"Los seres humanos se juzgan unos a otros de una forma superficial, insustancial, despectiva. Sin racionalizar los hechos, sin caridad"
Capítulo uno.- Chantaje
—Ah, Ryoken...mhh...
Los gemidos de Yusaku alcanzaban ya las notas más altas en su garganta, llenaba toda la habitación con aquella "música" de sus cuerdas bucales que hacía un eco imperecedero para los oídos del mayor en la cama. Los suspiros de placer sonaban junto con el acuoso sonido de la lubricación chocando entre las nalgas del menor y el cuerpo del más grande de los dos hombres efectuando el acto de penetración.
—Yusaku...
Caricias cargadas de sentimientos puros y genuinos, el aroma de la pasión entre mezclando aquellos dos cuerpos sudorosos y desnudos, y el acto más sublime y cenit de amor correspondido.
Yusaku Fujiki, un joven estudiante de tez pálida y ojos verdes, con un cabello de peinado extravagante—azul marino con grandes mechones rosados en su frente—, cursaba ya el segundo grado de ingeniería en programación, hacker por oficio y buen estudiante, 25 años; era quién en ese momento recibía la enorme erección de su amado dentro de su cuerpo.
Ryoken Kogami, un atractivo joven de 27 años, pirata hacker cibernético y trabajador independiente en el desarrollo de software para grandes empresas; vivía junto a su pareja en una modesta casa dentro de las residencias citadinas en Ciudad Den.
Siete años ya de noviazgo, siete años de felicidad mutua. Quién los viera pensaría que estaban casados, siempre juntos, siempre acertados; aquellos dos se amaban de verdad.
—¡Ahhh! —El grito de Yusaku marcó el fin del climax alcanzado. Sus paredes internas apresaron rítmicamente la erección de su pareja dentro de él, que provocó el orgasmo mutuo.
Después vinieron más besos y caricias, palabras de amor y muecas cómplices, ahora se hallaban contemplándose uno al otro, frente a frente sobre la cama, regulando sus respiraciones y sonriéndose como bobos.
—Nunca me cansaré de esto, Ryoken.
—¿Y crees que yo sí? Nada me gusta más en el mundo que hacerte el amor. Amo tu cuerpo.
Yusaku estaba acostumbrado a esos halagos de parte de la persona que más amaba en el mundo, pero aun con la costumbre, su rostro siempre se sonrojaba.
—Y también amo tus sonrojos—completó el más alto regalándole una sonrisa única. Provocar esa reacción en su novio siempre lo llenaba de dicha.
Nuevamente se perdieron en la mirada del contrario, Yusaku se sentía realmente afortunado de tenerlo como pareja. Ryoken era todo lo que él deseaba de una persona; era un buen hombre que se preocupaba por los demás, siempre estaba atento y servicial, empático con el mundo y caritativo con los que necesitaban. Se había enamorado perdidamente de quién era, un ángel a los ojos de Yusaku, un ángel de belleza envidiable. Y Rroken amaba el ser de Yusaku, un chico callado, apasionado y discreto; un chico único que mostraba su lado humano solo ante quien lo merecían.
Juntos hacían uno.
Repentinamente el pitido en el celular del hacker más experimentado hizo que se rompiera el ambiente. Kogami se incorporó sobre la cama, tomó su aparato tecnológico y encendió la pantalla de este con dos pequeños toques en ella.
Su padre, el Dr. Kogami, le estaba enviando un archivo de depuración solicitando que se entregara lo antes posible; si era preciso ese mismo día. Ryoken suspiró pesadamente.
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