Capítulo 3.

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Una brisa fría golpeó repentinamente el cuerpo de la chica, haciendo que se tambaleara, Majime entre parpadeos rápidos logró recuperar la conciencia, el cabello en su cara no le permitía ver bien, al pasarlo por detrás de sus orejas se dió cuenta ...

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Una brisa fría golpeó repentinamente el cuerpo de la chica, haciendo que se tambaleara, Majime entre parpadeos rápidos logró recuperar la conciencia, el cabello en su cara no le permitía ver bien, al pasarlo por detrás de sus orejas se dió cuenta que no solo su pelo le impedía observar el lugar en donde se encontraba, sino que también la gran obscuridad reinante era otro obstáculo.

Al intentar dar un paso al frente, sintió un pequeño pellizco, se dio cuenta de que estaba descalza sobre lo que parecían ser escombros, con mucho cuidado y en estado de alerta, empezó a bajar hasta pisar el suelo firme. La luna se veía en el cielo estrellado, la joven temblaba de una manera preocupante, más que por miedo, era por el tremendo gélido de la zona.

El lugar en el que estaba le parecía conocido, pero al estar tan destruído le era difícil saber de dónde; aun así, la devastación era tanta que le causaba a la joven un horrible sentimiento de incomodidad y tristeza.

—¿Qué rayos ha pasado? —Se preguntó mirando los escombros a su alrededor—. ¿Cómo es posible que no haya personas?

Seguía parada en el mismo lugar, sin moverse ni un solo centímetro, sentía intriga sobre qué había sido el causante de todo eso, pero le daba mala espina continuar.

Después de un gran suspiro se decidió a avanzar, al ver de reojo la casas y edificios destruidos se dio cuenta que el lugar por dónde caminaba era su vecindario, una enorme confusión inundó a Majime.

Un silencio de ultratumba inundaba el ambiente, el titiriteo de la joven era el único sonido que se oía; muchos vidrios y rocas se clavaban en las plantas de los pies de la chica, quien miraba atónita las ruinas a su alrededor;  tantas preguntas en su mente y ninguna tenía respuesta; sus pies sangraban, pero no había dolor alguno.

Necesitaba buscar un lugar donde no hiciera tanto frío, cuando estaba por entrar a uno de los pocos edificios en pie, algo rompió el enorme silencio.

  —¡Alguien que me ayude! —gritó aterrorizada una voz masculina—. ¡Auxilio por favor!

Majime se giró rápidamente buscando de dónde provenía, se oía tan cercana que parecía como si estuviera a un lado de ella; corrió para localizar el lugar correcto, no había razón aparente para eso, pero algo la impulsaba, después de algunos segundos parada sin ninguna pista una casa apareció a unos cuarenta metros de ella.

La voz se escuchó de nuevo, solo que ahora apenas y era perceptible, sin pensarlo siquiera un poco se apresuró a llegar a la casa. Antes de poder arribar al hogar unas siluetas masculinas salieron presurosos de ahí, cargando algo que parecía ser un pequeño cuerpo.

Era hora de que Majime tomara una decisión, ir tras esas siluetas sospechosas o ver si el hombre que había gritado segundos antes estaba bien.

Su corazón palpitaba fuertemente, algo le suplicaba que fuera a dentro de la morada, sacudiendo su cabeza y alejando otros pensamientos arrancó hacia la entrada, su respiración era agitada, ¿por qué sentía familiar esta escena? No lograba entenderlo.

Majime, ¿qué eres? [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora