🔥Capítulo 5🔥

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— Escúchenme bien todos — dijo un hombre que respondía por el nombre de Kazim, quien era el encargado de esta misión —, dentro de las líneas enemigas tenemos un infiltrado, el cual me ha dicho que ya saben que llegaremos a las tres de la mañana, hecho por el cual hemos salido antes hacia nuestro destino. En aproximadamente diez minutos estaremos llegando al hotel "Bellagio" y tal como habíamos planeado, el equipo se dividirá en tres grupos. Ya deben de saber en cual les toca. 

La adrenalina estaba corriendo por cada centímetro de mi cuerpo, el corazón lo tenía acelerado al mil y una sonrisa de payaso se extendía por mi rostro. 

Esto era lo más emocionante que había vivido en muchos siglos y sabía que nos enfrentaríamos a los ángeles en poco tiempo, hecho por el cual mi excitación crecía todavía más. 

Estaba listo, al igual que Belcebú, para hacer la tarea que el jefazo nos había encargado y lo haría gustoso. 

Siempre he escuchado que el día en el que encuentres lo que te gusta hacer, dejarás de trabajar y a mí me encantaba mi trabajo. 

Tantos siglos buscando qué hacer para que el mundo se hunda en un completo caos, y este inútil me estaba dando las cosas en una bandeja de plata, así que no desperdiciaré ni un minuto preocupándome por lo que habría de pasar. Simplemente me dedicaré a disfrutar todo lo que pueda. Porque sí, lo voy a disfrutar. 

El enorme camión en el que viajábamos, llegó a su destino y estacionó por la parte trasera del hotel. El grupo se dividió en tres, tal y como habíamos planeado y entonces, la acción empezó. 

Belcebú y yo estábamos en el grupo que entraría por la salida de emergencia del hotel, inhabilitando todos los sensores para que las alarmas no fueran a sonar con el probable enfrentamiento que tendríamos. 

El grupo y yo entramos por la puerta de color verde que daba a la cocina y comenzamos a desplegarnos con las armas listas para disparar. 

Los humanos debían de ser más astutos que estúpidos si no querían que les metiéramos una bala entre sus cejas, así que mejor callaban mientras entrábamos, desconociendo nuestro objetivo final. 

Nos colamos por la parte trasera de la recepción sin que nadie nos viera y subimos por las escaleras. Mi grupo, llegando a los pisos deseados, se dividió en dos: unos entrarían para secuestrar a la hija del Secretario de Estado mientras que los otros ayudarían a despejar el camino de los guardaespaldas de esa mocosa. 

En cuanto el capitán y líder del equipo abrió la puerta con una sonora patada, los disparos no se hicieron esperar. Empecé a escabullirme entre la gente y las balas, matando a varias personas con singular alegría, hasta que llegué a la puerta de la habitación. 

La puerta estaba cerrada, obviamente, pero decidí que una niñita no me iba a detener en mi camino, así que le disparé al pomo de la puerta hasta que éste se rompió y pude entrar. 

La habitación se encontraba vacía y no pareciera haber nadie ahí, pero había visto tantas películas de acción como para saber en dónde se encontraba mi querida y deliciosa presa. 

Me acerqué al baño y a mi costado derecho pude ver las puertas del closet. Quise hacer sufrir un poco a la escuincla haciéndole pensar que me iría de largo al baño, pero con un rápido movimiento de mi brazo, atravesé las puertas de madera con mi puño, haciéndola gritar como una mariquita. 

— Demasiado cliché, ¿no crees? — le dije con sorna — Por lo menos me hubieras puesto un desafío — me agaché y la tomé del brazo, arañando su piel desnuda. El olor a sangre llenó mi nariz y sonreí. Me encantaba porque la sangre era igual a herida, y una herida era igual a sufrimiento y dolor. 

Infierno de SedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora