Reflexión y Consciencia

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Kim NamJoon 

Siempre he hecho los actos que se derivan de mis decisiones. No ha habido momento, aun siendo tan pequeño, en el que dejara a alguien más decidir por mí. Haber nacido en un mundo de inferioridades y superioridades establecidas por la sociedad, me ha enseñado a precisar mi consciencia sobre los demás.

Mi infancia se vio marcada por la inferioridad de la pobreza. Vi a mis padres sacrificarse por el bien de sus hijos y yo decidí brindar mi ayuda hasta donde podía y se me limitaba por ser demasiado joven: cuidé y atendí a mi hermano menor; le enseñé a valerse por sí mismo para cuando yo estuviera listo de salir y dejarlo solo. Fui el alumno recatado con buenas calificaciones y conducta impecable. Fui lo necesario para que mis padres no se preocuparan todavía más.

No fue tan malo en los primeros años de educación. Pero cuando llegué a la etapa crucial donde se pone a duda o se refuerza la identidad, no supe quién era yo en verdad. Cuando en las entrevistas para un trabajo me preguntaban por mis habilidades, yo respondía con lo que había escuchado a otros decir para obtener el empleo.

En ese momento supe que sacar buenas calificaciones no era la verdadera inteligencia. Aprender todos los datos que te ofrecen en la escuela es tan sólo tener buena memoria. Lo peor es que yo era de esos alumnos a quienes la memoria no les fallaba, pero que no eran capaces de reflexionar y pensar más sobre lo aprendido. Y ahí es donde se encuentra la verdadera inteligencia.

Mi camino lo seguí entre la escuela y el trabajo. Pero las preguntas inquietantes nunca desaparecieron: ¿Para qué estudiaba? Para aprender más, pero ¿qué pensaba hacer con esos conocimientos? , ¿Por qué trabajaba? para ganar dinero, pero ¿cuál era la causa por la cual lo necesitaba? Para ayudar a mis padres ¿no era eso suficiente? No, no lo era, porque ¿en qué lugar de mi camino estaba yo realmente?

Entonces fue ahí cuando me di cuenta de que era demasiado consciente de las demás personas, pero que faltaba hacerme consciente sobre mí. Y justamente esa consciencia me atacó de una manera tan severa el día en el que tuve que elegir una carrera universitaria.

La elección se inclinaba más hacia el beneficio económico: necesitaba estudiar algo para tener un buen trabajo que me proporcionara una buena paga. Pero había algo ahí que hacía sentirme vacío. Me imaginé ser una maquina en un futuro si solo escogía una carrera para eso. No supe qué camino seguir, así que tomé un año libre de los estudios, enfocarme sólo en trabajar y tratar de hacer lo que nunca hice en mi temprana juventud por estar pensando en el bien de otros y no en el mío: experimentar.

Sin embargo, otra crisis de consciencia llegó cuando me percaté de que no tenía idea alguna sobre cómo, dónde y cuándo experimentar. Además ¿qué necesitaba experimentar? Yo ya era bastante apto en la actitud laboral y en ser independiente. Según yo, no me faltaba nada para acoplarme a la sociedad. Claramente, no sabía en ese entonces, que el tener esas aptitudes no eran suficientes para vivir en sociedad; o, lo más importante, para simplemente vivir.

Entonces, llegaste tú. Tú, quien ya no me escucha, quien ya no me lee, quien ya no me hace compañía. Tú, quien limpiabas mis lágrimas en los ataques de melancolía. Tú, quien calmabas mis nervios y ansiedad para que pudiera disfrutar hasta de los errores. Tú, quien eras igual que yo. Tú, quien nunca me dijo que compartíamos el mismo dolor de vivir. Tú, Kim SeokJin, quien me hiciste sentir las emociones más dulces y frustrantes. Tú, quien me hiciste sentir como Ícaro: tan dichosos de volar muy en lo alto con la grata felicidad desbordando en mi ser; pero que, al volar tan cerca del sol, lo equivalente a cegarme por el amor que te profané, no pude ver adecuadamente tu realidad.

Y así como las alas de Ícaro desaparecieron e hicieron que cayera al mar por su juvenil imprudencia, lo mismo sucedió conmigo. Caí a la cruel realidad cuando mi amor por ti quemó mis alas y bienestar al darme cuenta de que no fui lo suficiente como para hacerte olvidar el dolor que te hizo desaparecer.

La caída de ícaro (BTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora