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Las piernas de la rubia estaba entrelazadas con las de la albina, sentía sus pechos apegado a contra su cuerpo, y solamente llevaba la ropa interior y una remera corta, alto bombón, cosa bien hecha, cosa hecha por los dioses místico de Grecia, cosa bien parida, ameeeeeennnnn.

Mangle acercó su cara con la de Joy cuál todavía estaba despierta, miró sus pestañas que eran largas, sus mejillas coloradas porque se había dado cuenta de la cercanía de la albina, sus labios podía decir que eran perfectos redonditos y rosados. La rubia se acercó un poco más a la carita a la de la contraria cual al darse cuenta de esto hizo una mini sonrisa para después darle un beso en su frente, después Joy le dió un beso en su mejilla, Mangle al segundo le dió otro en la nariz, Joy en su barbilla.

La albina miró los labios de la rubia que justo abría los ojos, le sonrio tiernamente, era una sonrisa hermosa, verdadera, llena de tantas cosas, no soporto más se acercó a sus labios que tanto deseaban por besar no le importaba en ese momento si se jodia la amistad o no quería besarla a no poder más.

Sus labios se juntaron por unos segundos, la boca de Joy se abrió permitiéndole a mangle que pasará su lengua que recorrió toda su boca con mucha rapidez, era demasiado salvaje que ni la menor podía seguir su beso soltando pequeños sonidos de su boca, Joy puso sus manos sobre los hombros de mangle queriendo apegarse más a ella, de a poco bajaron sus manos posando en sus pechos, pero la contraria no se quedaba atrás sus manos fueron bajando tocando su parte trasera, en un momento otro subió a la rubia encima suyo sin dejarla de besar, el muslo de Meg estaba entre las piernas de Joy, la subió un poca y después baja acariciando su parte, mientras la otra besaba su cuello.

Oye, ¡Joy!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora