Extraña naturaleza

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Mientras el sol del mediodía ilumina todo a su alrededor, yo aguardo en la sombra difusa y distorsionada de aquel árbol que, con su enorme tronco café, y con ligeros tonos de naranja en su centro, le da vida a todo lo que llega tan siquiera a verlo.

Su magia se conjura desde sus verdes hojas. Su tronco y raíces recoge todos los desperdicios que, con caminares lentos, sumisos y alertas, los animales dejan sin saberlo frente a él, alimentándolo.

Él, a mediodía, es la fuente de la vida.

Pero no todo lo suyo es bueno; pues yo, aquí, entre sus sombras lo he notado. Me desprotege al ocultarse el sol, y yo, desde aquí abajo, lo admiro, notando como expira magia negra por sus hojas, contrarrestando todo lo que él es y hace durante los minutos de eterna claridad.

Aquella sustancia demoníaca que sólo alguien como yo puede ver, ocasiona daño a todo a su alrededor; beneficiándose sólo él.

Pues este árbol, a mitad de la noche, es la muerte.

Y así siguen siendo todos los días. Es un círculo vicioso.

Él es bueno y es malo. Como todo. Como todos. Como tú. Como yo.

Lo único que puede surcar mi mente durante mis horas conscientes es: "¿cuál es su verdadera naturaleza?"; pero a pesar de siempre estar vigilándolo, no logro solucionar esta incógnita que me cala en la cabeza cada vez que estoy cerca de él.

Porque la naturaleza es confusa, es incierta. Es perfecta e imperfecta. Porque el universo es asimétrico lleno de pequeñas coincidencias simétricas.

Es una duda que quizás no posea respuesta.

Y no creo necesitarla.

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