la última página del diario.

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Querido diario... Tengo que contarte los últimos acontecimientos que ocurrieron este fin de semana.

Tengo que contarte el final de esta historia.

***

El fin de semana me lo pasé viendo películas de terror en Netflix mientas que me comía de patatas fritas de los chinos, si si, esas patatas que te ponen cuando vas a cenar al chino, esas que están tan buenas. Ahora las venden en bolsas de patatas.

Que buena elección hice al comprarme 5 bolsas de esas patatas por que estaban riquísimas.

Bueno, me voy del tema.
No quise hablar con nadie aparte de con Mimi, de la cuál no supe nada por que suponía que estaba aprovechando el tiempo perdido con la morena.

Mis padres me habían insistido muchísimo en irme a cenar con ellos, pero yo no tenía ganas de nada y se fueron un poco preocupados, me dijeron que si tenía hambre que pidiese una pizza por que la verdad es que no se fian de mi para que me haga yo la cena. La última vez casi quemé la cocina, pero bueno, eso es ya otra historia.

Estaba yo absorta viendo La purga cuando oí ruidos en el piso de abajo, lentamente dejé el portátil a un lado, salí de cuclillas de la cama y abrí lentamente la puerta, la cuál rechinó un poco.

Empecé a oír unos pasos en el salón.
Y yo, pensando en que llamar a la policía no serviría de nada bajé lentamente las escaleras, no sin antes haber cogido la lámpara de mi mesita de noche por que no tenía otro objeto para defenderme a mano.

Y esa era la situación, yo, Amaia Romero, estaba bajando las oscuras escaleras de mi casa a las diez y media de la noche con una lámpara como defensa, bravo por mi.

Al llegar al salón me asomé un poco y vi como una figura de una persona se movía por el salón. Ese era mi momento.

Salí corriendo hacia esa figura y le di en la cabeza y en el hombro con la lampara, la cuál quedó un poco torcida.

- ¡AMAIA JODER PARA QUE SOY YO! - Reconocí esa voz y en ese mismo momento se me heló la sangre. Fui corriendo al interruptor de la luz. La encendí y ahí estaba ella.

- ¡¿Pero a ti que coño te pasa conmigo?! ¿Siempre me tienes que asustar? - Ella no contestó, solo se llevó la mano hacia la ceja, le había hecho una brecha. Tiré la lámpara a un lado y fui al baño a por el botiquín y volví. - Siéntate en el sillón, anda... Que me tienes contenta. - Dije en tono neutro.

Ella seguía sin contestar, me apresuré a echar alcohol en el algodón y a ponerlo sobre su herida mientras que esta me miraba.

- Eres imbécil. ¿Que coño te pasa por la cabeza? - Frunció el ceño por el escozor. - No hagas eso.

- Deberías haber cogido el teléfono, te llamé un par de veces. - Se defendió.

- Y tú deberías de saber que existe algo llamado timbre en vez de colarte a oscuras en una casa ajena. - Contesté duramente. - ¿Que coño hacías a oscuras?

- ¡Estaba buscando el interruptor! - Se volvió a defender. Suspiró. Le puse un par de tiritas alargadas para cerrar la herida, la cual no era para tanto. - ¿Por qué últimamente acabamos discutiendo?

- Pues no lo se, Miriam, no lo se. - Me quité de encima suyo pero ella me volvió a coger, poniéndome otra vez sentada en su regazo. Poniéndome nerviosa con la cara que me estaba poniendo. - ¿Qué haces? ¿A que has venido?

mujer contra mujer [amiriam · warmi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora