Ese día hacía una tarde helada; las calles eran menos concurridas de lo normal, la espesa niebla ocultaba casi toda señal de movimiento, los árboles se veían a la mitad y el aire corría sigilosamente.
Nikki caminaba nerviosa hacia el encuentro que tendría con Osborne en el café "Dark Rain". Nunca en su vida se le habría pasado por la mente que haría esto, aún menos con alguien que no conocía más que en fotos y chat. La cabeza le daba vueltas, sentía miedo e inseguridad... Pero ¿que más podía hacer? estaba a metros del lugar y con intención de acabar todo este juego de una vez por todas.
Suspiró con dificultad para tranquilizarse haciendo que su pecho se hinchara, pero los nervios seguían ahí, jugando con su mente.
Muy a pesar de no conocer concretamente a su ciber "amigo" había algo importante que no podía ignorar... Y era la atracción mutua; una chispa que los hacia encajar emocionalmente uno en el otro, tal como las piezas de un rompecabezas. Ambos tenían algunos meses de haberse añadido en una red social sin saber nada sobre el otro. Pasados los días comenzaron a platicar y una esfera de confianza se formó entre ambos.
Dentro de las charlas que mantenían era normal mandar fotos de su día a día, hablar por horas sin importar que día de la semana fuera. Las experiencias de vida que ambos tenían eran muy parecidas, al igual que los gustos. Ninguno de los dos quería tener mascotas, ni aunque fuera un pez o un ave. Sin embargo, con el pasar del tiempo, esa esfera de confianza se amplificó y ambos comenzaron a tener charlas más "íntimas" y picantes. El amistoso, crítico y cordial amigo se convirtió en el sexy, misterioso y atractivo Osborne. Además, su porte de caballero, aquella espalda bien formada, aquel color de piel apiñonado y mirada profunda era sólo una dosis más de atracción carnal. La relación de ambos se volvió interesante y bastante estimulante. Nikki, envuelta por la seducción de Osborne cayó en un juego del cual quería salir de inmediato...
Sin pensarlo más abrió la puerta del lugar provocando el sonar de una campana que avisaba la llegada de un nuevo cliente al café y en ese nefasto momento, lo vio. Estaba sentado en la mesa que quedaba a lado de un gran ventanal, el cual, regalaba una hermosa vista a la espesa ciudad. De inmediato se giró para poder apreciar a quien había entrado, su aura era sofisticada y serena.
Las miradas de ambos chocaron y la pelinegra sintió desmayarse. Los orbes color verde claro de aquel tipo congelaron las acciones de la castaña durante unos segundos; los ojos color caramelo de Nikki se llenaron de un brillo intenso que jamás había sido despertado, al menos no hasta ahora.
El chico sonrió cálidamente, sabía perfectamente que era ella. Sin pensarlo se levantó y fue a por Nikki hasta la puerta. La chica tenía las mejillas y la nariz roja, a él se le hizo tierno y atractivo.
-Hola- dijo el ojiverde alargando el brazo hacia la chica.
-H... Hola- dijo Nikki mientras tomaba su mano.
-Eres más bella en persona- el chico sonrió con amabilidad y ambos se dirigieron a la mesa.
Todo se volvió silencio, ninguno de los dos hablaba y el ambiente se había vuelto algo pesado.
-Entonces tú... eres Osborne?- dijo la pelinegra con timidez, cosa que al ojiverde le pareció bastante adorable.
-Si, soy Osborne ¿acaso no lo parece?- El tipo parecía demasiado seguro de sí mismo. Sus movimientos eran acertados y sus gestos eran apetitosos.
-Si... Si, lo siento esque no pensé que este día pudiera llegar. Estoy nerviosa- Nikki era sorprendentemente sincera, al igual que en el chat cosa que a Osborne le parecía interesante.
-¿Puedo tomar su orden?- dijo una camarera con expresión aburrida y apresurada.
-Si. Yo quiero un capuchino ¿qué hay de ti, Nikki?
-¿Yo? Mhh quiero un exprés por favor- dijo tímidamente.
A pesar de estar ya frente a él, Nikki aún no sabía porqué no podía ver a Osborne a los ojos ¿sería por pena? O ¿por sus complejos? No quería quedarse demasiado, después de todo se había planteado una y mil veces la forma en la cual terminarían las cosas; "llegar, saludar, decir que no quería nada más con Osborne y salir tranquilamente por la puerta" cosa que iba muy mal hasta el momento, claramente.
-Te ves preciosa- dijo galante para ella. Realmente no mentía; Nikki se veía preciosa aún cuando solamente estaba vestida con unos jeans azul marino y una chamarra.
La pelinegra sintió el cumplido y el calor se apoderó de su cuerpo ocasionando que se quitara la enorme chamarra. Dejó a la vista una blusa color crema de encaje que enmarcaba sigilosa y sensualmente sus curvas.
Osborne la contemplaba fascinado, ahora que la tenía cerca no dejaría que se escapara. Los pensamientos del ojiverde eran casi imposibles de adivinar, su mirada estaba neutra y sus gestos eran totalmente discretos, era todo un experto en el lenguaje corporal.
Para quebrar el hielo Osborne le preguntó a Nikki sobre su día. La chica se armó de valor y lo miró a los ojos; se quizo arrepentir por unos segundos pero después se perdió en su profunda mirada, ahora se sentía en confianza.
-Bien... algo cansado pero es pasable- él la miró de reojo.
-La universidad es exigente ¿no?
-Demasiado- suspiró -Pero tú no tienes que preocuparte por ello, ya hace años que saliste- acomodó de forma lenta su antebrazo izquierdo en la mesa y en su otra mano recargó su delicado mentón.
-De cualquier manera eres psicólogo, también es cansado... ¿no? lidiar con los problemas ajenos.
Osborne alzó las cejas ligeramente. La mesera ya estaba llegando con sus pedidos pero él no despegaba la mirada de Nikki, ni ella de él.
-¿Parece cansado?- Tomó su barbilla con el dedo pulgar; como analizando la pregunta mientras sonreía de lado.
-Era sólo una suposición- dijo Nikki mientras volvía a bajar la mirada con un toque de vergüenza y tomaba con ambas manos su exprés. Tenía que decirlo ahora. Parecía fácil en su mente; "Osborne, todo este tiempo que hemos compartido ha sido muy lindo pero ahora ya no puedo corresponderte. Quería divertirme un rato contigo, pero ahora creo que hay algo más en mi mente y no quiero corresponder este sentimiento. Todo va muy rápido y no quisiera involucrarme más, así que adiós" claro, parecía sencillo, pero sólo eso.
Osborne notó aquel destello de incomodidad en la chica y siguió hablando -te equivocas. De echo es de lo más interesante- afirmó mientras tomaba sus manos y entrelazaba sus largos dedos.
-Aprendes, con el tiempo, sobre como la naturaleza misma de la sociedad crea normas y reglas absurdas que después son el punto de quiebre para una mente que nace sana...- deshizo su posición y se reclinó hacia atrás en la silla rústica de madera. Guió su mano hasta la oreja de la taza y finalmente bebió un sorbo del capuchino. Hizo una breve pausa para leer a Nikki y después de observar desagrado en su rostro, prosiguió con una sonrisa - pero no es todo, también ganas respeto y admiración por parte de los demás. Es algo... Parecido al prestigio. Aquellas personas te miran de forma distinta, son tan frágiles... Esperan respuestas y yo se las doy, a cambio obtengo su confianza.
La chica escuchaba atenta las palabras del ojiverde, sabía que era un tipo realmente preciso en su filosofía, si él lo decía era porque estaba seguro de ello.
-Parece difícil- la pelinegra sonrió tratando de romper la tensión -yo no creo ni siquiera ser capaz de controlar a mi hermano, la mayoría de veces hace lo que se le pega la gana- dijo mientras se alzaba de hombros.
Osborne dejó salir una carcajada -Eres una belleza Nikki. Si tú quisieras podrías controlar a quien quieras- hizo una pausa, se inclinó lentamente hacía adelante y una vez estando cara a cara ante la mirada atónita de Nikki dijo con firmeza y sin titubear -incluso a mi...
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Nikki: El principio de una obsesión
Teen FictionEl sentimiento más puro... Puede ser la obsesión.