11

4 0 0
                                    

Estabamos charlando casualmemte de temas banales mientras nos dirigiamos a comprar el almuerzo. Llegando a nuestro destino me paro detrás tuyo y comienzo a empujarte, al principio lo hice como un simple juego de niños, pero luego me percaté de que eras suave y por un instante culpa de ese pemsamiento, mis codos flaquearon haciendo que mis manos resbalaran sobre tus hombros acercándome hacia ti, mi pecho quedó totalmente pegado a tu espalda, mis brazos rodeando tu cuello y mi mentón apoyado en tu hombro izquierdo pudiendo así sentirte por completo y embragarme de tu aroma, pero antes de que pueda reaccionar y moverme, giraste tu cabeza hasta quedar mirandome fijo, solo unos milimetros separan tus labios rosados de los mios, quedé petrificada, jamas pensé que te tendría así de cerca, por un instante caí pérdida en tus ojos.
-¿Estas bien?-Me preguntaste inocentemente- Casi te caes, suerte que estaba yo para sostenerte.-
Reaccioné a lo cerca que estabamos y me aparté bruscamente de vos, no podía permanecer más así.
-¿Te pasa algo? Estas colorada.- Volviste a insistir ya que aún no te decia nada.
-Perdón, pero sabes lo que siento por vos.- Empecé diciendo, mientras sentía como el calor subia a mis mejillas- y el hecho de que te acerques así a mí, no hace que me tranquilice. -¿Es que acaso no te diste cuenta de lo cerca que estábamos?
Te quedaste callado después de lo que te dije, ni siquiera pude ver tu reacción ya que corriste tu cara y empezaste a ir hacia el local con tus amigos que nos estaban esperando, pero antes de que puedas entrar, ellos salieron y empezaron a buscarnos con la mirada, no pasaron ni 2 segundos que nos divisaron y vinieron a do de estabamos ya que cerca nuestro se encontraba una mesa desocupada, pero antes de sentarse resaltaron el hecho de que seguia ruborizada haciendo que mis mejillas ardieran aún más. Vos no dijiste nada y te sentaste callado y serio, evitando mi mirada durante todo lo que duró el almuerzo. Terminé hablando con tus amigos solamente. Se suponía que yo venia a estar a solas con vos, pero terminamos así, cada uno hablando con otras personas, y yo sin siquiera prestar atención a mi conversación por pensar en lo que acababa de suceder.

Cartas Nunca EnviadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora