Despertares.

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Me gusta el amanecer y el rocío que brilla sobre la hierba todavía húmeda, antes de que los rayos del sol la resequen, y esa bruma que se evapora a medida que el astro rey va cobrando fuerza con el transitar de las horas. Me gusta ese sol que se eleva con una lentitud majestuosa y que me llena de un emocionado respeto. Me gusta la musicalidad con la que las pequeñas aves me despiertan por la mañana. Parece que la atmósfera se inundase con un halo de quietud mientras, nosotros con ella, nos abrimos a una serena calma.

Hay momentos en que escribir, mientras tomo un café, es una buena terapia para no volverme loca con todo lo que está aconteciendo en el mundo. Ocupo así los dedos y la mente en algo más que el vacío, los recuerdos o el dolor. Así no me olvido de quien soy y dejo constancia en el papel de que aun existo. Con la palma de la mano he alisado varias veces la hoja blanca en la que escribo el borrador de este texto, pero el papel es como la vida, una vez que se arruga o se mancha es imposible que no queden rastros de sus vivencias. Por eso a veces, las palabras salen desde los rincones más oscuros del alma, desde la conciencia, donde se ocultan los secretos y donde les enterramos para que no nos molesten demasiado.

Pedacitos de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora