Los rayos del sol comienzan a invadir el grandioso palacio dorado de Asgard. Hoy es un gran día, todos se deben preparar para una pequeña fiesta que se celebrará por la noche. Una fiesta que cambiará una relación tóxica que, durante muchos años, Kievitión y Asgard han tenido.
Todo comenzó durante una época de guerras, en la que Asgard comenzó a deshacerse de todos los enemigos posibles. Kievitión ayudó a uno de los mundos a defenderse de Asgard y, desde entonces, ha habido rivalidad entre ambos reinos.
Los pasillos comenzaron a estar llenos de guardias los cuales se ponían en sus posiciones esperando alguna orden. Los sirvientes y sirvientas, comenzaban la rutina de limpieza para mantener el palacio presentable en todo momento.
De uno de los aposentos reales, salía un hombre de melena oscura, su ropaje verde resaltaba por los pequeños bordes dorados que este tenía. Su tez era un blanco pálido pero agradable al tacto y la vista. Su mirada verde esmeralda hipnotizaba al más mínimo contacto visual.
Las miradas de los guardias y sirvientes seguían de reojo al dios de las mentiras, el cual carecía de lo que se dice buena fama.
Su paso era elegante mientras ignoraba todas las miradas, debía reunirse con Frigga, su madre, para preparar juntos el salón.
El pelinegro consiguió encontrar a su madre tras unos minutos, una mujer hermosa y bien conservada. Todo aquel que se encontraba cerca de ella quedaba empapado de una sensación de tranquilidad, pues era lo que transmitía.
-Buenos días madre.- decía el dios depositando un beso en una de las manos de la hechicera.
-Buenas Loki.- contestó con una resplandeciente sonrisa.- Tenemos muchas cosas que hacer, tiene que ser todo perfecto.
-No creo que haya problema, tu y yo hacemos todo perfecto.
La mujer soltó una pequeña risa mientras se ponían en marcha al salón.- ¿Podrías antes hacerme un favor?
-Claro madre.
-Tu hermano también tiene que ayudar, ¿puedes ir a buscarle?
Loki desvió la mirada, su hermano era irritante, pero no podía negar a una petición de su madre.- Está bien.- decía mientras se desviaba de camino en busca de su tozudo hermano.
Durante su busca, se encontró por el camino a un hombre mayor con el pelo canoso, recogido en pequeñas trenzas. Este llevaba una armadura dorada y un parche en uno de sus ojos. Era Odín Padre de Todo, quien dedicó una mirada al ojiverde en forma de saludo, pues estaba ocupado dando instrucciones.
Tras unos minutos de búsqueda, Loki encontró a su hermano en la plaza central, entrenando con sus amigos.
-Thor, ¿qué haces aquí? Tienes que ayudar para el evento de este noche.- decía mientras se detenía observando, poniéndose de brazos cruzados.
-¡Hermano!.- decía un emocionado dios del trueno al ver a Loki, dispuesto a darle un gran abrazo. Era un hombre robusto y musculado, se notaba a simple vista que era guerrero. Tenía una melena rubia y brillante, que conjugaba con su color azul de ojos la cual imponía a cualquiera que lo observara.
Al instante, el dios de las mentiras evadió el gran abrazo que su hermano iba a otorgarle.- Deja de entrenar, tienes que ayudar a padre, yo estaré con madre.
-Iría pero me falta algo...
-¿Qué necesitas?.- decía acompañado de un suspiro, seguro que era alguna tontería.
-Un abrazo tuyo o no voy.- decía con una gran sonrisa de niño pequeño.
-¿En serio? Pareces un niño, no digas estupideces.
-Venga, solo uno y te ignoraré durante todo el día.
El pelinegro sabía que era una mentira, pero igualmente debía de hacerlo o si no no iría a ayudar.- Está bien, ven aquí grandullón.- decía mientras abría los brazos para recibir el abrazo del pelirrubio quien, al instante, colocó los brazos alrededor del ojiverde y los apretó lo más fuerte que pudo, levantando a este del suelo por un breve instante. Este fuerte abrazo provocó un pequeño gruñido por parte del dios travieso.
-Está bien, iré a ayudar.- se despidió de sus amigos con una amplia sonrisa mientras se dirigía junto a su hermano a palacio.
-Yo estaré con madre, tú tienes que ayudar a padre con el tema de seguridad y guardia.
El pelirrubio asentia obediente atendiendo a las palabras de su hermano y, ambos se separaron yendo cada uno por su lado.
Durante todo el día, Asgard se estuvo preparando para la gran fiesta, tenía que salir todo bien y así poder terminar con la guerra constante, pues no tenían nada en contra con Kievitión.
Loki se encargó de la decoración con Frigga, lo tenían más sencillos al poder usar magia. Una vez acabaron, era hora de prepararse y vestirse con sus mejores galas. El pelinegro se vistió más adecuadamente para un festín, pero sin abandonar la protección de la batalla en caso de que algo saliera mal.
Todos esperaban impacientes en el salón la llegada de sus invitados que serían guiados por los guardias de palacio
Está fiesta será el comienzo de un sentimiento que todo ser humano y dios tiene, aunque este lo niegue. El amor.
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El poder del amor
RandomAsgard, un reino liderado por dioses y Kievitión, un reino mágico, se encuentran en una constante guerra vigente durante años. Odín Padre de Todo, cambiará esto invitando a la gente de Kievitión a Asgard y celebrar una pequeña fiesta pacífica. Loki...