la sangre del cazador

luna de niebla

Pasaron solo unos instantes y deje de sentir dolor, solo podía pensar en que había hecho mal, si no me hubiera quedado mirándolo fijamente y hubiera escapado quizás aún seguiría vivo, pero no, debía afrontar mis errores y continuar adelante, en un instante, todo se volvió negro y volví a sentir el horrible dolor de sus dientes penetrando mi carne con una furia increíble. Deje de ver solo negro y empecé a ver con normalidad pero fue extraño ya que pude ver mi cadáver y por lo tanto, también a la bestia que devoraba mis entrañas. Una increíble luz blanca me deslumbro y todo desapareció, ni dolor, ni nauseas, ni siquiera podía sentir que pasaba a mi alrededor pero podía saber que estaba tumbado por lo tanto no me preocupe porque mis músculos no funcionaran, tras unos minutos de trance pude oír lo que parecía una canción de cuna sonando desde una pequeña cajita de música, a parte sentí el dulce aroma de millones de flores entrando dentro de mí. La cajita de música se detuvo y pude escuchar la cálida y dulce voz de una joven dama que me llamaba a despertar.

Poco a poco fui levantándome y pude ver a mi alrededor un enorme jardín sobre una colina repleto de arbustos y caminos de piedra, justo en el centro se encontraba una pequeña cabaña con una enorme fila de escaleras frente a ella y lo que parecían ser unas lapidas, pero lapidas sin nombre, ni siquiera tenían tumba bajo ellas, era casi como si se hubieran colocado allí como algún tipo de decoración macabra a la vez que extraña.

Pude reconocer la silueta de una joven a lo lejos junto a la cabaña y decidí acercarme y preguntarle, aquel lugar era una completa incógnita. Poco a poco me acerque a ella, me di cuenta de que estaba de espaldas pero de alguna forma sabía perfectamente que estaba detrás suyo y comenzó a hablarme. –bienvenido joven cazador, seguro que estas muy confundido, he estado observándote, yo te he traído hasta aquí, bienvenido al sueño del cazador, un lugar entre el mundo real y el otro mundo, un lugar donde siempre podrás acudir cuando sientas que no puedes más o si simplemente necesitas descansar, siéntete libre de mirar donde quieras y si tienes alguna pregunta acude a mí, al fin y al cabo para eso me diseñasteis los cazadores-.

La joven se dio la vuelta y pude ver que en realidad no era humana sino una muñeca de madera, hecha con mucho detalle, casi parecía real. Levantando su mano señaló a la caseta y las luces se encendieron, me acerque a la pequeña cabaña de madera y de un pequeño charco salieron tres pequeños monstruos con una especie de armas en sus manos.

-querido cazador, no temas pues, solo son mensajeros del más allá, no te harán daño porque no son lo suficientemente poderosos como para materializarse por completo, estos pequeños seres te ayudaran durante la cacería transmitiéndote la gran sabiduría de los ancianos. Ahora, limítate a coger un arma que deberás usar para protegerte de los peligros de la noche.

-Los mensajeros me ofrecían tres armas: un hacha extensible, un a sierra con una fina hoja metálica en la parte trasera y un extraño bastón con la capacidad de separar sus finas hojas y convertirse en un mortífero látigo de acero frío, lo más importante para un cazador es mantener la cordura o al menos que eso parezca, por lo tanto me decanté por el robusto bastón afilado.

Nada más sujetar el bastón con mi mano derecha sentí como si mi mente se nublara y fuera perdiendo lentamente la cordura pero no era nada parecido sino que repentinamente desperté de nuevo en la clínica junto a mi camilla pero seguía teniendo el bastón en mi mano así que me dirigí hacia la salida lentamente hasta poder divisar de nuevo al licano que me había asesinado anteriormente y el me devolvió una mirada de odio fría y sin vida, podía notar su inalterable respiración acercándose lentamente hacía mí y sin pensármelo dos veces di un paso al frente y ensarte su cráneo de lado a lado con mi afilada hoja, una fuente de color granate emergió de su mandíbula inferior y sus ojos se cerraron desprendiendo un frío abrumador.