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Estaba feliz de poder venir a Venice. Toda mi vida había deseado poder tener alguna oportunidad de venir, y mi novio... perdón, esposo, Jaeden, me lo había concedido.
Italia era bonito, en todos los sentidos, pero Venice... Dios, Venice sí era hermosa.
Me encantaba cualquier vista que pudiéramos encontrar en Venice, pero me gustaba la vista que tenía al lado. Sí, exactamente, mi esposo.
Me encanta llamarlo así.
Estabamos formando fila para comprar helados. Terminamos de almorzar en un restaurante súper lujoso y a mí se me antojó helado. Y Jaeden, como siempre, aceptó la idea de consentirme.
-Jae, ¿por qué vinimos aquí?
-¿A qué te refieres?
-Me refiero a que... ¿Por qué a Italia?
-Yo elegí este lugar porque era uno de tus mayores sueños, poder visitar Italia... creí que te encantaría que tu, ahora esposo- movió sus cejas de arriba a abajo- cumpliera tu sueño.
Lo miré como si fuera la persona más tierna del mundo (y para mí, lo es) y lo besé tomando su rostro entre mis manos.
Nos quedamos varios minutos así, besándonos mientras sentía sus caricias en mi cintura y caderas.
-Te amo- sonrió y volvió a besarme, sin importar el hecho de que estabamos haciendo un espectáculo en medio de las personas.
WYATT:
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A mí me gusta viajar, explorar y recorrer. Y aunque a Wyatt también le guste, hoy no es exactamente el día.
Puedo sentirme orgullosa de haberlo convencido de al menos salir de la habitación, y ahora estamos en la sala de juegos. Sí, aún siendo ya un adulto le gustan los juegos.
Le desafié a una revancha de ping pong. Hace algunos meses habíamos esta jugando, ahora no recuerdo exactamente dónde, pero le había ganado y ahora tendríamos la revancha.
