2. S U M I C I Ó N (Nikki)

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Osborne no despegaba la mirada de Nikki, quería información sobre la respuesta que le daría. Mientras tanto la pelinegra no daba crédito a lo que había escuchado ¿Era cierto aquello? Ella era tan tímida y reservada que se le hacía casi como un chiste el sólo pensarlo.

-¡ja ja ja! Osborne ¡qué gracioso eres!- Nikki llegaba casi al llanto. Él sólo la observaba, entonces ahora el ojiverde era el impresionado.

-¿Qué? ¿Acaso dije algo gracioso?- cuestionaba el psicólogo poniendo sus codos en la mesa y entrelazando los dedos, fijando aún más su mirada masculina en el rostro de su acompañante.

Nikki se agarraba el estómago mientras sus carcajadas disminuían dramáticamente. Pasó su blanquecina y delicada mano rondando por sus ojos aún llorosos por el esfuerzo anterior a la vez que se tranquilizaba -lo siento Osborne- soltó un suspiro -es que la verdad... No creo que eso pueda suceder algún día...- la tensión en Nikki milagrosamente se había esfumado. Sus ojos se encontraron de nuevo con los del psicólogo provocando que le recorriera un frío magnético desde la parte baja de la espalda hasta la parte superior. La mirada de Osborne era fría e inquietante... haciéndola entender que él lo había dicho apostando a una verdad absoluta.

Nikki se tensó de nuevo, no esperaba esa reacción para nada -Disculpame, no era mi intención yo...- decía mientras jugaba con su cabello lacio y juntaba sus piernas con incomodidad -yo no quería ofenderte- sin mirar hacía adelante tomó la taza con su exprés ahora menos caliente y bebió un trago. Parecía que Osborne tenía una faceta que ella misma no conocía. Tampoco se imaginaba que una persona, que parecía tan cálida y centrada, pudiera cambiar de forma tan drástica como lo hizo el ojiverde. Estos cambios de humor le recordaban la actitud de su padre y eso le hacía sentir miedo.

Pasaron unos segundos. Los segundos más largos en toda la charla, hasta que Osborne se dignó en hablar -Nikki...- dijo para por fin romper el silencio mientras se reacomodaba densamente en su silla -Te subestimas demasiado. Parece que casi nunca exploras tu mente y por ende tus habilidades- la barrió con la mirada de forma indisimulada y con una sonrisa traviesa en el rostro dijo -De hecho... estoy seguro de que tienes mucho mas que dar.

Tan pronto como él término su oración, la mente de Niki comenzó a jugarle con pensamientos morbosos. Podía sentir como le hervía la sangre y se agolpaba en su rostro, mientras que con su mano derecha tomaba la pequeña cuchara para café que estaba a un lado de su delicioso pedido para después revolverlo. Quería ocultar su sonrojo con su cabello azabache, pero eso no bastaba. Simplemente quería irse de ese lugar, se sentía por lo mucho inquieta y a la misma vez exitada. Ese tipo de comportamiento la confundía demasiado.

De nuevo Osborne tenia el control, algo que sin dudar le encantaba. Nikki tomó un sorbo más del exprés y desvío la mirada hacia la gran cuidad, se había quedado sin palabras. El ojiverde finalmente sonrió para si mismo, comenzaba a darse cuenta de que Nikki sería fácil de domesticar...

Nikki: El principio de una obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora