Capítulo 2

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Sus pies, que a veces, parecían tener ideas propias, la llevaron hasta la linde del bosque, a una parte que le era totalmente desconocida;el olor del bosque, la invitaba a ir bajo su sombra, lejos de aquel molesto sol.
Sara pensó que no se alejaría mucho, y se adentró. Los árboles la rodeaban, las ardillas correteaban por entre las ramas, muy por encima de su cabeza. Encontró una piedra donde sentarse, estaba algo cansada y aunque no era su intención, se quedó dormida.
El viento, cambió de dirección,negros nubarrones oscurecieron el cielo, transformando el día en noche. Una gota especialmente fría, cayó sobre ella, despertandola, pronto tendría la tormenta encima, tenía que volver y ya, pensó;dio un paso y luego otro, ¡dios mío! ¡no recordaba por donde había venido!
Caminó sin rumbo, bajo el aguacero, cada vez más intenso.
El primer relámpago llegó, una cegadora luz blanca, pura y enseguida el trueno, tenía la tormenta sobre ella, se asustó y mucho, quizás por eso no vio el barranco, se escurrió de un pie y cayó al vacío.
Fue un encontronazo fuerte, brutal y perdió el conocimiento.
-¡Eh, chica!, ¿puedes oírme? - una voz le llamaba.
Sara abrió los ojos, dolorida, seguía lloviendo, así que no habría pasado mucho tiempo;lo primero que vio fue una zapatilla blanca, unida a un tipo delgado, vestía un traje marrón y una gabardina larga, ocre. El hombre estaba acuclillado a su lado y la miraba con genuina curiosidad.
-¿Estás bien?
-¡Ugh, mi cabeza! - se quejó Sara.

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