01.

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—¡Quiero el divorcio! —grita el castaño al más alto, quien se mofa en su cara —. ¡No te rías estúpido! ¡Hablo en serio, quiero el divorcio!

—¿Ah, si? ¿No quieres otra cosa?

—Sí, la pensión.

El color de su rostro se fue por la sorpresa.

—Todo menos la pensión Kun, por favor.

—Me divorcio de ti, me quedo a los niños y me das la mitad de lo que ganas... ¡Y todos felices, Yukhei!

—¿Me vas a dejar en la calle?

Kun asiente furioso mientras el castaño pucherea para solucionar el problema. Kun no hace caso a su expresión, por lo que Lucas se da la vuelta y bufa.

—Oh vaya, me casé con un chino psicópata —murmura para que su esposo no escuchase.

—¿Qué dijiste, idiota?

—¡Nada, asiático psicópata!

—¡¿A quién le dices asiático psicópata, chino de mierda?!

Mientras peleaban como adolecentes, los más pequeños de la casa observaban con diversión la escena, a pesar de no entender absolutamente nada de lo que sus padres decían ya que gritaban en coreano. Ambos se reían de los dos más grandes de la casa, que ahora se encontraban en planes de divorcios, algo que ellos no sabían.

—¿Qué crees que estén diciendo? -pregunta el más pequeño a su hermano.

—No lo sé, tal vez por fin aceptaron que eres gay —Chenle golpea a su hermano en la nuca, a lo que el contrario resonga.

—¡No soy gay!

—Sí lo eres. Eres un chino gay —lo acusa.

—¡¿A quién llamas chino gay, chino norcoreano de mierda?!

Y bueno, esa es la familia WongQian. Nadie sabía porqué los cuatro eran tan extraños y ruidosos, pero bueno, se complementaban bien y eso lo decía todo el mundo que los conocía.

—Okey, okey. Estoy tratando de no salir de mis casillas porque si llega a pasar te mataré Yukhei —advierte, llevándose los dedos a sus sienes.

—Mátame, prefiero eso mil veces a darte la mitad de lo que gano —le saca la lengua. Tan infantil como siempre Yukhei.

—¡Ahora sí te mato, chino tonto!

Iba a lanzarse sobre su ex esposo, pero los gritos e insultos en otro idioma lo detuvieron por un segundo. Sus hijos estaban peleando detrás de las plantas, a empujones e insultos en chino. Kun rápidamente se arremangó su camisa y caminó hacia ellos acompañado de Lucas, quien iba detrás. Abrió un poco las plantas, encontrando a Renjun y Chenle peleando.

Al ver los dos a sus padres se detuvieron, haciendo un puchero y una carita angelical. Renjun corrió a los brazos de Lucas, quien lo recibió y cargó entre sus brazos. En cambio Chenle le sacó la lengua y corrió detrás de Kun.

—¿Ves? Tu hijo es un desm-

—¡Hey, hey, hey! De mi hijo no te expreses de esa forma —lleva su mano hacia la cabellera del menor, revolviendo está —. ¿Y qué hay del tuyo? También es un des-

—¡Shh! Malas palabras en casa no, por favor. Hay bebés presentes —interviene Renjun en chino.

—Cierto.

Kun y Lucas se retan y matan con la mirada, mientras Chenle y Renjun se sacan la lengua y pelean para ver quién parpadea primero.

Spoiler: perdió Chenle.

—Largo —ordena el líder de la casa.

—¡Obligame Qian!

Y bueno, ahora Lucas estaba sentado frente a su casa, con las maletas hechas a un lado de él. Suspiró y tronó sus dedos un poco, sólo para dejar ir las malas sensaciones que se acumulaban en su gran cuerpo. Ya hacía frío, y quería un chocolate caliente, de esos que su ex esposo sabía hacer en tiempos así. Quería un abracito caliente y unos besitos, pero Kun ya no se los daría, nunca más.

¿Cómo pasó todo eso? Ni él lo sabe.

¡Renjun vuelve acá, niño!

Kun se escuchaba estresado y no lo iba a negar, lo estaba. Ahora que Lucas no estará más tiene que hacerse cargo de dos niños de nueve y ocho años. Algo difícil ya de pensar. Yukhei solía hacerse cargo de Renjun y Kun de Chenle ya que eran sus respectivos hijos.

Cuando surgió la idea y la necesidad de tener al fin una familia para hacer firme la relación, Lucas quiso tener a su propio hijo, con rasgos suyos y genes suyos. Luego a Kun le pareció una buena idea, y como ambos tenían en ese entonces dinero hasta para limpiarse el trasero, lo hicieron. Ahora desgraciadamente, no se puede regresar a Renjun.

Bromeo, Kun ama a ambos chicos por igual.

No podría echarlo como hizo con su padre, sería muy cruel y despechado. Además, Kun es un hombre blandito y jamás haría algo así, menos con su hijo. Con sólo mirar los ojitos de Renjun se da cuenta de que fue la mejor decisión de su vida.

—¡Ponte pantalones!

El menor corría por la casa en calzoncillos de winnie pooh, amarillos y rotos... Carajo, Yukhei jamás les compraba ropa.

—¡Agh, maldito Yukhei! —maldice al cielo y el nombrado sonríe del otro lado de la puerta —. Hey... ¡Deja eso ahí Qian! N-no... ¡Wong bájate de ahí!

Sí, necesitaba a Lucas.

La puerta sonó, y Kun estaba al borde de la locura con las lágrimas cayendo de sus ojos. Quería ayuda, mucha ayuda. Secó su sudor al igual que sus lágrimas con la manga de su camisa y se dirigió a la puerta. Al abrirla, un Yukhei sonriendo estaba ahí. Sabía que esa sonrisa en su rostro era razón de victoria

—¿Necesitas ayuda?

Claro que la necesitaba.

—Pasa.

El chino entró a la casa nuevamente y atrapó a Renjun mientras corría por la sala. Hizo cosquillas en su barriguita y plantó muchos besitos en su rostro. Chenle lo miraba con los ojos entrecerrados, algo celoso y eso lo notó Kun. Corrió hacia él e igual que Lucas lo cargó y comenzó a besarle la cara. Las risas de una familia feliz inundaban la casa, y era un ambiente tan lindo. Al bajar a los niños los adultos se acercaron al otro.

—Kun... Dame unos días aquí mientras busco un lugar donde vivir —sus ojitos eran igual a los de Renjun cuando quería galletas.

—No lo sé... No te quiero ver más Lucas.

—Lo sé, lo sé, pero entiende que no tengo a donde ir y... Veo que necesitas ayuda con los niños —los señala.

Kun suelta un suspiro, y Lucas sabe que lo ha logrado.

—¡Pero nada más una semana!

—Un mes...

—Una semana.

—Dos meses.

—Un mes solamente... —se golpeó mentalmente al escuchar lo que dijo —. Rayos.

—¡Yes!

# ERROR ; lukunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora