La morada de un Dios

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Me encontraba en un sitio extraño e irreal, pues no había suelo físico como tal, sin embargo podía andar por aquel páramo cubierto por una espacie de vapor de agua, en aquel frio e inhóspito lugar no había presencia de luz alguna, tan solo un punto luminoso en la lejanía, así pues caminé durante lo que a mi parecer fueron horas, hasta que estuve lo suficientemente cerca, para distinguir de que se trataba, aquélla luz blanquecina procedía de una especie de pasillo creado por frío e inerte hielo, caminé durante unos minutos por el congelado corredor; mientras cruzaba aquella zona helada, me vi sorprendido por la caída de copos de nieves gigantes en forma de estrellas, que tuve que sortear para no ser aplastado por ellos. El pasillo desembocó en una escalera de caracol enorme, que ascendía sin fin, lo más peculiar era que estaba formada por nieve, por lo que sería difícil evitar el hundimiento de mis pies en los escalones, con dificultad comencé a ascender por aquella inestable pero preciosa escalera, hasta que comenzó a llover, la lluvia era gorda y pesada,

traspasaba la escalera de caracol, que se regeneraba a medida que el agua corroía la nieve. Al cabo de unos minutos llegué al final de la escalera, asombrado miré a mí alrededor, un sin fin de nubes se agolpaban formando una especie de puente que conducía a una puerta formada por agua líquida, a mi parecer, todo aquel lugar estaba formado por agua, solo que adoptaba todas las formas de la que era posible, como el vapor del principio o el hielo del pasillo. Temeroso por la posibilidad de que al pisar aquellas nubes callera al vacío, comencé a caminar, me sorprendí al descubrir que pude llegar a aquella puerta formada por agua, intenté agarrar el picaporte, pero se deshizo entre mis dedos, así que tomé aire y la traspasé inquieto, pues no sabía que había tras ella.

Una vez la hube traspasado, abrí los ojos, me encontraba en un enorme salón, en donde todos los muebles estaban formados por agua, y justo en el centro estaba Gloria junto a un hombre alto y fuerte que la sostenía de las manos, se estaban casando.

-Suéltala - grité

Gloría y el hombre me miraron a la vez.

-¿Cómo te atreves tu mortal a interrumpir la ceremonia de un dios? – me preguntó aquel temible hombre, que por lo que pude deducir era Váruna.

Sin pensármelo dos veces, disparé un de las tres flechas en dirección al corazón del dios, pero sin el menor esfuerzo el dios la cogió al vuelo con la mano, luego me miró con una diabólica sonrisa y la destrozó sin el menor esfuerzo, con una risa potente y desprovista de humanidad. Comenzó a aumentar de tamaño y se transformó en un gigante hecho de agua. Dio dos zancadas para llegar hasta mí y luego intentó aplastarme con la traslucida mano, conseguí esquivarla por poco.

-¡Sal de aquí, va a matarte! – me gritó Gloria.

Pero era demasiado tarde, consiguió aprisionarme entre sus manos de agua y comencé a ahogarme, intenté coger el sable, pero se escapó entre mis manos y cayó al suelo.

Gloria apresurada lo cogió y puso la punta de este sobe su cuello.

-Si lo matas me rajaré el cuello y no podrás casarte conmigo, pasarás hambre hasta que otro barco consiga traerte otra esposa para luego poder devorarla- amenazó

El dios inmediatamente me soltó y se trasformó en hombre de nuevo, luego me agarró por el cuello y me lanzó contra la pared.

- Sal de aquí humano- me dijo enfurecido. Luego se acercó a Gloria y le arrebató el sable.

Con las pocas fuerzas que me quedaban disparé mi penúltima flecha a la espalda del dios, quien la esquivó si problemas, estaba claro que disparando no conseguiría nada, así que con la última de las flechas y con la última esperanza, corrí hacia él para atravesarlo con ella, me esquivó sin problemas y me paró en seco luego me tiró al suelo y destrozó la última de las flechas. Derrotado y sin armas, esperé a que llegara mi final, cerré los ojos y apenado por no haber podido salvar a Gloria, escuché como el dios lanzaba un grito de guerra para acabar con mi vida, pero nada sucedió, en cambió abrí los ojos, sorprendido observé como el dios poco a poco se transformaba en cristal, al igual que toda la habitación De detrás del dios salió Gloria asustada, le había clavado a Váruna una de las puntas de las flechas en la espalda.

– ¡Corre antes de que la puerta se convierta en cristal y no podamos pasarla!- gritó Gloria.

La cogí de la mano y juntos corrimos hacia la puerta, una vez en el puente de nubes descubrimos, que todo a nuestro alrededor se estaba convirtiendo en cristal, para luego romperse en miles de pedazos, así que como en un sueño recorrimos apresurados todo el camino que llevaba a la brecha, que había dejado abierta.

Conseguimos atravesarla y agarrados de la cuerda que había dejado atada, pudimos llegar hasta el barco. Una vez en él Gloria me abrazó entusiasmada.

-Lo hemos conseguido – me dijo feliz.

Era tan hermosa, su rostro no había cambiado nada desde la primera vez que la vi, desde ese primer roce en el que me robó el corazón para siempre. Sin poder contenerme más, la besé con pasión y para gusto mío, ella me devolvió el beso enfebrecida por el momento.

-Han matado a Váruna – susurraban los piratas.

El capitán se aproximó a nosotros, se arrodilló y se quitó el khalat, luego me lo ofreció.

-Ahora tú no solo eres el capitán de este navío, sino que ahora, Bhaskara el que trae luz, eres el rey del mar.

Sonriente cogí el khalat, lo observé un instante pensativo y se lo devolví – Daryam, tu siempre serás el capitán de este barco. Ahora llévanos de vuelta a casa – le rogué.

Y así felices y victoriosos nos dirigimos a la India en donde me esperaba una vida llena de aventuras a lado de Gloria.

VárunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora