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(Samuel)

Caminaba por los pasillos de la preparatoria, pasando entre la gente como un fantasma, ya que nadie notaba mi presencia en lo absoluto, aún que era muy raro, un cuerpo tan inmenso pasando entre ellos.
Tan solo miraba al suelo, no tenía ganas de darme cuenta quién me miraba.
En eso se escuchó a alguien corriendo atrás de mi, nisiquiera le tome importancia pasaría de largo y ya, pero se dejaron de escuchar los estruendosos pasos y de repente sentí una mano en mi hombro, rápidamente me di la vuelta muy asustado pues nadie me tocada, no había recibido tacto humano más que no sea para golpearme o como ocurrió hace dos días, "cargarme" para llevarme a algún lado.
Salte hacia atrás y me toque el hombro como si su tacto me hubiera quemado.
Lo miré a esos ojos achinados sin expresión alguna y sin su sonrisa en los labios, como acostumbraba hacerlo cada que me veía.
Llevaba dos días ignorandolo, como si no hubiera existido nunca para mí, más los mensajes se volvían masivos preguntando que había hecho ahora que lo ignorará así, por qué no le devolvía el saludo en el instituto ni por qué no sonreía o por qué no contestaba sus mensajes.
Se estaba volviendo fastidioso, uno de esos seres que solo se la pasa importunado.
Más su sonrisa fue desapareciendo con el paso de las horas y de los días, hasta que era esto que están aquí enfrente, una cara sería y con mucha molestia.

-tenemos que hablar -dijo firme con cierto tono dominante en su voz- ahora.
Tenía mis razones para ignorarlo, después de todo el tiene 21 y yo 17 yo era menor de edad, era algo que no se podía dar o peor aún podían meterlo a la cárcel solo por estar conmigo.
El mentía respecto a no conocerme, el era un acosador de primera, puede que no supiera cuanta información tiene de mi, pero con tan solo saberse mi nombre completo, besarme y después fingir que nada de eso pasó y que no sabe nada, me da mala espina.

-yo no quiero hablar contigo -le dije en susurros agresivos, mirándolo a los ojos, lo único que quería era que se alejara por qué en cualquier momento perdería el control y todo lo que soy le afectaría a el.
Y no quiero.
-no me interesa en lo más mínimo Samuel -me señaló con el dedo y lo puso en mi pecho amenazante -vamos ahora.

Me tomo de la manga de mi sudadera jalandome hacia afuera de el instituto, pasando entre medio de un grupo de pijos que nos miraron con asco, más que nada por mi aspecto y por nuestras manos "agarradas" aún que literal me está arrastrando más que agarrando o guiando.
Llevándome a la zona donde los árboles abundaban y solo las parejitas pasaban por ahí, el me soltó, me miró, casi teníamos la misma altura así que no fue de tanta complicación que quedáramos viéndonos directamente.
Con nerviosismo empecé a estrujar mis mangas, mientras el, liádo, miraba mis ojos y mis labios, no sabía que planeaba pero me creo una sensación metafóricamente desagradable, aún que no sabría cómo describirla.
Se fue acercando a mi, y ese sentimiento se intensificaba, realmente quería que me besara, sin importar si fue un acosador, si me mintió o si fuera más grande que yo, pero sabía que si probaba mis labios le daría asco, entonces caí en cuenta... El solo está jugando, el solo quiere jugar, pues mírame y míralo a el, yo doy asco y el puede conseguir a cualquier persona mejor.
Al cerrar los ojos y acercarse a mi, mi cerebro reaccionó y lo tomo de los hombros deteniendolo, me encogí y recargue mi frente en su pecho, ocultando mi cara roja y mis ojos como platos por el susto.
-por favor no lo hagas... -susurre
-¿Por qué no? - me tomo de las muñecas, todavía sosteniendo sus hombros
-doy asco, no quisiera que te decepcionará... *Snif* ¿puedes tan solo no jugar conmigo?...

Me soltó y forzó a mirarlo tomando mi barbilla, con su pulgar quitando las lágrimas que llegaban, una tras otra, me miró como nadie me había mirado antes, no era nada de rechazo, incluso nada de asco ni odio.
Solo me miraba como si quisiera verme de verdad.
-tu no das asco, y no me decepcionas, no te conozco lo suficiente como para saber cómo eres, pero si te refieres a tu cuerpo no me interesa en lo más absoluto, de hecho me gustas, me gustas mucho, aún que quisiera que estés bien.
Limpiaba mis lágrimas como si quisiera que se detuvieran, la pena me está matando apuesto que tengo las mejillas rojas, trataba de evitar su mirada pero algo me hacía mantenerla.
-quiero conocerte a fondo, de todas las maneras posibles, saber quién eres realmente, nada de ocultar, nada de no ser tu , nada de ocultarte hacia mi, ¿podrías... Tan solo darme la oportunidad de tener esa cita?

-s-si... -movi la cabeza afirmativamente y el se acercó veloz juntando sus labios con los míos repentinamente, nisiquiera pude hacerme hacia atrás ya que me tenía tomado con fuerza.
-samuel.... - susurro entre nuestros labios juntos.

/Narrador omnisciente/
Del otro lado del espejo.

Pasó tras paso el príncipe avanzaba con desgana sobre la tierra tenía tantas ideas en la cabeza pero ninguna era suficiente como para hacerle cambiar de opinión, le gustaba Guillermo, y más en la forma en que el se comportaba con el tan distinta a los demás pero tan igual...
El tenía algo y no sabía que, lo estaba volviendo loco, desde que lo vio hace 3 años llegando por las puertas del castillo, con sus ojos achinados y tan serio... Con eso lo lleno de pensamiento indecentes para un príncipe, y menos para un hombre.
Siempre lograba verlo luchar, se movía ágilmente, tan perfecto en cada movimiento limpio.
Le daban ganas de tocarlo, de disfrutar de esas vistas siempre, de sentir sus labios que se extendían por el esfuerzo de cada golpe.
Pero a pesar del gran deseo que le tenía, un sentimiento más fuerte se extendió dentro de el, era algo que le quemaba, algo que era desagradable de explicar pero hermoso al sentir.
Lo veía y quería que se quedara a su lado siempre, poder casarse con el y compartir el trono, el quería apropiarse de su sonrisa.
Quería la seguridad de Guillermo, desde el recibió el cargo de guardia se la vive con un miedo terrible a perderlo, por eso prefiere no salir en momentos donde esté el, por qué le sigue a todos lados.
Pero ahora... Qué el sufría por su culpa, o así lo veía el príncipe, un interminable castigo

Ahora, solo buscaba, algo con qué sacarlo de esto y si ello dependía de encontrar mujer y esposarla... Lo haría, no importa la felicidad, importa la seguridad de su amado. Seguía avanzando, pasó tras pasó el sentimiento de dolor fundaba su interior con más intensidad, con desasosiego no veía frente suya, estaba tan roto, tan mal.
Atrás de él, el castillo se extendía imponente asomando el sol fuera de sus paredes, las banderas se extendían despidiendo el cuerpo vacío del príncipe con su ondar.
En la torre más alta Guillermo corría por entre los pasillos y escaleras con una rapidez digna de un guardia.
Escapaba hacia el cuarto de su amado, ya que mientras que lo azotaban su cabeza no dejaba de pensar en Samuel, en que si lograba escapar lo llevaría lejos lo esposaria y sin importar que serían felices.
Al terminar lo azotes a primera hora del día siguiente lo guardias limpiaron con chorros de agua las espaldas de Guillermo, lo encadenaron y dejaron en el suelo.
Guillermo, por ser uno de los guardias más expertos pudo retirar las cadenas de sus muñecas y de sus tobillos, después de todo era parte de los entrenamientos que el frecuentaba en privado.
Ahora mismo, el corría, escapaba, con sus heridas en carne viva volviendo a sangrar, estaba muy adolorido pero a pesar de eso pensó que no tenía tiempo para quejarse.
Al llegar al cuarto de su amado abrió sin pedir permiso alguno, y vio a su alrededor soledad... Solo eso.
Busco por todos lados pero no había nadie.
Escucho los guardias empezando a buscarlo escapó por uno de los pasadizos que se ocupaban por si atacaban el castillo, que terminaba en la parte trasera del castillo donde terminaban las mázmorras y los cuerpos se descomponian
De repente tras suya escuchó una voz.
-luchar por algo sin importancia no merece la pérdida de la propia vida.
El rey hablaba a sus espaldas, haciendo que Guillermo detuviera su avance y se diera la vuelta mirando al suelo.
-Guillermo Díaz ¿por qué luchar por Samuel? El está a punto de morir, puedes encontrar a una mujer, tener hijos y que se dediquen a lo mismo que tú.
Avanzaba y los pasos se escuchaban como ecos.
-tu enfermedad puede curarse, vendrá alguien especializado te harán terapia de choques, cualquier cosa para curarte.
Se acercó más a los que Guillermo retrocedió.
-yo no estoy enfermo -susurro- yo lo amo.
Y se dio vuelta, corrió más rápido con las lágrimas saltándose de sus ojos.
-¡El se largó! ¡El no volverá, morirá antes de lo que crees, el doctor lo dijo, le queda poco tiempo!
El rey gritaba a sus espaldas. Guillermo lo encontraría, aún que tuviera que buscar por todo mar y tierra, lo haría antes de que todo ocurriera.
Por qué el ama.... A Samuel.









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⏰ Última actualización: Nov 12, 2018 ⏰

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