Capítulo 2

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Tuve suerte de aparcar relativamente cerca. En Chueca era realmente difícil, pero el hecho de que fueran las cuatro de la madrugada y, además, jueves, había ayudado a que encontrara un sitio después de dar tan sólo un par de vueltas por allí.

La discoteca abría ese día hasta las 5:30, con lo que tenía una hora y media para encontrarla. Sabía que estaría allí: solía ir tanto los jueves como los domingos, ya que pinchaban varios Dj's con los que disfrutaba bailando hasta que cerraban. Incluso sabía que, muy probablemente, habría bebido algo de más; no sé si ese hecho haría que no le importara escucharme o, por el contrario, haría que me mandara a la mierda más fácilmente en cuanto me viese. Tenía que intentarlo, ya estaba aquí y yo había decidido echar toda la carne en el asador de una vez por todas.

La entrada me resultó más cara de lo esperado, pero no me importó demasiado. Mi único objetivo era poder encontrarla entre toda la multitud que se aglomeraba en aquellas dos salas con las que la discoteca contaba; y aunque sabía que era como buscar una aguja en un pajar, confiaba en mi intuición y en nuestra manera casi mágica de encontrarnos siempre a pesar de estar rodeadas de muchísima gente.

Después de recorrerme la discoteca entera, e incluso dar varias vueltas en su sala favorita en vano, me di por vencida. Tal vez, en esos dos meses sin verla ni saber de ella habría cambiado tanto como para dejar de ir por los mismos sitios que yo sabía que frecuentaba; o tal vez habría sido casualidad que justo ese día no hubiese ido por la razón que fuese. Si es que había sido una idiota por presentarme allí a la aventura sin cerciorarme primero de que estaría en ese lugar. ¿Pero cómo me iba a cerciorar? A esas horas no podía llamar a nadie para tal estupidez. Además, ¿a quién podría haber llamado, de haber sido una hora prudencial? A nadie, en realidad. El único que podría saberlo era Ricky. Y con Ricky yo ya no podía contar. Bueno, ni con Ricky ni con ninguno de mis compañeros de la academia. Dios, la había cagado tanto...

No sé cómo conseguí salir de allí sin que ninguna persona me hubiese echado su bebida por encima; estaba demasiado abarrotado y la gente ya iba muy perjudicada por el alcohol, pero logré salir viva de allí, al menos físicamente. Todo un logro por mi parte.

Al respirar de nuevo el aire de la calle el agobio que había sentido por un momento se disipó enseguida y, con ello, también se borró gran parte de lo mal que me sentía conmigo misma por haber hecho que mi vida fuese ahora una completa mierda.

Sin embargo, me sentía cansada, muy cansada, sobretodo emocionalmente. Estaba harta de echar de menos a Mimi; harta de recordarla a todas horas y con cada mínimo detalle; harta de querer llamarla y no poder hacerlo porque me tenía bloqueada en todas partes. Joder, ¿pero a quién pretendía engañar? Ella no quería verme, ¿qué narices hacía yo allí?

Me apoyé sobre una fachada, algo más alejada de la puerta de la discoteca, para encenderme un cigarro y sin previo aviso mis ojos se empañaron y cayeron un par de lágrimas rebeldes. No era el momento de ponerme a llorar allí, pero habían caído solas. Me apresuré a secarlas con el dorso de mi mano y al alzar la vista, la vi.

Fue imposible que mis ojos no la hubiesen visto: a ella siempre la encontraban. Estaba en la acera de enfrente, con su pelo rubio y liso cayéndole con gracia por la espalda y una chaqueta negra que le llegaba casi hasta las rodillas. Desconocía qué ropa llevaba, porque estaba de espaldas y la chaqueta sólo me permitía ver sus largas piernas, pero estaba segura de que llevaría falda. O quizás algún pantalón corto. Qué más daba: igualmente iría preciosa.

Me resultó extraño verla allí de pie sola, quieta, sin hacer nada. Ni siquiera estaba ojeando su móvil. Nada.Tal vez estaría esperando a alguien, aunque no parecía buscar a nadie con la mirada. Dios, era mi oportunidad perfecta.

Indeleble  [WARMI]Where stories live. Discover now