Miré una vez más por la ventana, repasando mentalmente una y otra vez aquellos movientos que año tras año grababa dentro de mi cabeza. Recordé todas aquellas horas de entrenamiento, el sudor cayendo por mi rostro y todas aquellas mañanas despertando con el cuerpo adolorido y fingiendo una sonrisa frente al resto de la corte y como no, frente a mi padre...Si mi Padre hubiera sabido que todas aquellas "clases de etiqueta" que mi abuelo me daba, en realidad me estaban preparando para uno de los mayores desafíos a la sociedad Coreana, seguramente ya le habría mandado a ejecutar y yo ahora mismo estaría encerrada por desafiar al emperador en alguna celda subterránea.
Podríais pensar que un padre nunca se plantearía hacerle algo así a su hija, o a algún miembro de su familia... Pues sí. Mi padre nunca fue alguien de blando corazón, puede que mi madre fuera la única persona con la que llegó a mostrar algo más que un carácter serio y frío, pero desde su muerte este fue aún peor. No tiene piedad, ni remordimientos, todo es por y para el reino sin importar si sus decisiones son éticas o no.
Es por eso que todas esas memorias venían a mi mente, ese día iba a transguedir todas las normas que mi padre me había impuesto desde niña... Ese día me uniría a los guerreros Hwarang. Llevaba mucho tiempo deseando dar el gran paso, pero el miedo a mi padre e incluso el miedo de no ser lo suficiente buena como para ser parte de tan importante grupo lo impedían.
Los guerreros de Hwarang poseían una gran reputación, eran grandes guerreros en todos los aspectos y llevaban a cabo las misiones más importantes. Por ello mi mente siempre divagaba, yo nunca había entrenado en si, simplemente me limitaba a copiar sus movimientos, pero en el final era lo que más ansiaba hacer y de una manera o de otra iba a conseguirlo.
Había entrenado todos los días gracias a mi abuelo, cada vez que mi odioso padre me mandaba con el para que me enseñara etiqueta y buenos modales, mi abuelo se preocupaba por saber que era lo que en realidad me gustaba y que clase de emperatriz quería llegar a ser.
Siempre lo he querido mucho, tras la muerte de mi madre, fue la única persona que estuvo ahí para mi y se tomó el tiempo para conocerme. Así que cuando le dije que yo deseaba ser parte de los guerreros de Hwarang y así poder defender mi futuro Reino, no dudó ni un segundo en cubrir mis espaldas cada vez que me ponía a entrenar.
Me corregía mientras practicaba las posiciones de los guerreros que veía en las mañanas por mi ventana, y me enseñaba chino y japonés para futuras reuniones con emperadores de países extranjeros. Además de leer y escribir correctamente, de hecho, él mismo fue quien me ayudó a elaborar mi plan para infiltrarme en el grupo de entrenamiento.
Para empezar ya había fijado a la perfección el horario de mi padre, el cual durante mis horas de entrenamiento de por la mañana se encontraba revisando el trabajo de todos en el castillo, después comería junto a él como siempre me obliga a hacer y luego mientras el se va a su oficina yo regreso al campo con los demás.
Un horario perfectamente limpio y organizado que no me fallará ni una sola vez, es decir, si no hemos cambiado la rutina en más de cuatro años no creo que lo vayamos a hacer ahora...
B: -Ahora a revisar el traje- dije para mi, poniéndome en pie y dirigiéndome hacia el armario.
Al abrirlo un conjunto de tonos marrones y grises perfectamente planchados colgaban de una percha en forma de uniforme.
Probablemente coser era la única actividad medianamente femenina que disfrutaba hacer, y que además no se me daba horriblemente mal...
De todas maneras ese no era ni de lejos el vestuario más bonito que había confeccionado, pero si el que más cariño llevaba, además de que no podía hacerlo demasiado llamativo. Era simplemente algo para pasar la prueba, después de eso ya me entregarían el verdadero uniforme Hwarang.
B: Listo~ -dije tras ponérmelo, mientras me miraba en el espejo- Ahora sólo queda una cosa...
Me senté frente a mi tocador y con una suave tela humedecida en agua tibia comencé a limpiar mi rostro de cualquier rastro de maquillaje. Ugh, como odiaba esa cosa, si no llega a ser porque mi padre me obliga a ponérmelo en las comidas, haría ya tiempo que me hubiera desecho de estos pringues.
Cuando mi rostro estuvo limpio por completo suspiré satisfecha, llevar eso en la cara era lo más sofocante e irritante que mi piel conocía. Así que ya más cómoda dí unas ligeras pasadas a mi cabello suelto y lo recogí en una cola de caballo alta, para luego peinar mi flequillo hacia un lado, cubriendo uno de mis ojos y parte de mi cara. Puede que no fuera gran cosa, pero ese minúsculo detalle podría ayudarme a pasar mucho más desapercibida de lo que parece.
Y ahora sí, mi disfraz estaba completo y mi plan comenzaba justo en este instante, nada más cruzar la puerta de mi cuarto no como la princesa, si no como un guerrero más.
Los pasillos estaban sumamente vacíos ya que mi padre había convocado una importante reunión ese día, justo como mi horario marcaba, así que no fue difícil llegar fuera de los interiores del palacio.
Nada más mis pequeños pies pisaron tierra, no mármol o alfombra, si no tierra de verdad, pude sentir la auténtica libertad que no había logrado conseguir en toda mi vida encerrada entre aquellas lujosas paredes.
Y mirando al frente con una perspectiva completamente nueva, comencé a avanzar hacia el campo de entrenamiento, al cual no me demoré demasiado en llegar pues se encontraba justo detrás de mi llamado "hogar".
-"Tan cerca, pero tan lejos..."-pensé para mi contemplando el lugar, pues a pesar de vivir frente al lugar de mis sueños no lo había podido pisar ni una sola vez.
Tras el fugaz pensamiento de mi mente centré mi atención en la gran señal a un lado del campo.
"Por favor los aspirantes a guerreros Hwarang esperen por instrucciones en el campo oeste".
Este capítulo fue escrito por Deva_Nanase~💕
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♥️Koguryo Nunmul♥️|| (고구려 논물)
RomanceUna historia creada por mi y @Deva_Nanase. Ambientada en la Corea Imperial, donde reina un emperador con su hija, la princesa de Koguryo, Bae Hee Ra: una joven rebelde que no quiere acatar sus obligaciones como princesa. Rompe las reglas a escondida...