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Mientras que la mente del pelinegro le jugaba una mala broma, en un mundo de fantasía, el hombre se encontraba no tan lejos admirando cómo dormía.

En su opinión se veía bastante lindo. Lástima que era su enemigo. Era parte del grupo G, y debía hacer su trabajo. El rol que debía cumplir.

El pelinegro consciente se paró de su silla y levantando con cuidado al chico, lo puso sobre su regazo al sentarse nuevamente.

Acarició sus hebras mientras aún tenía los párpados cerrados. Su cabello era lacio, bastante suave y oscuro. Sus labios eran gruesos y perfectos. Su piel era igual, perfecta y no grasosa. Sus clavículas estaban ocultas, por lo que bajó un poco el cuello para mirarlas. No había rastro de imperfección. Tampoco había un lugar donde hubiera un cambio de tono; como más oscuro o pálido que lo demás.

Con sus dedos, tocó los labios del pelinegro.

- Eres muy hermoso, pero tan débil -. Susurró para sí mismo.

Puso su pulgar en la comisura de Jimin.

- Ah -suspiró-, ¿Cómo puedes ser parte de la mafia así?

Acarició ahora aquella parte del cuerpo de él. Éste movió un poco su cabeza con el tacto hecho.

Luego abrió los ojos delicadamente. Observando tranquilo al pelinegro que lo refugiaba.

Él se sentó y preguntó:

- ¿Qué estabas haciendo?

El hombre no respondió. Simplemente puso a Jimin de frente y lo acercó más, levantándole la barbilla. Ladeó su cabeza hacia ambos lados y admiró cada rincón.

El pelinegro lo miró, su interior tiritaba.

El contrario entrecerró sus ojos al notar algo blanco más arriba del cuello del pelinegro, debajo de la mandíbula.

- Hey, aún tienes rastro de cocaína.

Él acercó su boca hacia el lugar donde estaba el polvo y lo lamió con su tibia lengua. Jimin sintió el cosquilleo y se removió.

Se miraron.

- Acabas de tomar cocaína -. Murmuró Jimin.

- Ajá -. Afirmó el otro. - ¿Y qué?

Jimin dio un empujón burlón al pelinegro. Aunque luego se detuvo en seco por el fuerte dolor de cabeza que comenzó a surgir.

Soltó un quejido y se tocó la frente, siendo domado por éste intenso.

El joven lo observó indiferentemente.

- ¿Qué te sucede? - preguntó frunciendo el ceño, el joven.

- Me duele la cabeza... - titubeó.

- No me interesa.

- ¡Entonces por qué preguntaste!

Jimin se levantó furioso, alejándose del pelinegro. Cruzó sus brazos y se paró junto a la ventana que indicaba la tranquila noche.

- ¿Qué haces ahora? - dijo desde su silla.

- Espero a mi compañera cheonsa -. Explicó.

- ¿Ángel? ¿Así se llama?

- No, es sólo su apodo.

- Bien.

Pasó algo de silencio en el ambiente oscuro.

- ¿En verdad crees que vendrá a buscarte?

Al hacer la pregunta, Jimin miró atrás con su sensibilidad nuevamente expresada.

Cierto, él le había dicho a su compañera menor que no viniera a rescatarlo.

Differents Black Sides | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora