la cena.

1K 75 30
                                    

Querido diario...

Las cosas iban mucho mejor, tenía a Mimi, con ella podía hablar de como me sentía sin que me pusiera una mirada triste como hacían los demás.

Pasaba bastante rato con ella aunque ella también pasase el rato con Ana; entre ella y Ana la relación iba normal, seguían igual que siempre.

Y bueno, respecto a Miriam y a mi.
Mal, muy mal.
Súper mal.

La echaba muchísimo se menos pero me seguía sintiendo decepcionada cada vez que la veía.

—Amaia, ¿Otra vez estás en las nubes? – Dijo Mimi pasándome el porro. Yo me encogí de hombros. – ¿Piensas en ella?

— Desgraciadamente si. – Ella agachó la mirada, la verdad es que no le gustaba verme así. – Cada vez que la veo... Algo dentro de mi se quema.

— Te pondrá cachonda. – Soltó Mimi, yo le di un manotazo. – Tia enserio, yo creo que será eso, hay tensión sexual quieras o no.

Le llamé "idiota" y se desconó en mi cara. Después estuvimos un rato liandonos y me acompaño a casa.
Estaba sacando mis llaves cuando oigo una voz detrás de mi.

— Hueles a porros. – Sonó muy duramente. – Mimi no parece tan buena influencia para ti por lo que veo.

— Como si tu fueras mejor influencia para mi. – Le contesté tajante. Ahí estaba Miriam mirándome molesta. – ¿Qué más te da que fume porros? Si a veces contigo me los he fumado y a ti te ha dado igual.

— Pues ya no me da igual. Deja de hacerlo. – Abrí la boca indignada y sorprendía.

—¿Perdona? – Me acerqué. – ¿Acaso te crees con autoridad para decirme lo que tengo que hacer o no con mi vida? Pasa de mi cara como lo has estado haciendo hasta ahora y déjame en paz.

Ella seguía manteniendo la misma mirada, se acercó rápidamente a mi.
Sentí sus brazos alrededor mío.
¿Enserio me estaba abrazando?

Pero rápidamente como se junto a mi se alejó con los cogollos de marihuana que me quedaban en mi mochila.

—¡Dame eso! ¡¿Quien te crees que eres?! – Intenté quitarselo pero ella subió su brazo para que no lograse alcanzarlo.

Al final me terminé cansando.

—Me la suda, quedatelo, seguiré fumando igual. – Ella negó. – Al igual que seguiré viendo a Mimi.

Noté que al decirle eso apretó su mandíbula.

— Ella no es yo. – Soltó. – Se lo que pretendes hacer con ella.

— Me vienes dando lecciones de moral tu que haces lo mismo con Ana. – fruncí el ceño.

Resopló. Ella ya no sabía que decir.
Oímos como la puerta detrás de mi se abría.

— ¡Anda Miriam! ¡Hace tiempo que no te vemos por aquí! ¡Pasa a cenar hija! – Dijo mi padre nada más ver a Miriam.

— Papá ella no...– Miriam me cortó.

—Claro, hace tiempo que no paso tiempo con vosotros. – Dicho esto me miró desafiante.

Mi padre le abrió la puerta principal invitándola a entrar a nuestra casa y pasó.

Vaya cenita me espera.

Miriam y mis padres no dejaban de hablar, yo solo me mantenía callada mientras cenaba y interiormente rezaba para que este mal rato pasase rápidamente.

— y bueno Miriam, ¿Estás conociendo a alguien? Una chica como tu tendrá muchos pretendientes. – Dijo mi madre. Yo me reí, lo escucharon. Miriam le sonrió falsamente.

— Pues si, la verdad es que si, pero solo hay una persona que de verdad me encanta y no la quiero dejar escapar, es difícil pero para una Rodríguez no existen las cosas imposibles. – Empezó a hervirme la sangre. ¿Enserio había venido a mi casa a intentar ponerme celosa hablando de Ana?

— Vaya, pues ves a por todas, Miriam! Seguro que cae a tus pies ese chico. – Me atraganté con el agua.

— Pero Amaia hija, ¿Estás bien? – Yo asentí mientras seguía riéndome

— Si, si estoy perfectamente. Lo que pasa es que Miriam no se está fijando en un chico, sino en una chica de clase. – Mi madre se quedó callada pensando en que la había cagado diciéndole eso a Miriam. – Por eso me ha hecho tanta gracia.

— Pues no debería de hacerte tanta gracia siendo tu como eres. – Me dijo Miriam por lo bajini.

—Ah! Bueno, a nosotros la verdad es que esas cosas no nos importan. Es más. – Decía mi padre. – Creemos que la novia de Amaia es Mimi, pasa mucho tiempo con ella.

Por un momento pensé en decirle a mi padre que se callase, pero por otro lado, al ver la cara de Miriam, se me ocurrió seguir por ahí.

— No estamos saliendo oficialmente. Solo somos buenas amigas. – Aclaré. – Es muy buena conmigo, un encanto.

— Nos alegra que estés tan bien. – Me dijo mi madre sincera. – Y Miriam espero que consigas es amor de esa chica.

Miriam puso otra sonrisa falsa.
Al terminar de cenar Miriam me cogió de la mano y me llevó a mi habitación.

— ¿Enserio has tenido que decirle todo eso a tus padres? Me conocen desde que teníamos 10 años. Por dios. – Me dijo molesta. Movió su pelo con nerviosismo.

— Pues más razón para decirselo, así ya lo saben. – le contesté básicamente. Ella bufó agobiada. – Bueno ya terminaste de cenar, no? Ya has tenido tu momento de atención, ya si quieres te puedes ir.

Me senté en la cama y me quedé mirándola.
Ella también me seguía mirando pero de una forma rara.

— ¿Por qué no los dejas? – se sentó conmigo en mi cama. – En verdad yo me preocupo por ti, últimamente fumas mucho. Eso es malo.

Diciéndome esto empezó a acariciar mi mano. Y después la cara, suavemente.

— No quiero que te pase nada malo no me lo perdonaría. – Habló más calmada. – Siento lo que pasó en la fiesta. Me sobrepase contigo.

Acercó su cara a mi, cerré mis ojos esperando ese beso que no llegó.
Pero se volvió a alejar, se levantó rápidamente de la cama.

— Creo que debería irme. El lunes nos veremos en clase. – jugó un poco con su pelo nerviosamente y salió de mi habítacion. Me quedé ahí sentada asimilando lo que acababa de pasar.

Oí como se despidió de mis padres y como se cerraba la puerta principal.
Ahora me arrepiento de no haber ido tras ella, cuando me dijo que se iba tenía una mirada muy triste.

mujer contra mujer [amiriam · warmi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora