Ya era el gran día. Me voy a casar. Todo pasó tan rápido, te conocí de la manera más rara, pero lo nuestro creció a pasos agigantados hasta el día de hoy.
Ya en la sala anterior a donde me casaría contigo, me estaba preparando, el peinado, maquillaje, vestido, zapatos, accesorios, estaba lista. Mis amigas más cercanas me ayudaron a producirme, al final, siempre lo hicieron. Cuando ya no faltaba más, pedí q te llamaran, necesitaba verte, siempre fuiste mi mejor amigo.
Pasaban los minutos y llegaste, les pedí a todos los demas q se fueran. Necesitaba estar a solas contigo.Y ahí fue cuando me derrumbe, no podía seguir, todavía te seguía amando. Y nunca sucedió nada entre nosotros. Te dije todo lo que me seguía guardando estos años y quedaste estático, no reaccionaste hasta que te di un suave beso en los labios, algo simple, solo un roce.
- Porque te vas a casar con él si todavía sentís todo eso por mí? - Me preguntaste aún consternado - Y porqué me besaste? Porque ahora? - Terminaste de interrogar.
- Perdón, pero necesitaba verte. No podía casarme sin antes no haber probado tus labios, siempre te amé y siempre lo haré, eso nunca cambiará - Empecé diciéndote entre lágrimas - Y si ahora me dices de que huyamos juntos, no lo dudaría ni un segundo. Porqué con vos, lo que sea, siempre. - Te dije abandonando la habitación, caminando hacía el altar, donde me estaban esperando para así extinguir cualquier oportunidad que pudiera surgir entre nosotros.
La ceremonia empezó, te veía sentado en la tercera fila, parecias preocupado, como si estuvieras negando algo en tu mente.
No podía prestar atención a lo que decían a mi alrededor, no le prestaba atención a mi boda.En el momento decisivo en el que tenia que dar el sí, no pude. Pensé en vos, en nosotros, en lo que nunca tuvimos, en que quien tendría q estar al frente mio poniéndome un anillo sos vos.
- No quiero, perdón, pero..... No puedo casarme con alguien si sigo amando a otra persona.
Todos se quedaron en silencio, pero no me miraron a mí, fue a vos, todas las miradas se posaron en ti. Te habías parado de tu asiento y viniste hacia a mí, mudo, como todos en la sala. Ya nadie sabia como reaccionar, ni nosotros sabíamos lo que hacíamos o deciamos.
Todo término conmigo saliendo de la iglesia de la mano de un hombre, pero no del que se suponía, salí con vos y nunca fui tan feliz en toda mi vida.
Subimos a tu auto dejando a todo y todos atrás, en ese lugar que dijiste nunca entrar. Eso rompió un poco mi corazón, pero entendí de que lo nuestro seguía siendo una amistad.
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Cartas Nunca Enviadas
Короткий рассказEstas son cartas que voy escribiendo y quedan en el olvido porque nunca son entregadas