-¡¿Eres gay?!- grita entusiasmado el profesor esperando por mi afirmación.
En ese momento me sentí avergonzado a niveles estratosféricos; por más que ya me haya aceptado tal y como soy en aquella cuestión, nadie me negará que el hecho de que alguien te lo pregunte de tal forma resulta incómodo.-Bu-bueno, y-yo...-
-Ohh, lo lamento mucho. Me entusiasmo bastante con esta clase de temas.- dice intentando tranquilizarme el señor Thompson.
-D-descuide, no importa, yo también me emocioné como tonto cuando usted nos reveló su sexualidad, jaja.-
Digo continuando la conversación, para que de repente el profesor se aproxime a mis labios de forma provocativa.
-¿A quién le dices idiota, pequeño?- me susurra con voz de seme masculino intachable, para luego poner su dedo delicadamente sobre mis labios.
-A-ah, p-pues, o-o-osea, n-no era mi-mi i-i...-
-¡JAJAJAJA, DEBISTE VER TU CARA!- exclama luego de un corto silencio donde contenía su risa. -Lo lamento, Nurukuma, pero me caíste bien.-
-G-gracias.- le digo cortantemente expresando mi molestia.
-Oh, lo lamento, se me olvidaba que era tu profesor. Mm, mm, bueno... ¿cómo descubriste que te gustaban los varones?- me pregunta intentando sonar filosófico.
-No lo sé, dígamelo usted.- le respondo sarcásticamente, a lo cual responde con una ligera carcajada.
-Ay, señor Nurukuma, lucharé por ser maestro titular sólo para tener conversaciones como esta con usted, jaja.-
Río sorprendido por mi reciente diálogo con el profesor, no soy tan malo para socializar después de todo, supongo.
El tiempo se había ido volando, y las campanas que indican el fin del receso resuenan por toda la escuela; la "bola de machos" corre a la entrada empujándose unos entre otros mientras cantan una tal canción llamada "Manos en el ano", lo cual ignoré por completo, hasta que de repente soy cegado y tirado al suelo por una enorme masa sudorosa llamada Xavier, el chico conocido por los pasillos por no tener conocimiento de el producto llamado "deshodorante".Intento levantarme rogando por que mis gafas no estuvieran rotas, pero todo esfuerzo era inútil contra aquella materia sofocante. Después de un buen rato siento como soy liberado de aquel objeto inmundo por unas manos masculinas y fuertes; afirmativo, el chico ojiverde de mis pensamientos me había rescatado de la muerte, por segunda vez.
-Ay, Dios, Kim, ¿estás bien?- pregunta preocupado.
-Am-m, s-si, n-no fue nada.- respondo con más gallos de los que podría haber en una granja a causa de mi apenas lograda respiración.
-Agh, maldita mariquita delicada.- exclama enfadado Xavier, el único chico de la escuela al que Rexona sí había abandonado. -Si, pinche putita otaku de mierda, vete a jotear a otro lado.- dice siguiéndole el juego su amigo Teo, uno de los "líderes" de la manada de machos, mientras lo ayuda a levantarse.
Aunque no quisiera, y por más que quisiera ignorar la opinión ajena y comentarios respecto a mí, aquellas palabras me dolieron, me dolieron muy en el fondo, me sacaron de mi círculo de invisibilidad ante la sociedad y me volvieron vulnerable. No sabía que hacer en aquel momento, me quedé en blanco, con lágrimas a punto de escapar de mis ojos, lamentándome el hecho de haber estado ahí en su caída, lamentándome el haberme levantado hoy el doble, lamentándome el tener una apariencia y físico tan frágiles, lamentándome el ser como era, lamentando mi completa existencia, y así, aterrado y sollozando, corrí lo más rápido que pude al baño para refugiarme como hacía en esta clase de situaciones.
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"La Vida Común de un Chico Común"
De TodoPara Kim Nurukuma, la vida siempre había sido repetitiva, monótona y aburrida. La misma rutina, las mismas clases, las mis más personas; toda era igual a diario y esto estaba comenzando a hartarle. Pero sin previo aviso, empiezan a pasar experienci...