2. Deux

6 1 0
                                    


Incluso en este punto pasado el tiempo no sé cómo comenzó todo, no sé qué me llevo al éxtasis que me sumergió en un torbellino de situaciones, emociones y personas. El haber podido conocer a alguien que me convirtió en una persona más dura y fría además de calculadora, no en el mal sentido de estas palabras sino que después de él mis impulsos actuaban de otro modo, la forma en la que veía la vida y como entendía lo que quería, deseaba y necesitaba, que eran cosas que siempre me cuestionaba. Me hace replantearme mi verdadera cordura, pensando sobre todo que cuando me ponía a su lado era una dulce chica sonriente, amable y feliz, no porque dejara de serlo, por el contrario, no he dejado de ser feliz y creo que tras su partida lo soy aún más, sin embargo, ate mi corazón a una roca impidiéndole sentir de nueva cuenta algo que marcaría a fuego mi vida.

Aquel día en la cafetería no puedo definir si es el peor o el mejor, sola con mi libro y una copa de vino, mis días transcurrían entre hojas y letras, el alcohol en mis venas apenas palpable e insignificante. Algunas veces llevaba mi libreta preferida para escribir lo que sentía, miraba o nacía simplemente de la punta de mi pluma favorita hacia las letras que me hacían tan feliz. Ese pequeño rincón de mi mente que era capaz de crear lo que fuera, un rincón que era mucho más acogedor que la realidad, a donde se puede huir y eres el capitán de lo que sucede en la historia.

Pero justo aquel día sin darme cuenta mi libro estaba por acabarse, no traía conmigo la libreta y mucho menos la pluma, mi copa de vino recién servida me esperaba y yo simplemente me senté, ahí sola, mirando a través del cristal como las personas comenzaban a sacar sus paraguas para caminar en la rue du Tertre, seguía consumiendo lentamente mi copa sin darme cuenta más que de los colores en los paraguas de la calle la soledad no me molestaba, era una amiga que me ayudaba a reflexionar sobre lo que vivía o sentía, algunas veces era bueno tener alguien con quien compartir, aunque sabía que las personas no comprendían al cien por ciento todo lo que pasaba, y era por eso que prefería la soledad en reiteradas ocasiones.

Al terminar mi copa saque mi paraguas morado y me dispuse a salir, pero justamente cuando sentí las gotas de una suave brisa de verano sobre mi decidí cerrar el paraguas y caminar bajo ella, llevaba entre mis manos mi libro tratando de protegerlo del clima, fue entonces cuando sentí el impacto y cayo el libro de mis manos mojándose por completo, el extraño frente a mí con el cabello cayendo por su frente formando pequeños espirales, las arrugas a los costados de sus ojos y la sonrisa irónica conformaban a alguien interesante pero pedante.

Parece que este libro es tuyo- me tendió la mano con el libro en ella

Gracias, y la próxima vez ten más cuidado- solté y caminé

Odiaba que mis libros se maltrataran y por culpa de él mi libro recién terminado estaba estropeado, su aliento a cerveza me concedía una idea del porque caminaba sin paraguas con una sonrisa llena de ironía en el rostro, como sabiendo algo que los demás desconocían con apenas una playera cubriendo su torso, la cual ahora se pegaba a causa de la lluvia, su actitud de pocos amigos saltaba a la vista sin necesidad de siquiera mirarle a los ojos, pues traslucía a sus poros.

¡Hey tú! ¡La que choco conmigo! - me gritaba

¿Qué quieres? - fulmine con mi mirada

Ten mi teléfono- me tendió una tarjeta de un local de cervezas con un número al reverso

Debe ser una broma- susurre

Llámame- y se marcho

Guarde distraídamente la tarjeta en mi chamarra mientras caminaba rumbo a casa, mis pensamientos no seguían un curso específico, ellos iban y venían de un lado a otro como si estuvieran intentado decirme algo, eso me molestaba demasiado odiaba el descontrol en mis pensamientos, odiaba que no pudieran seguir un curso que hasta ahora se había mantenido por mucho tiempo, dándome una zona de confort y seguridad para seguir adelante.

Quizá llegamos tardeWhere stories live. Discover now