El Ataque A Los Prefectos

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- Psss... Raaachel, Rachel, Lupin, Rachel Luuuupin - no voy a mentir, ojala pudiera pegarla hasta que se callase. Estoy en la parte más interesante del libro,  y no para de molestar. - Raaaaaaacheeeeeeel Luuuuuuuupinnn

- ¿Que es lo que quieres, Sarah? - digo sin despegar los ojos del libro.

- Me aburrooooooo.

No me extraña, ha pasado una hora, UNA HORA. Desde que hicimos algo interesante (Cofcof Quejicus y el nuevo crush de Jane cofcof) y se están poniendo nerviosas. Yo sólo saque mi libro y me puse a leer. Desde entonces Sarah no ha parado de intentar distraerme. Pero no le voy a dar el gusto de hacerle caso, tengo mi orgullo, y eso solo haría que molestara más.

- Raaaaaaach-

Alguien la interrumpió.

- ¿Algo del carrito, niñas? - dice una señora de unos treinta años

Yo salgo disparada hacia ella dejando el libro en el asiento de al lado y a una Sarah boquiabierta, ya que un carrito de comida me ha hecho moverme en question de segundos y ella no ha conseguido ni que la mire en una hora. Jamás olvidaré su cara de indignación, creo que he herido su orgullo. Lo siento pero mi estómago va primero, amiga.

- Deme todo su chocolate - sí, amo el chocolate, me podría casar con el.

- Lo siento, cielo -dijo - Los prefectos se lo han llevado todo.

- ¿¡QUE!? - creo que todo el tren me oyó.

Me metí en el compartimento y cerré antes de que a ninguna de las otras le diera tiempo ni siquiera a levantarse.

- ¿A quien le apetece ir a visitar a los prefectos? - dije sonriendo, seguramente, como una loca salida de un manicomio.

- ¡A MI, A MI! - se pusieron a chillar y a saltar por los asientos.
                  

*

- Explícamelo otra vez - pidió Penny ante mi plan de batalla.

- Es lo más simple del mundo - explique -, primero vamos al vagón de los Prefectos - señale el camino en el improvisado mapa que había echo y se lo explique con detalle, cada palabra la decía suave lenta, nada que ver con la anterior en la que hablaba mucho más rápido, normal que se perdiera, no creo que ninguna se hubiera enterado.

Cuando acabe, todas lo entendieron.

-Aún sigo sin entender porque hacemos esto- dijo Jane.

Puse mi puño sobre mi corazón.

-¡Tenemos que salvar todo ese chocolate, chicas!

Ellas estallaron en una sonora carcajada, me caian muy bien. Normalmente la poca gente con la que socializo dice cosas como "¿eso es adictivo o algo?" o "vas a enfermar como sigas comiendo tanto chocolate" y como olvidar a los del "esta obsesionada, pobre" DEJADME. COMER. CHOCOLATEEEEEE. El chocolate es bueno. Sagrado chocolate, tu que me das fuerza para seguir adelante. Ellos no nos comprenden. Pero ellas si lo hacían, les daba bastante igual, la verdad. Nunca he conocido a alguien al que le diera igual mi adicción al chocolate, pero estoy segura de que no reaccionarian igual si supieran lo que soy... Aunque de momento no se tienen porque enterar.

 
*


-Todo listo- informo Penny.

Nos dirigimos, siguilosas como ninjas, por el pasillo hacia el vagón de los prefectos siguiendo mi plan.

-Penny por la derecha, Jane tu y Sarah por la izquierda, y yo iré por delante- dije susurrando.

Asintieron con la cabeza y se fueron. Misión: asalto a los prefectos, esta a punto de empezar.

Camine hacia el vagón, había estudiantes mayores y yo me tape la cara con un pañuelo que habíamos churrimangado por ahí (churrimangar significa robar, segun Jane) espero que las demás me hayan echo caso y se lo hayan puesto, si descubren quienes somos nos expulsan antes de poner un solo pie en Hogwarts.

Pasaron unos minutos mientras observaba a los prefectos y entonces di la señal que les dije que esperarán, moví mi reloj de forma que en la pared se reflejara el sol.

Lo que pasó fue épico, creo que esto pasará a la historia de Hogwarts.

Una bomba fetida por la derecha, otra por la izquierda y otra por delante. Los prefectos estaban acorralados en el fondo del compartimento mientras Penny, Sarah, Jane y yo entrabamos corriendo y yo grité antes de saltar sobre los chocolates y meterlos todos en mi túnica, mientras mis amigas hacían lo mismo:

¡¡CHUPAOS ESA, PREFECTILLOS DE PACOTILLA, NADIE TOCA MI CHOCOLATE!!

Y con una carcajada y los bolsillos llenos de chocolate, nos dirijimos a nuestro compartimento.


*

-Mmm...Rachlem, ebta debinitibamente ha sido- Sarah trago la rana de chocolate que estaba comiendo- una idea genial.

Todas asentimos desde el suelo del compartimento, com nuestras cabezas juntas, nuestras piernas sobre los asientos y comiendo chocolate  con miles de envoltorios esparcidos por todas partes.

De repente oimos una voz en el pasillo y nos asomamos a ver que pasaba. El maquinista (lo supuse por su gorra) no estaba muy contento, cuando todo el mundo se asomó, pude ver a ese chico pelirrojo y esa a la que Sarah había llamado Quejicus, esta última todavía estaba verde. Reprimi una carcajada.

-Parece ser que alguien ha pensado que se podía entrar al vagón de los prefectos ha molestar. ¡AL PRÓXIMO QUE SE ATRVA A HACER OTRA BROMA PESADA, LE TIRO DEL TREN!

Y después de gritarnos se fue al siguiente vagón a hacer lo mismo.

Las mire, nos habiamos metido en un buen lío, pero ellas estaban demasiado ocupadas riéndose para preocuparse. Yo también empeze a reírme con ellas, la verdad esque el pobre hombre va a tener que soportarnos toooooodo el viaje.

Las merodeadorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora