a partir de ahora. - Tragué saliva. Tenía miedo de que el emperador me mandara a ejecutar o me vendiera. Nos empujaron hasta una enorme casa a la que llaman palacio. Nunca había visto tal cosa, me quedé asombrada. Llegamos a una sala llena de decoraciones, donde estaba sentado un señor coreano con cara imponente y unos ropajes lujosos. Era el emperador. Uno de sus hombres nos puso en fila delante de él, y guardó silencio mientras nos miraba fijamente.
-Los hombres serán esclavos de la construcción. -dijo el emperador. Tras decir estas palabras, los cuatro hombres que vinieron junto a mi fueron llevados fuera del palacio. Sólo quedábamos las dos mujeres y yo.
-Tu, te dedicaras a limpiar los jardines y exteriores del palacio. -dijo a una de ellas, que posteriormente fue llevada a otra estancia.- Tú, serás la sirvienta que se encargará de la cocina.- dijo a la última mujer que quedaba, antes de que se la llevaran. Quedaba yo. Sola, con el emperador y su esbirro.
-Supongo que tú eres la más joven, ¿no es así? - asentí nerviosamente. El emperador se dirigió al esbirro. -¿cómo se llama y qué edad tiene?
-Kim Yeon Rin señor, el comandante le puso el nombre porque ella no tenía, y tiene 20 años. - de repente, un silencio invadió la sala, hasta que la voz del emperador lo rompió.
-Bien, tú serás una doncella. Te encargarás de preparar el té, lavar y doblar mis ropajes y los de mi hija, y a traer todo lo que yo te pida.- volví a asentir, pensé que me pondría a hacer algo peor.
-si, señor.- respondí. Fui llevada a una pequeña habitación, donde había una cubeta de agua y un pequeño frasco de perfume al lado. El esbirro me dio unos ropajes que llevaban las doncellas coreanas, se llamaban hanbok. Era de color blanco con algunas partes grises. El esbirro me ordenó que me bañara y me peinara. Acto seguido, cerró la puerta y se fue. Al cabo de unos minutos, salí de la estancia con la ropa que me dieron puesta y peinada con una trenza. Estaba lista para comenzar mi nueva vida como doncella.
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♥️Koguryo Nunmul♥️|| (고구려 논물)
RomanceUna historia creada por mi y @Deva_Nanase. Ambientada en la Corea Imperial, donde reina un emperador con su hija, la princesa de Koguryo, Bae Hee Ra: una joven rebelde que no quiere acatar sus obligaciones como princesa. Rompe las reglas a escondida...