Capítulo ocho: LOS SUSODICHOS

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Mientras estaba dormido, tuve un sueño muy raro en el que mi abuela me estaba esperando sentada en una de las antiguas pirámides (parecía que estábamos en Tenochtitlan), soplaba un aire templado y húmedo. Mi abuela se volteó e hizo un gesto que me indicaba que me sentara a un lado de ella y cedí ante ese gesto. Después me recargue en su hombro y al recordar esa dulzura que sentía cuando estaba con ella, se dibujó una ligera sonrisa en mi rostro, al mismo tiempo que salía un río de lágrimas de mis ojos

Abuela: ¿Ale, porqué lloras ? ¿Qué te pasó?

México: Nada abuelita, me cayó una basurita en el ojo

Abuela: No te quieras hacer el macho solo por lo que ese español te enseño, todos tenemos sentimientos y todos lloramos cuando algo no va bien

Me abrazó y me dijo –Todo va a estar bien, solo decide bien – después saco algo de un baúl que estaba por  ahí – te voy a dar un pequeño regalito – la voltee a ver y le dije – Oh! Una pulsera azul– y respondió – Ésta pulsera es un regalo de Tláloc, él mismo la hizo y me dijo que era importante que te la diera– De repente sopló una ráfaga de aire muy intenso y gélido indicándome que era la hora de irme, entonces mi abuela me dijo –  México te deseo lo mejor, acuérdate que siempre estoy contigo– dicho esto me dio un beso en la frente y madres! sentí como si me cayera de un lugar muy alto... y de pronto me desperté, me dolía mucho la cabeza y sentí que tenía algo en la mano, para mi sorpresa era esa misma pulsera azul y tenía un papelito arrugado

 y de pronto me desperté, me dolía mucho la cabeza y sentí que tenía algo en la mano, para mi sorpresa era esa misma pulsera azul y tenía un papelito arrugado

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Volví a mirar la pulsera y dudando un poco me la puse... Solo espero que sea de la buena suerte Tláloc ... y que no me mojes mi ropa otra vez cabrón! Voltee a ver la hora en mi celular y faltaban dos minutos para que sonara mi alarma, así que de una vez me metí a bañar

Después de ese baño reparador, me vestí con lo primero que agarré de mi maleta, llevaba un traje negro con una elegante corbata verde, unas mancuernillas, una tenía una serpiente y la otra un águila ( las dos con un fondo verde) y por supuesto los clásicos zapatos negros. De pronto tocaron la puerta de mi habitación y pues yo pensé que era la mucama, así que abrí la puerta y para mí sorpresa era Bielorrusia

Bielorrusia: Seré clara contigo México, mi preciado hermano está en la habitación de a lado y como no confío en ti no quiero que te le acerques, no respires cerca de el y ni siquiera que lo veas... Te estoy vigilando

México: Eh... Bueno

Bielorrusia: si lo haces te mato

Después de decirme eso se fue – Ahora veo que todo lo que decían de ella era cierto–  Y sin tomarle más importancia a eso me seguí alistando para la junta, tomé mi portafolio y me aseguré de que todo lo que probablemente necesitara estuviera ahí, tomé mi celular, mi cartera y mis audífonos (esos nunca pueden faltar)

Salí de mi habitación y bajé por el elevador, fui a la recepción y para mí grata sorpresa estaba el buen Jaime

México: Jaime mi buen amigo! ¿Acaso viajas en mapa o porqué siempre estas en todos los países?

Un amor a la mexicanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora