Capítulo 3

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- ¿Quieres una cerveza? -Le pregunté una vez entramos en mi casa y dejamos las chaquetas en el perchero de la entrada. Ella asintió sin apenas mirarme.

Se había quedado observando el salón: supongo que le sorprendió ver tantos cambios en la decoración. Las estanterías estaban prácticamente vacías ahora, a diferencia de la última vez que ella había pisado mi casa. Tampoco estaban los marcos de aquellas fotos de Jadel y yo repartidos por toda la estancia. Pero imagino que lo que más le sorprendió fue la ausencia de aquel cuadro pintado a óleo de la cara de mi ex novio, que anteriormente había acaparado casi toda la pared de encima del sofá. En su lugar, se encontraba el vacío que lo había dejado; síntoma claro de que ya tocaba pintar las paredes.

No pude evitar mirarla desde la isleta de la cocina mientras abría la nevera para coger los botellines. Me parecía increíble que, después de todo, volviera a estar aquí otra vez. La había echado tanto de menos... Aunque, a decir verdad, todavía lo seguía haciendo. Sí, estaba aquí, pero aún no éramos las que fuimos. Joder, por supuesto que no; no éramos ni una pequeña parte de nosotras todavía. Y tampoco tenía muy claro que lo volviésemos a ser algún día.

- ¿Nos sentamos? -Le dije señalando el sofá mientras le ofrecía una de las cervezas. Ella asintió de nuevo, cogiendo el botellín y sentándose tímidamente, casi en el mismo borde del sofá, como si tuviera cierta vergüenza. Aquel gesto me pareció de lo más tierno.

- Mimi, el sofá no muerde -le dije casi riéndome.

- Joder, Ana, estoy muy nerviosa.

- Pues no lo estés... Soy yo, ¿recuerdas?

De sus labios nació una media sonrisa, aunque demasiado pequeña para lo que me hubiese gustado. Es que no estaba cómoda conmigo, yo lo notaba, y me dolió comprobar que mi humor no le hacía destensarse; no como antes. Aquello me hizo ver que realmente las cosas estaban mal, muy mal, y no iba a ser tarea sencilla volver a ella como si nada.

- Veo que es verdad eso de que ya no estás con Jadel -dijo señalando los huecos vacíos de la casa.

- Ya te lo he dicho antes; yo nunca te mentiría, Mimi, y mucho menos con algo así.

- Supongo que tienes razón. -Dio un sorbo a su cerveza, ganando así algo de tiempo para pensar bien en lo próximo que me diría: sus ojos me gritaban que necesitaba decir algo más, por eso no la interrumpí y esperé a que se decidiera a hablar de nuevo. -Y... -Suspiró- ¿Y cómo estás, Ana?

No era una simple pregunta, y yo lo sabía. Me miraba con unos ojos de absoluta preocupación donde yo morí un poco en ellos. Demasiado tiempo sin mirarnos, sin hablarnos, sin saber la una de la otra... Y encontrarse de repente conmigo y saber que, al fin, había roto con lo único que sobraba en mi vida y a lo que tanto me aferraba a no soltar, no iba a estar muy bien que digamos.

Le dediqué una sonrisa sincera y me atreví a coger sus manos, provocando que ella agachara la mirada hacia ellas, algo confusa por ese gesto tan espontáneo y fuera de lugar, quizás, que me había nacido tener. Pero no las apartó de las mías, más bien al contrario: al encontrarse de nuevo con mi mirada y observar en ella toda la intensidad que estaba sintiendo yo en ese momento, las apretó durante un segundo, ayudándome a relajarme, haciéndome entender que, a pesar de todo, estaba ahí. Ahora sí que estaba ahí, sí que quería escucharme, sí que volvía a estar. Como siempre. Como si nada.

Suspiré, cerrando durante un breve instante los ojos para volver a mirarla automáticamente después, recargándome de nuevo con esa energía que ella me transmitía e intenté ser lo más sincera posible.

- No ha sido fácil hacerlo, ya lo sabes.

- Oh, créeme que lo sé.

Y a mi mente vinieron todos aquellos instantes que había compartido con ella en el pasado, prometiéndole que nada más que ella me importaba, que mi relación con Jadel estaba tan muerta y la nuestra tan viva que pronto iba a reunir el valor suficiente para poner cada cosa en su lugar.

Indeleble  [WARMI]Where stories live. Discover now