Capítulo #3 - "Una tarde especial"

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Después de despedirnos, subo al metro, ya que mis padres no pueden venir por mi gracias a su trabajo, pero me considero un chico responsable en el aspecto de hacerme cargo de las cosas mientras mis padres no están, a parte de que mi hermana normalmente se queda en su escuela, por lo que yo soy el único en casa durante casi todo el día.

Al subir al metro, me pongo mis auriculares y reproduzco aleatoriamente una canción, lo mismo de siempre. A veces, me siento atrapado en un círculo monótono donde cada día es igual al anterior... me pregunto si así será por lo que reste de mi vida, desde aquí parece que sí. No tengo una vida interesante ni emocionante, solo es la vida común de un chico común.

Perdido en mis pensamientos, de repente siento alguien jalando mi mano fuertemente, intentando llevarme junto a él en la siguiente estación. –¡SUÉLTAME!– grito desesperadamente, nunca había estado a merced de un robo, así que no tenía idea de que podía hacer en ese momento... sentía miedo, mucho miedo.

–Calla o te irá peor, pequeño.– susurra el hombre de capucha a mi oído, estaba completamente aterrado, y no tuve otra opción más que ceder, mi resistencia fue completamente inútil.
Al bajar del metro, siento que estaba caminando hacia mi propio fin, no sabía lo que ese hombre haría conmigo y ni siquiera quería imaginarlo, no podía pedir ayuda ya que si lo hacía las cosas serían peores... sólo rogaba por un milagro.

Salimos de la estación, justo cuando oigo una voz varonil gritando a la lejos. –¡ALTO!– resuena por la calle, donde había un chico de aproximadamente 17 años corriendo en nuestra dirección, estoy seguro de haberlo visto antes en la escuela, pero nunca habíamos dicho una sola palabra. Aterrado comienzo a llorar, no sabía lo que sucedería, estaba perplejo ante la situación, sólo quería irme a casa.

El hombre encapuchado, llevándome con él, corre hacia un callejón donde me cubre la boca con una banda. Pero para mi suerte, el chico pelinegro llegó dando un gran golpe en la cara del hombre, el cual responde enfadado sacando una navaja e intentado encajarla en la piel del chico. –¡NOOOO!– grito, pero mi voz era cubierta por la tela, el hombre logra hacerle unos raspones a el chico, pero este responde golpeándolo fuertemente en la cabeza con una sartén que estaba tirada en la basura. El hombre cae aturdido, y el chico se apresura a llevarme fuera del callejón, cargándome como a una damisela en peligro.

Al sur de ahí y llegar a un parque cercano, me sienta en una banca mientras saca un chocolate junto con una manta de su mochila. –Ten esto.– dice cálidamente, lo cual provoca un ligero sonrojo de mi parte, aunque seguía aturdido por el enorme susto de aquella tarde. Se sienta a un lado mío, para preguntar...

–¿Estás bien?–
–S-s-sii. M-much-chas gracias por s-sal-salvarme– respondo tembloroso.
–Descuida, me alegro de haber estado allí para salvarte.– dice el pelinegro con un tono reconfortante.
Veo que es un chico atlético, de piel pálida, con unos lindos ojos verdes y pecas por toda su cara. Era bastante... tierno.
– (suspira) Buahh, tenía mucho miedo... no pensé que fuera a salir de ahí vivo, o con riñones.– digo relajándome un poco mientras doy una mordida a la barra de chocolate blanco que me dió el lindo ojiverde.
– Jejeje, ten más cuidado la próxima vez. Hay mucha gente malvada por aquí, y no me hubiera perdonado que te hicieran algo malo.– dice luciendo extremadamente tierno el pelinegro.
Me sonrojo totalmente, a lo que él responde con una pequeña risa... sentía que mi corazón palpitaba cada vez más rápido.
–G-gracias, en serio. No sé qué sería de mi ahora si no me hubieras salvado. Eres m-muy v-valiente.– le agradezco nervioso al chico. Luego de unos segundos, noto algunas heridas en su cuerpo, –¡Oh, no! ¡Éstas herido! Y-yo lo lamento t-tanto...– digo titubueando como un torpe. –Jajaja, no te preocupes por eso, me importa más como te encuentres tú, después de todo, a ti te intentaron secuestrar. – dice intentando calmarme el chico. –Por cierto, te he visto en la escuela, pero... ¿,cuál es tu nombre?– me pregunta. –K-Kim N-Nu-ruku-kuma– respondo tembloroso. – Jeje, vaya lindo nombre. El mío es Beth Thompson, pero puedes llamarme Bethy.– dice sonriendo el ojiverde.
–B-bien, B-Bethy...– le digo torpemente. –Jajaja, eres muy tierno, Kim.– dice haciéndome más gay de lo normal el chico.

Después de hablar un poco, me acompañó de camino a casa (cargándome como princesa la mitad del camino) y al llegar, se despidió alegremente acariciando mi cabeza (una de las cosas que más amo que me hagan) y moviendo su mano de un lado a otro. Es la primera vez en toda mi vida que un chico me acompaña hasta casa, y es tan amable y atento conmigo... creo que mi rubor significa lo que yo creo que significa.

Entro a mi casa, tomo un paquete de galletas y me voy a acostar a mi habitación, acurrucándome en la manta que Beth me regaló, tenía su mismo olor a colonia. No podía dejar de pensar en aquel chico, que incondicionalmente se arriesgó para salvarme de ser secuestrado y cuidarme como si fuera suyo... eso no lo hacen todos, y estoy muy agradecido por lo que ha hecho por mí hoy. Ahhh, le daré algo para agradecerle mañana, quizás esto sea una coincidencia, pero creo...

que esta fue una tarde especial. ❤

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