Fünf

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Con la última acción quedó la cara de Chanyeol frente a mis bolas, la respiración se me hizo pesada y las ganas de que su boca se uniera a mi piel me hizo temblar. Mi ansiedad hizo sonreír a Chanyeol, quien me miró desde abajo y mientras acercaba su boca al lugar anhelado. Pero en vez de tocarme como había pronosticado, sentí una pequeña brisa cálida.

Me estremecí.

— Estás muy caliente Kyungsoo, pensé que si soplaba se enfriará algo.— Como disfrutaba jugar conmigo, era consciente del placer que esto le causaba.

Acto seguido sacó la lengua y con un movimiento suave lamió una de mis bolas, temblé, estaba tan excitado que cualquier caricia me llevaba al cielo. Chanyeol siguió lamiendo suavecito y superficialmente sin apuro pero con movimientos constantes. Las pequeñas sensaciones me mantenían al borde, pero eran insuficientes para permitirme correrme, era una tortura demasiado placentera.

Poco a poco las lamidas fueron sustituidas por pequeños besos alrededor del glande, el calor de la boca sobre esa parte tan sensible me hacía ver estrellas. Sentía que me podía correrme en cualquier momento, pero no era lo que quería, quería seguir disfrutando un poco más.

En un intento por distraerme alejé la mirada de su boca y la llevé al techo tratando de darme fuerzas para no suplicar. Entonces, baje la vista y la espalda de Chanyeol obtuvo toda mi atención. Para poder mirar mejor me incorporé y quedé sentado y mi mano acaricio sus cabellos. Recorrí su espalda, los músculos brillaban y se marcaban con cada succión de sus labios sobre mi erección, baje mi mano y la acaricie. 

Mi mano se movía, arriba, abajo, arriba, abajo.

Chanyeol se estremecía ante mis caricias, Chanyeol era mucho más alto que yo, por lo que hice un esfuerzo para que mis manos aumentaran la extensión de la caricia.  Ellas bajaron hasta llegar a sus nalgas, las que coquetamente Chanyeol me había mostrado instantes atrás. Las acaricié, eran del tamaño de mi mano, las apreté fuerte y un pequeño gemido contra mis bolas salió de su boca. Seguí acariciando y otro gemido, esta vez seguido de un estremecimiento, recorrió el cuerpo sobre mis piernas. 

Me sentí poderoso, sus gemidos eran música para mis oídos.

Volví a acariciar, me sentí más aventurero y tímidamente llevé mi caricia hacia la unión de sus dos nalgas y con las yemas de los dedos la recorrí. Sentí el calor de su cuerpo y los pequeños estremecimientos que provocan la caricia. Le gustaba y me alegraba porque tocarlo allí era parte de las ideas que recorrían mi cabeza.

La idea era atractiva, pero era algo nuevo, nunca había hecho algo así, nunca había tenido tantas ganas de hacer algo así y nunca había tenido tantas ganas de hacer algo así bien. Chanyeol ante las caricias había dejado de jugar conmigo y ahora se mantenía inmóvil sobre mis piernas mientras su respiración se hacía cada vez más errática.

Era indudable que le gustaba y quería que siguiera. En cada movimiento me volvía más atrevido e intentaba llegar más lejos, más cerca de la «tierra prohibida o prometida». En uno de mis movimientos mis dedos sintieron el calor de su entrada, mi pene latió. 

Se sentía tan caliente, tan acogedor, volví a arriesgarme e intencionalmente demoré más mi movimiento cuando llegué allí. Chanyeol se estremeció, ronroneó de placer e hizo un pequeño movimiento hasta descansar su cabeza al inicio del muslo, dándome mayores posibilidades de movimiento.

Volví a mi sesión de caricias, que en cada momento se detenían durante más tiempo sobre su entrada. Con cada movimiento sentía como el cuerpo de Chanyeol se tensaba expectante, sabía lo que él quería, pero tenía ganas de jugar un poco como él había hecho conmigo. Y aunque me costara un poco admitirlo: tenía miedo, miedo de hacerlo mal.

Me llené de valor y con la llama de mi dedo comencé a acariciar alrededor de su entrada mientras hacía círculos. La lentitud del movimiento de mis dedos lo comenzaba a frustrar y su cuerpo comenzó a moverse en busca de más contacto mientras su entrada se hacía más suave   y comenzaba a contraerse.

Decidí dar el paso e hice presión

— Hm.. — gimió contra mi piel.

Mi dedo fue apresado entre el anillo de músculo, lo sentí aflojar y luego contraer. Repitió el proceso unas cuantas veces. Ahora Chanyeol no hacía más que mantenerse allí sin mover ni un milímetro de su cuerpo, sintiendo cómo poco a poco se iba adaptando y amoldando a la falange intrusa.

— Sigue. — dijo con voz ronca, hice un movimiento fuerte y dejé el dedo enterrado completamente en él.

— Ahí, joder, eres bueno y creo que ni lo sepas, sigue dando ahí.— realmente no sabía el porqué de sus palabras, pero definitivamente me había tocado donde él quería.

Porque en el momento que sentí como mi dedo se enterraba en él, su cuerpo tembló y se desplomó contra mi pierna. Con el nuevo movimiento mi pene quedó atrapado entre su cuello y mi abdomen. Tan ensimismado estaba en mi labor que no había notado como el pre semen se escurría entre nosotros, manchándonos a ambos con el fruto de mi placer.

Chanyeol seguía desplomado sobre el muslo, aferrado a mis caderas, aun de rodillas.

Yo había comenzado movimientos pausados, sin sacar completamente el dedo y siempre dando en el mismo lugar que lo hacía estremecer. Aumente la velocidad e hice más audaces los movimientos, hasta dejar completamente el dedo fuera. Inmediatamente, el anillo de músculos se cerraba y me fascinó lo apretado que estaba cuando intenté volver a meterlo.

Repetí el proceso y el resultado siempre era el mismo, cada vez más fuerte y siempre en el ángulo indicado.

— Otro. — ordenó, mientras abría la boca contra mi piel.

Sentí su saliva sobre mi piel, desde mi posición no lo veía bien, pero sabía que lo estaba disfrutando. Baje la mano que se mantenía sobre sus nalgas y acaricie sus bolas, estaban contraídas. Baje aún más y sentí su polla completamente erecta.

Cambié la posición hasta que pude verla, estaba completamente erecta, rosada y pequeñas gotas brillaban en la punta. Por primera vez sentí la necesidad de chupar un pene, eso nunca se me había ocurrido, pero mi boca se hizo agua como si estuviese delante de un manjar incomparable.

Deseé en ese momento poder dividirme y en ese mismo instante estar allá abajo chupándosela. Recogí con el dedo las pequeñas gotas y me las llevé a la boca, salado y un poco amargo. Chupé los dedos, deleitándome con el sabor y tomando un poco de saliva en ellos, regresé a mi tarea. Ahora correspondían dos dedos, con el dedo ensalivado hice un círculo y de una vez metí los dos en el ángulo indicado.

— ¡¡¡Ay!!! Sigue así.— gritó, esta vez sí estaba dispuesto a complacerlo.

Comencé a mover los dedos, entrando y saliendo, siempre dando en el mismo lugar, cada vez el movimiento era más fuerte. Con cada vaivén mi pene atrapado entre su hombre y mi abdomen se friccionaban poniéndome al límite. El cuerpo de Chanyeol temblaba entre mis manos mientras sentía sus manos, apretar mis caderas y sus dientes clavarse en mi carne.

En cada movimiento la entrada de Chanyeol se contraía pidiendo que llegara más atrás, más profundo y ahora todo su cuerpo ayudaba al vaivén. Lo escuché murmurar palabras inentendibles contra mi piel, hasta que fueron calladas por el dolor punzante de sus dientes en mi piel otra vez.

En respuesta aumenté la fuerza del movimiento, mi pene apresado aumentó la velocidad de la ficción, era inevitable correrme. Aceleré aún más el movimiento de los dedos y sentí como el dolor aumentó, pero contra toda lógica hizo que mi orgasmo se precipitara cuando el cuerpo de Chanyeol comenzó a temblar y el esperma embadurnó nuestros cuerpos. 

Poco a poco sentí como el dolor cesó y el cuerpo de Chanyeol quedó libido sobre mí.

Nicht nichtsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora